El uso de plantas medicinales para aliviar o curar afecciones en nuestra población pediátrica es muy frecuente. Muchas plantas de nuestro herbolario doméstico son utilizadas en diversas formas como medicina tradicional para curar y aliviar las enfermedades y sus malestares, tales como: fiebre, vómitos, diarreas, mareos, fatiga, tos, para expulsar parásitos y por supuestos para tratar los famosos mal de ojo, emparches, ataques de lombriz.
Pero debe ser visto este aspecto con mucha prudencia dadas las características fisiológicas y metabólicas especiales de los niños. Entre el 33 al 50% de los casos se ha recurrido en algún momento a esta modalidad de tratamiento. No pocos autores recomiendan, que debido a la gran capacidad de recuperación ante las enfermedades por parte del niño, la intervención terapéutica es irrelevante e incluso en algunos casos puede agravar la enfermedad, por lo que la conducta del Pediatra es dar confianza. La decisión más difícil no es dar el tratamiento, sino decidir si darle el tratamiento o no hacerlo.
La Organización Mundial de la Salud define a la fitoterapia como «la ciencia que estudia la utilización de los productos de origen natural con finalidad terapéutica, ya sea para prevenir, atenuar o curar un estado patológico», por lo tanto es una opción terapéutica mas, siendo las plantas medicinales y los productos de ellas derivados considerados como medicamentos. La utilización de plantas medicinales en los niños por parte de los padres o cuidadores, a veces sin consulta previa al pediatra, es relativamente frecuente, en especial en niños con enfermedades crónicas (asma bronquial, artritis reumatoidea juvenil, alergias crónicas recidivantes, psoriasis).
Muchos piensan que como se tratan de remedios naturales es más seguro su uso, cosa que no es cierta y es probable que se produzcan efectos colaterales no deseados. Los efectos indeseables pueden manifestarse en forma aguda pero también crónica cuando se usan el compuesto de estas plantas en forma prolongada.
En toxicología hay una máxima que dice así:»todo es veneno, nada es veneno, depende de la dosis», y esto es aplicable en el uso de las plantas medicinales en nuestro medio, ya sea en sus diferentes formas, como infusión, cataplasma, emplasto, bebedizos combinados.
Plantas de uso frecuente y que gracias a sus principios activos producen un beneficio en personas con algunas dolencia o enfermedad, de forma rápida o lenta, todo depende de la concentración utilizada, no están exentas de producir efecto toxico e incluso poner en peligro la vida en quien se utilice dichos preparados medicinales.
Muchos de los principios activos de los medicamentos que utilizamos en la medicina alopática provienen de estas plantas, y gracias a ello se obtienen productos purificados(medicamentos sintéticos) que atacan directamente lo que está generando la sintomatología que queremos suprimir, evitando o disminuyendo los efectos secundarios o indeseables, con dosis adecuadas, que en los niños siempre son administradas calculando la dosis de acuerdo al peso o superficie corporal de nuestro pacientico, respetando siempre el índice terapéutico y su biodisponibilidad(horarios, intervalos entre dosis, duración del efecto terapéutico, efectos secundarios esperados inmediatos, mediatos y tardíos).
Sin embargo, cuando se utilizan las plantas medicinales no podemos hablar de dosis adecuadas, y solo la experiencia que se tiene sobre su uso marcará la prudencia con la cual se utilizara para obtener los resultados deseados. Hablar de las plantas medicinales y tener en cuenta su toxicidad de cada una de estas plantas, sería muy extenso tratar en un artículo como este.
Muchas de la sintomatología que se presentan en nuestros pacienticos producto de un efecto tóxico por el uso indiscriminado de este tipo de plantas, cuando acuden a la sala de emergencia, son ocultados consciente o inconscientemente por los padres o cuidadores del niño ,lo cual no beneficia en nada al paciente intoxicado o envenenado por estas plantas medicinales.
Convulsiones, vómitos incoercibles, somnolencia, estado de postración, desorientación, taquicardias, rubicundez, sudoración fría, hipotensión, desvanecimiento, estado de shock, incluso la muerte, son situaciones a las que nos podemos enfrentar. Por eso el interrogatorio debe ser exhaustivo dándoles la suficiente confianza a los padres o cuidadores con el fin de obtener información confiable y fidedigna al respecto.
Entre las plantas de uso frecuente en nuestros niños tenemos: la fregosa, el pasote, la manzanilla, la verdolaga, la marihuana, la colombiana, el cundiamor, la sábila, la chinchamochina,caña la india, el cogollo de limón, el piñón , el catuche,la col, el ricino, la hierba mora, la hierba menta, orégano orejón, anís estrellado,almendras,ajo,jengibre,arandano,la valeriana, cada una con sus propiedades especificas que utilizadas prudentemente actúan produciendo efectos beneficiosos en el niño enfermo, pero siempre se debe tener en cuenta sus compuestos tóxicos, desconocidos por el común de las personas, que pueden producir efectos no deseados si se dan en dosis que sobrepasen el límite permitido de su dintel terapéutico.
Nosotros los Pediatras, en consenso, compartimos la expresión que dice: «no se meta a brujo si no conoce la hierba», por lo tanto recomendamos que ante cualquier sintomatología que esté produciendo deterioro en la salud de su hijo mejor acuda al médico y no se ponga a inventar, ya que en muchas ocasiones se produce más bien daño en vez del beneficio que pretenden ofrecerle al niño.
Hasta la próxima.-
Dr. Hugo Lezama Hernández.
Pediatra Puericultor. Egresado de la Universidad de Oriente (UDO).
Miembro de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.Filial Bolívar.
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