Integrantes de la Policía de Ecuador custodian el Ministerio de Ambiente de Ecuador este martes, durante una protesta en rechazo a la fusión del Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Energía y Minas en Quito (Ecuador). EFE/ José Jácome

Más de un centenar de ambientalistas se concentraron en Quito frente al Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador para protestar contra los últimos recortes del presidente Daniel Noboa, que incluyen la fusión del citado Ministerio con el de Energía y Minas; una decisión que consideran «absurda» y contraria a las políticas en defensa de los derechos de la naturaleza de los últimos años.

Así lo declaró Natalia Greene, de la Coordinadora Ecuatoriana de Organizaciones para la Defensa de la Naturaleza y el Medio Ambiente (Cedenma).

«Estamos reclamando la institucionalidad ambiental (…) Hemos pedido una cita al presidente e iremos a instancias nacionales e internacionales (…) Solicitamos el renacimiento de la Asamblea Nacional Socioambiental y nos uniremos a todas las marchas nacionales»,  continuó Greene.

La protesta, organizada por colectivos ambientalistas como Acción Ecologista, Cedenma, Quito sin Mineria o Yasunidos, estuvo marcada por la presencia de ciudadanos de todas las edades (algunos disfrazados de animales), batucadas con tambores, pancartas, cánticos e incluso una entrega de flores a las puertas del Ministerio por «la vida de los territorios que se perderán».

El presidente Daniel Noboa anunció el pasado 24 de julio la reducción de ministerios de 20 a 14 y el despido inminente de 5.000 funcionarios públicos. La cartera de Ambiente, Agua y Transición Ecológica dejará de ser independiente, pasará a formar parte de Energía y Minas y se llamará «Ambiente y Minas», según explicó el líder presidencial.

De esta forma, la institución dedicada a controlar y supervisar que las entidades extractivas cumplan con la normativa vigente será la misma que gestione los permisos y licencias de actividades mineras.

«Ecuador no será destino minero»; «la tierra no se vende, se ama y se defiende» o «Noboa, minero, la vida es primero», fueron algunos de los mensajes de las pancartas y gritos que corearon los presentes.

Acción Ecológica: «La sociedad ya votó en contra»

La decisión sentó como un jarro de agua fría entre los defensores de los derechos de la naturaleza y pueblos indígenas. Para Ricardo Buitrón, de Acción Ecológica, esta medida es un retroceso en las políticas que vienen defendiendo desde hace décadas.

«En Ecuador ya se ganaron referéndum como el del agua en Cuenca, donde más del 80 % de la población votó para que no exista actividad minera a gran escala en zonas de recarga hídrica. Lo mismo pasó en el noroccidente de Pichincha, donde el 70 % votó para que no exista actividad minera. Estos son mandatos populares ganados en elecciones democráticamente y ahora se los pretende pasar por encima de un plumazo».

Buitrón, al igual que Greene, reconoció que no descartan acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) si fuese necesario.

Patricia Tuqueres, del colectivo indígena Saramanta Warmikuna, aseguró que los territorios ya se encuentran movilizados y que, si esta fusión sigue adelante, serán ellos los que juzguen y actúen al respecto.

«No queremos más contaminación en nuestros territorios, nosotros queremos seguir viviendo en paz y tranquilos como siempre lo hemos hecho», señaló.

Un «shock»

Hay quienes también recordaron el momento en que se enteraron de la decisión del Ejecutivo. Lorena Córdoba, de 41 años y trabajadora de una organización que protege la naturaleza, describe cómo la noticia le tomó volviendo a Ecuador de un viaje y fue un «‘shock’ muy triste y depresivo».

Por su parte, Daniela, portavoz de la Fundación Cóndor Andino, señaló que otra de las inquietudes de su organización es la propuesta de Ley de Control de Flujos de Capitales Irregulares del presidente, que pretende aumentar el control sobre las organizaciones no gubernamentales porque pueden ser un «caldo de cultivo para el lavado de activos», según detalló Noboa.

La medida, explicaron desde la Fundación Cóndor Andino, es fatídica porque «nuestra lucha y esfuerzo por sobrevivir dentro de un país donde nadie nos apoya es bastante grande, para que luego de la nada te diga que vamos a desaparecer».

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