“En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra». Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a Santa Ángela de Méreci. Nacida alrededor del año 1470 en Desenzano, junto al lago de Garda, en la región de Venecia. Tomó el hábito de la Tercera Orden Franciscana y reunió un grupo de jóvenes para instruirlas en las obras de caridad. El año 1535 fundó en Brescia un instituto femenino, bajo la advocación de Santa Úrsula, dedicado a la formación cristiana de las niñas pobres.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 4, versos del 26 al 34, En el que se narra una enseñanza de JESÚS, sobre cómo DIOS actúa, para hacernos vivir el Acontecimiento Redentor, donde Dios se Encarna en medio de nosotros, adoptando las limitaciones humanas, para Enseñarnos a ser más humanos, y hacernos partícipes de Su Divinidad. Por eso es que, el Maestro, nos dice que, el Reino de DIOS, es algo pequeño, que quiere crecer para dar cobijo y vida. Algo discreto que quiere hacerse presente. Sin imponer Su Voluntad, sino proponiendo Su Plan de Vida y Amor para la humanidad.

Y así como la cosecha va más allá del esfuerzo de los campesinos, el Reino de DIOS no coincide con los esfuerzos humanos, sino que es un Don de DIOS. Y DIOS es como un campesino paciente que respeta las leyes de crecimiento de la semilla y que sabe esperar el tiempo que sea necesario para verla germinar, crecer y dar frutos, símil que podemos usarlo para inferir que DIOS también espera por nosotros para que tomemos la acertada decisión de hacernos fruto y propagadores del Reino en medio de la gente.

Y es esa la explicación bien sencilla que nos da JESÚS, para hacernos entender cómo se hace realidad el Reino de DIOS, en medio de nosotros. Es el milagro de la Vida de DIOS en el mundo, una Vida que quiere hacerse presente en cada corazón de los seres humanos y que será Plena al final de la historia. Es una fuerza silenciosa que de día y de noche quiere hacer del mundo la casa de DIOS. Es un Espíritu que Alienta en tantas personas, palabras y obras que construyen, edifican, ensanchan la vida, para hacernos más humanos y podamos ser felices en cada uno de los distintos entornos donde nos desarrollamos, transformando las condiciones inhóspitas en tierra fértil para la fraternidad.

Al confrontarnos con el texto, vemos cómo esta enseñanza de JESÚS, de hacernos entender la intervención de DIOS en el mundo, contrasta con dos mentalidades: la de quienes creemos que la intervención de DIOS en la historia depende exclusivamente de la iniciativa humana, es decir, de nuestros méritos, y obras, y también la de quienes creemos que DIOS actúa sin la intervención del ser humano, en un providencialismo excesivo.

Por eso es que hay que releer muy atentamente el texto, para ver que el Evangelista tiene cuidado al indicar que el campesino es quien siembra la semilla y está pendiente de ella día y noche, aunque no sepa cómo crece. Así es el Reino de DIOS, a nosotros nos corresponde contribuir con la siembra, y cada día estar pendiente de su crecimiento, pero es a DIOS a quien le compete hacerlo crecer por todas partes, por lo que es necesario la Gracia de DIOS, pero también la disposición de cada uno de nosotros para asumir la Misión para la cual hemos sido llamados.

Lo que permitirá experimentar que, la Presencia del Reino es lo que hace más llevadero las condiciones de esta vida terrena, y que muchas veces nosotros mismo no entendemos, pero si lo certificamos, ya que todos los que nos anonadamos en las manos de DIOS, a pesar de estar pasando por la misma situación crítica de los demás, siempre tenemos “un bocado” para alimentarnos y siempre nos llega una solución a nuestros problemas y a los de los vecinos o amigos, los cuales asumimos como nuestros, y eso es “saborear” el gozo de lo que viviremos en el Banquete de la Vida Eterna.

Y es esa certeza la que nos da la Fuerza para salir decididamente a contagiar a otros de esa realidad y exigir valientemente el respeto a los derechos ciudadanos y a una mejor calidad de vida. Certeza que también nos permite entender que el Reino de DIOS, es un Don y una Tarea, tal como nos lo ha enseñado nuestra Santa Madre Iglesia, Don porque es DIOS que lo Otorga, y Tarea porque somos nosotros que tenemos que llevarlo a la práctica.

De allí lo pertinente, hacernos las siguientes preguntas: ¿Somos conscientes de nuestras responsabilidades, para asumir las tareas en la propagación del Reino de DIOS? ¿Confiamos en la acción salvífica de DIOS en nuestras vidas, o andamos desesperados ante cualquier amenaza o inconveniente?

Señor JESÚS, concédenos una mirada limpia para descubrirte en las cosas pequeñas y ordinarias de la vida y danos la fuerza para esperar sin retardar, ni violentar el crecimiento de las Bendiciones que Tú tienes para nosotros.

Amén

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