Washington, Estados Unidos.  Las fulicas, aves conocidas también como fochas o gallaretas, tienen un plumaje predominantemente oscuro, pero los pichones lucen plumas y picos de brillantes colores rojos y anaranjados, y un estudio que publica este lunes Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) explica cómo esto responde a su estrategia de reproducción.

Otras investigaciones previas han mostrado que las fochas adultas alimentan, con preferencia, a los pichones con ornamentación más colorida, y se ocupan menos de otros cuyo plumaje se ha manipulado para que sea menos atractivo, lo cual sugiere que los pichones más vistosos tienen ventajas en la supervivencia.

Esta preferencia dentro de las familias podría ser lo que promueve la ornamentación de las crías, de la misma forma que la elección de pareja por parte de las hembras puede resultar en machos variopintos en el contexto de la selección sexual.

El artículo señala al pavo real como el ejemplo más claro de esta evolución.

Pero Bruce Lyon, profesor de ecología y biología de la evolución en la Universidad de California, y autor principal del estudio, señaló que esas investigaciones no explicaban por qué las fulicas adultas prefieren los pichones coloridos, y a los intereses de quién sirve la ornamentación.

«Es una cuestión interesante porque hay teorías acerca de los conflictos de interés entre los padres y las crías que sugieren que podría ser que el pichón manipula al padre o la madre para recibir más comida», dijo Lyon. «Una vez que se ha comprobado que los padres realmente prestan atención a la ornamentación, enfocamos este estudio a la variación natural en el colorido del pichón», agregó.

En el campo de estudio en la Columbia Británica (Canadá), Lyon y Daizaburo Shizuka, de la Universidad de Nebraska, recolectaron huevos de nidos de las fulicas y los empollaron en el laboratorio.

Con un fotoespectrómetro obtuvieron mediciones detalladas y precisas de los colores en casi 1.500 pichones de fulica, y por cada pichón anotaron la familia de la cual provenía, y el orden de puesta del huevo y eclosión.

Un descubrimiento clave surgió de la observación del colorido del pichón en relación con el orden de eclosión: las fulicas ponen alrededor de diez huevos, uno por día, y los pichones rompen el cascarón en el orden en que fueron puestos los huevos, y resultó que cuanto más tarde sale un pollo del cascarón más colorido es.

«Esto indica que los pichones no controlan su coloración, porque no saben en qué punto del orden de puesta del huevo están», comentó Lyon. «Éste es un efecto maternal, presumiblemente debido a que la madre pone más pigmentos carotenoides en los últimos huevos».

La razón por la cual las madres fulicas marcan así sus pichones, señaló el estudio, está relacionada con la estrategia reproductiva de estas aves. Las fulicas ponen muchos huevos relativamente pequeños de los cuales salen más pichones que lo que pueden sustentar sus fuentes de alimentación en la mayoría de los años.

Como resultado, casi la mitad de cada nidada muere de hambre.

«Es muy eficiente para las fulicas porque no les cuesta mucho producir sus huevos», apuntó Lyon. «Al poner una nidada optimista y luego reducir la nidada a la par del suministro de comida, siempre están criando tantos polluelos como pueden».

La pérdida selectiva de pichones ocurre durante los primeros diez días después que salen del huevo, cuando los parientes no muestran preferencias y alimentan a cualquiera de los polluelos que los apremian cuando tienen comida.

Pero todo cambia unos diez días después de que el primer pichón sale del cascarón y a esa altura los padres empiezan a controlar la distribución de comida para asegurarse de que las crías restantes en la nidada reciben alimentación suficiente.

Cada uno de los adultos elige un favorito que recibe alimentación con preferencia y los polluelos favorecidos son los más coloridos, esto es, los que salieron del cascarón más tarde.

EFE

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