Miranda
Más 960 hectáreas recuperadas para la producción de este rubro. Foto: Canva

La caficultura en Venezuela presenta una situación dual, marcada por un lado por el resurgimiento de marcas y el reconocimiento de la calidad de su café, y por otro, enfrenta serios desafíos estructurales y económicos que afectan a los productores.

Comencemos por ver el vaso medio lleno. Hay aspectos positivos y de resurgimiento. En primer lugar, la calidad y el reconocimiento. El café venezolano, históricamente bien ponderado por su calidad (principalmente la variedad Arábica), está recuperando atención. Se destacan los cafés cultivados en regiones con condiciones ideales de altitud y clima, como los estados Táchira, Mérida, Trujillo, Lara, Portuguesa y parte de Barinas.

También hay un aumento de marcas y emprendimientos. Se ha observado un auge en el sector, con el registro de más de 3.000 marcas de café desde 2020, lo que refleja un movimiento de emprendimiento y el interés en el café de especialidad.

Venezuela ha logrado un autoabastecimiento en materia de café con producción nacional. Otro factor a favor es la recuperación del consumo per cápita. El consumo de café por habitante se ha ido recuperando, aunque sigue por debajo de los niveles de hace una década.

Incluso, vayamos más allá, hay exportación: Aunque representa un porcentaje menor de la producción total (aproximadamente el 10%), el café venezolano está llegando a mercados internacionales, con Estados Unidos como destino principal, a pesar del contexto político.

Y, en cuanto al marco legal, hay que remachar que se ha impulsado un proyecto de Ley Nacional del Café para respaldar al productor, con miras a incentivar el desarrollo sostenible y la exportación.

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store