Después de haber llevado a ustedes la historia del Circo Metropolitano y el Nuevo Circo de Caracas, vino a mi memoria que: aquí en nuestra gran ciudad, Puerto Ordaz, también hemos tenido plazas de toros, fiestas taurinas, al igual que en Valencia, Maracay, San Cristóbal, Maracaibo, cada una con historias diferentes, y cuando digo en forma pluralizada <<hemos tenido plazas de toros>> es porque así fue y también hemos tenido toreros, espontáneos y “locos” que se lanzaban al rodil.
La primera plaza que me viene a la memoria es una que se montó dónde está hoy día el Centro Comercial Venezuela (frente al Correo del Caroní) en el año 1975, los domingos en horas de la tarde nos dábamos cita en el lugar, Francisco “Pancho” Salazar, Héctor Cortés, Justo “Chicho” Pastor Chirinos López, Carlos Pinto, Arnoldo Moya, el Capitán de la G.N. Agapito Rivera Salazar quien en ese entonces era el comandante de la policía del municipio Caroní, una cantidad de personas nacidas en España y dos personajes a quien voy a destacar: León Rivero (este había llegado a Puerto Ordaz como fotógrafo) pero también era torero, que así fue como se dio a conocer, terminó siendo Jefe de Relaciones Publicas de Fesilven.
De vez en cuando salía con su capote y su destreza, mientras en el publico muchos de ellos ataviados con sombreros cordobés, botas con su respectivo contenido de vino en el hombro, disfrutábamos.
El otro personaje, nacido en Maracay, trabajaba en la Orinoco Mining Company como mecánico de aviación: Raúl Linares, como buen maracayero, llevaba el taurino en la sangre, siempre se lanzaba al ruedo como “espontáneo”, hasta que llegó el momento que: un día domingo en la tarde un toro (que no era su amigo, ni aguantaba que lo retaran) lo corneó en la cara, sacándole el ojo izquierdo, fue un momento de alarma, susto, correderas y demás, pero aproximadamente a las tres semanas, después de haberse recuperado y cargar un parche negro como el pirata Morgan, se volvió a lanzar al ruedo dentro de una caja de cartón a buscar lidiar al animal.
Otro caso fue, que: el toro se salió de la plaza, corriendo por las avenidas de Castillito, llegando al Parque Cachamay, se dirigió al puente, obstaculizando todo el tráfico y el Capitán Agapito Rivera, le pegó dos tiros para poder calmar la situación.
Con el tiempo esta plaza desapareció y en su lugar construyeron el Centro Comercial Venezuela.
La otra plaza de toros fue en el lugar donde hoy día funciona el CTE Cachamay, el Estadio de Futbol de Castillito, aquí sucedió algo inesperado, entre otros toreros conocidos, se anunció la presencia de uno que se lanzaba en paracaídas y caía en el centro de la plaza, lo llamaban “El Fúnebre” ese domingo todos atentos a la proeza de este “ilustre taurino” viendo hacia el cielo, esperando la presencia de la aeronave, esta nave aparece da dos vueltas y el hombre se lanza, no contaba que el cruce de los vientos dominaría al paracaídas y lo condujo hacia el Salto Cachamay, donde hubo que ir a auxiliarlo y bajarlo de un enorme árbol, con la suerte que no sufrió daño alguno, causando una enorme risa y aplausos a todos los presentes que pudieron ver lo sucedido.
Me recuerda mi amigo Rodrigo Malagón Forero, a quien hicimos revivir esos momentos, y que iba a los toros junto a su padre Julio Malagón Perilla, que lo llevaba siendo un carajito, , o mejor dicho, se hacía acompañar, porque Rodrigo era amante de la fiesta brava, tanto que escribió en las páginas del Diario Meridiano, siendo un pasante de periodista, sobre este arte taurino de la mano del «Vito» Víctor José López, entonces su jefe de redacción deportiva y quien fue un versado de la materia, recientemente fallecido por cierto.
Pues bien, me recuerda que también se lanzaba en paracaídas el recordado torero Carlos Málaga «El Sol», y lo hacía muy bien, cayendo en el mero centro de la plaza de toros ubicada en lo que hoy es el CTE Cachamay, ante la admiración de la plaza, que por lo general lucía totalmente llena. Había una gran afición por este espectáculo taurino.
El tercer caso es: cuando el presidente del Concejo Municipal era el recordado locutor J.L. Pastrano, propone realizar “La Feria de la Inmaculada Concepción” se forma una Junta Directiva, a la cual yo pertenecí, en compañía de otros amigos, ciudadanos de esta comunidad, entre las ideas de que se iba a hacer, lógicamente se habló de una plaza de toros, ésta se instaló en AltaVista en el lugar que hoy ocupa el C.C. AltaVista II, donde también estuvo el Cine Carro.
Se realizaron varias corridas, con toreros traídos de diferentes lugares del país, entre ellos tuvimos al Curro Girón y toros traídos desde el Estado Falcón, según, el propietario de las reses era un señor de apellido Montenegro y la persona que intermediaba como empresario con la Junta era un conocido torero de muchos años atrás llamado Pepe Vilma.
Pasan los días y este señor Vilma, aparece en mi estudio fotográfico vestido muy elegantemente, buscando hablar conmigo y me ofrece ganarme en un día, sin hacer nada, bolívares CIEN MIL. De qué manera? Cuando cien mil bolívares en ese entonces era bastante; bien… era lo siguiente, me dice con mucha confianza: <<Evelio, ese Montenegro, es una cosa seria y muy desconfiado, me dice que si no le deposito hoy el dinero, no me manda al ganado, así que tú me das cien mil y yo se lo mando a Montenegro y mañana tienes en tus manos doscientos, fácil, sin hacer nada>>.
Como nunca he creído en esas facilidades, me negué, aparte de su insistencia, salió y se fue refunfuñando, a los tres días se me presenta un señor muy serio y educado que gerenciaba una conocida embotelladora en Chirica, y era miembro de la Junta Directiva de la Feria en una actitud muy molesta, después del saludo de rigor me pregunta: <<¿Evelio, que sabes tú de Pepe Vilma, lo ando buscando y donde lo encuentre vamos a tener el zaperoco del siglo?>> Que pudo haber pasado para ver este señor tan honesto y educado, en una actitud tan agresiva, …lo que pasó es que le aplicó la misma que me ofreció a mí, pero por la cantidad de bolívares quinientos mil, luego los toros no aparecieron, la feria más nunca se repitió, la plaza fue desmontada y de Pepe Vilma más nunca se supo. Solo que el recuerdo de los que vivimos esa época, cuando Puerto Ordaz era sumamente bello, quinientos mil era una gran cantidad y de los miembros de la Junta, aun quedamos algunos, entre otros mi amigo “la víctima”
MORALEJA, dinero ganado fácilmente de la misma manera se va y nadie que tú no conozcas te va a buscar para ganarlo. OJO PELAO
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