Bruselas, Bélgica. Hace exactamente 100 años que arrancaron los Juegos Olímpicos de Amberes y aunque el grueso de las competiciones se disputaron entre agosto y septiembre de 1920, fue un 23 de abril cuando comenzaron las carreras en la pista de patinaje sobre hielo de esa localidad del norte de Bélgica.
La de 1916 fue la primera interrupción de las competiciones desde el arranque de los Juegos modernos en Atenas en 1896, algo que volvería a ocurrir con Tokio 1940 y Londres 1944, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, y que ha vuelto a suceder con Tokio 2020 por la pandemia de coronavirus, que ha obligado a trasladar la cita olímpica en el país nipón a 2021.
La capital de la región belga de Flandes fue elegida para los JJOO posbélicos de 1920 «porque Bélgica aparecía como un país martes, cuya neutralidad fue violada», explica en una entrevista en la radiotelevisión belga «RTBF» el historiador Paul Dietschy, autor de «El deporte y la Gran Guerra».
«Amberes resistió históricamente a las tropas alemanas desde el final de agosto al inicio del mes de octubre de 1914. Y la ciudad aportó su contribución a la victoria contra Alemania», agrega el especialista, que subraya que esa ciudad belga contó con el respaldo del barón Pierre De Coubertin, padre de los Juegos modernos, frente a las candidaturas de Lyon y Amsterdam.
La designación de la sede olímpica se decidió en abril de 1919 y Amberes sólo tuvo un año para prepararse y en tiempos de posguerra, aunque los JJOO de entonces estaban muy lejos de la movilización que suponen actualmente.
Participaron 2.622 atletas -sólo 65 mujeres- de 29 países y 156 disciplinas, unos números muy modestos respecto a los 11.238 deportistas de 207 países repartidos en 306 competiciones de Río 2016.
En la ceremonia de apertura de 1920 se izó la bandera olímpica con sus cinco anillos entrelazados, se liberaron palomas como símbolo de paz y se pronunció el juramento olímpico y en los juegos se incluyeron algunas disciplinas de invierno, como patinaje y hockey sobre hielo, así como el korfball como deporte de exhibición (una suerte de baloncesto con la canasta situada en un pivote).
Las pistas de atletismo eran aún de ceniza y las tribunas de los estadios no tenían los estándares de seguridad actuales, pero Bélgica contaba con la dificultad de que había sido parcialmente destruida por las tropas alemanas durante la guerra, señala Dietschy.
La escasez de la posguerra se suplió con el voluntarismo del gobierno y del propio rey Alberto I, que durante la contienda había apoyado a los equipos deportivos militares belgas para demostrar a la comunidad internacional que Bélgica, aunque ocupada, seguía existiendo.
El regreso del fútbol y del ciclismo, los dos grandes deportes de Bélgica, contribuía también a que ese pequeño país centroeuropeo que había tenido unas 80.000 víctimas mortales en la guerra empezara a volver a la normalidad.
«También existe esta idea de celebrar la unidad nacional. Lo cual, por cierto, no siempre se ilustrará durante los Juegos. Habrá, por ejemplo, desacuerdos sobre la composición del equipo nacional de fútbol, entre jugadores valones y jugadores flamencos», añade el historiador.
Entre los grandes nombres que tocaron el cielo olímpico en Amberes se recuerda al italiano Nedo Nadi y sus seis medallas de oro en pruebas de esgrima o el célebre atleta de larga distancia finlandés Paavo Nurmi, que se llevó tres oros y una plata.
También a la estadounidense Ethelda Bleibtrey, que a sus 18 años ganó las tres pruebas de natación femenina y batió récords mundiales cada vez que saltó al agua, también durante las rondas de clasificación.
Un año antes, Bleibtrey había sido detenida por nudismo en una playa estadounidense al bañarse sin cubrirse las piernas y la noticia causó tal revuelo que no sólo no sería castigada sino que a partir de entonces se decidió que las mujeres también podían enseñar las piernas al bañarse, como los hombres.
Sin límite de edad, el decano de los deportistas de aquella edición de Amberes 1920 fue el tirador sueco Oscar Swahn, que con 72 años se colgó del cuello una medalla de bronce en la disciplina de tiro al ciervo, en la que se usaban figuras de plástico con una diana y no animales reales, como sí ocurría con el tiro al pichón.
Al término de los Juegos, que salvo por las pruebas de invierno se celebraron entre el 14 de agosto y el 12 de septiembre, Estados Unidos se situó a la cabeza del medallero, seguido de lejos por Suecia, Gran Bretaña, Finlandia y Bélgica, mientras que Brasil sumó su primer oro olímpico gracias al tirador Guilherme Paraense.
EFE noticias
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