
Navegar la vida en tiempos acelerados no es sencillo para quienes equilibran trabajo, familia y el constante estímulo digital. Para los padres, el desafío se intensifica al decidir cuándo entregar el primer teléfono inteligente a sus hijos.
Esa pregunta –frecuente en hogares y escuelas– acaba de recibir una respuesta incómoda respaldada por evidencia científica.
Los riesgos a los 12 años: depresión, obesidad y menos sueño
Un estudio publicado en Pediatrics revela que los niños que poseen un smartphone a los 12 años enfrentan un mayor riesgo de depresión, obesidad y falta de sueño en comparación con quienes aún no tienen estos dispositivos, explica DW en Español.
La investigación, elaborada por el Children’s Hospital of Philadelphia junto con las universidades de California en Berkeley y Columbia, analizó datos de más de 10.000 adolescentes estadounidenses del Estudio sobre el Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente, considerado el mayor seguimiento a largo plazo del desarrollo infantil entre 2018 y 2020.
Según CBS News, el 63,6 % de los participantes ya tenía un smartphone, con una edad promedio de adquisición cercana a los 11 años. Y las cifras preocupan: los niños con un teléfono propio a esa edad presentaron 31 % más probabilidades de depresión, 40 % más de obesidad y 62 % más de problemas de sueño.
Un patrón persistente incluso con otros factores controlados
Lo más llamativo es que esta relación se mantuvo significativa incluso después de ajustar variables como nivel socioeconómico, etapa puberal, supervisión parental y presencia de otros dispositivos.
El Dr. Ran Barzilay, autor principal del estudio, explicó a CBS News que el análisis ni siquiera se centró en cómo usaban los niños sus teléfonos: “Básicamente, hicimos una pregunta sencilla: ¿el mero hecho de tener un smartphone propio a esta edad tiene algo que ver con los resultados de salud?”.
La adolescencia temprana, una fase especialmente sensible
Los investigadores compararon a niños que recibieron su primer teléfono entre los 12 y 13 años con aquellos que aún no lo tenían y observaron más señales de malestar emocional y peor descanso en el primer grupo.
Barzilay subrayó a The New York Times que los 12 años marcan una etapa de alta vulnerabilidad: “Un niño de 12 años es muy, muy diferente a uno de 16”.
La ciencia no culpa a los padres, pero sí pide cautela
Aunque el estudio no demuestra causalidad directa, coincide con una creciente evidencia que vincula el uso temprano de smartphones con problemas de atención, menor autonomía en el juego y menos tiempo para actividades esenciales.
Sin embargo, los expertos aclaran que los dispositivos también ofrecen beneficios en socialización, aprendizaje y seguridad familiar. “Cuando le das un teléfono a tu hijo, debes considerarlo como algo importante para su salud”, advirtió Barzilay.
Recomendaciones: reglas claras, menos uso nocturno y supervisión conjunta
Asimismo, los especialistas sugieren limitar el uso en horas nocturnas, evitar el teléfono en la habitación, revisar configuraciones de privacidad y establecer normas consistentes en casa.
Las cifras de Pew Research Center, citadas por CBS News, muestran la magnitud del fenómeno: en 2024, el 95 % de los adolescentes de 13 a 17 años tenía smartphone; incluso entre los más pequeños la penetración crece rápidamente.
¿A qué edad entregarlo? El debate sigue abierto
El estudio no fija una edad ideal, pero sí advierte que recibirlo demasiado pronto se asocia con peores indicadores de salud. Las investigaciones futuras buscarán identificar qué aplicaciones y patrones de uso resultan más perjudiciales.
Mientras tanto, escuelas, padres y expertos continúan discutiendo la mejor ruta. Para la psicóloga Jacqueline Nesi, de la Universidad de Brown, no es necesario esperar pruebas definitivas: “Dar a un niño un dispositivo con acceso a todo Internet va a ser arriesgado”.
Finalmente, Barzilay insiste en una respuesta colectiva: no todos los niños tendrán problemas, pero es crucial que la sociedad entera participe en la solución.
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