Lisboa, Portugal.  Tras quince días sin aulas, Portugal comienza este lunes la enseñanza «online» para 1,2 millones de escolares. Alumnos sin computador, pueblos sin banda ancha y algunos profesores envían las fichas de trabajo por correo postal. Ser maestro y alumno «a distancia» se ha convertido en un desafío en tiempos de covid.

Tras la primera ola en la que Portugal decidió cerrar las escuelas y continuar las aulas a través de un canal de televisión para que todos los alumnos pudieran seguir las clases, el Gobierno tenía claro que no se volverían a cerrar las escuelas.

Sin embargo, en la tercera ola el virus golpeó con tanta dureza al país luso que el Gobierno se vio abocado a cerrar todos los centros docentes del país el pasado 22 de enero.

Las clases cerraban 15 días y el Ejecutivo, convencido de que la prioridad es la docencia presencial, no daba opciones a una enseñanza a distancia durante estas dos semanas que concluyen hoy.

Sin embargo, la pandemia, lejos de amainar, se acentuó a finales de enero y el Gobierno decidió que no había más remedio que regresar a las clases «online».

La comunidad educativa tiene claro que este tipo de formación no es la idónea porque, entre otros factores en contra, acentúa las desigualdades.

UN PLAN DE CONTINGENCIA POR COMPLETAR

Con la experiencia de la primera ola, el Ministerio de Educación diseñó un plan para evitar una brecha tecnológica entre el alumnado y repartió a principios de curso cien mil ordenadores, con prioridad para los escolares de secundaria con menos recursos.

Aún así faltan otros 335.000 computadores que están pendientes de entrega y que, previsiblemente, se repartirán en el mes de marzo.

Ante el déficit de material informático, las Cámaras municipales (entes que gobiernan cada concejo portugués) han recurrido a las computadores que, en muchos casos adquirieron de forma urgente en marzo pasado, cuando se cerraron las aulas.

Es el caso de la Cámara municipal de Almeida (región Centro), que ha vuelto a prestar los 57 ordenadores y 37 «routers» que compraron, ya que muchos alumnos carecían de dicho material.

António Machado, alcalde de Almeida, explica a EFE que, además del este déficit, «gran parte» de los pueblos de esta comarca del interior limítrofe con España «no tienen banda ancha y la red móvil 3G es muy floja».

La enseñanza a distancia «genera una desigualdad muy grande», afirma, mientras que insiste en que «muchas familias tienen dificultades para acompañar a sus hijos en esta modalidad de enseñanza online»

António Robalo, alcalde de Sabugal, otro concejo fronterizo del interior asegura que a las escuelas de primer ciclo de su comarca el Gobierno ha enviado una treintena de computadoras, por lo que han tenido que prestar a los alumnos las 120 «tablet» que ya adquirió este Ayuntamiento en marzo pasado, además de los «routers», ya que, al igual que en Almeida, muchos pueblos no tienen banda ancha.

Robalo considera que el Ministerio de Educación luso debería de haber previsto hace ya tiempo, incluso antes que llegara la pandemia, que el futuro de la enseñanza está marcado por la modalidad «online».

En estos pueblos, donde hay gran proximidad entre las gentes, «cualquier familia recibirá ayuda si no puede acompañar la educación a distancia de su hijo», argumentó.

DEL WHATSAPP AL CORREO POSTAL

Los profesores aseguran que, al igual que hicieron en el cierre de las escuelas de la primera ola, ahora volverán a usar toda las técnicas que sean necesarias para que los alumnos aprendan las materias, conscientes de que nada es tan eficiente como la enseñanza presencial.

Para que las fichas llegaran a todos sus alumnos, algunos profesores de pueblos del interior de Portugal imprimían las fichas de los trabajos y, una vez en papel, las enviaban por correo postal al Ayuntamiento o a las propias casas de los alumnos.

Incluso, algunos enviaban las hojas de trabajo al Ayuntamiento, allí las imprimían y, posteriormente, las repartían. Así recibían los deberos los dos niños del pueblo de Prado, en la comarca de Aguiar da Beira (Centro), donde el profesor tuvo que desistir del uso de las nuevas tecnologías para comunicarse con ellos.

Paulo Meirinho, profesor de música en la escuela de Miranda do Douro (en la frontera con España), ha preferido crear un grupo de «whastapp» con todos sus alumnos (a través de los móviles paternos) a los que les envía vídeos explicativos.

Cada jornada crea un vídeo de unos cinco minutos en los que selecciona una música y algunos instrumentos que les va explicando.

«Es lo que hice en el pasado confinamiento», asegura a EFE, aunque reconoce que «las clases presenciales son mucho mejor».

A pesar de la imposición de la enseñanza a distancia, algunas escuelas del país, en torno a 700, mantendrán abiertas las puertas y sus servicios para alumnos que lo necesitan de forma imperiosa.

Según el Ministerio de Educación, alrededor de 2.500 escolares ya han solicitado esta modalidad, debido a que son hijos de empleados con trabajos esenciales o niños con necesidades educativas especiales, además de las familias que no tienen alternativa para acompañar a sus hijos en la docencia a distancia.

De momento, la modalidad a distancia durará quince días, aunque muchos están convencidos de que se podrá alargar algunas semanas más, dada la difícil situación de Portugal, golpeada duramente por la covid en esta tercera ola, con 761.906 positivos y 13.954 decesos desde marzo pasado.

EFE noticias

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