La mayoría de los aficionados que se desplacen este sábado a Wembley nunca habrán visto al Real Madrid perder una final de la Copa de Europa. Muchos de los que sintonicen el partido por televisión no habrían nacido cuando Alan Kennedy, con el Liverpool, aprovechó un fallo defensivo para evitar en 1981 la que hubiera sido la ‘Séptima’ del Real Madrid.
Muchos no saben lo que es que el Real Madrid pierda una final de ‘Champions’, porque se han acostumbrado a una hegemonía que traspasa cualquier obstáculo: el favoritismo de la Juventus Turín de Zidane, el mejor Valencia de la historia, el ‘Neverkusen’ de 2002, el minuto 93 de Lisboa, los penaltis de Milán y los 24 disparos del Liverpool de Jürgen Klopp en 2022.
El Real Madrid es inexpugnable en las finales y este sábado está ante la aparentemente más desnivelada de las últimas décadas. Nunca los ‘Blancos’ han sido tan favoritas en una cita por la ‘Orejona’. El Borussia Dortmund es el equipo por el que nadie hubiera dado un euro a principios de temporada, pero que tras superar un grupo de la muerte con Paris Saint Germain, Newcastle United y Milan, y eliminar al PSV, el Atlético de Madrid y de nuevo a los parisinos, está en la tercera final europea de su historia.
Ejemplos para temblar
Si algo ha enseñado los últimos acontecimientos al Real Madrid es que las finales no están para confiarse. En un espacio de dos semanas, el imbatible Bayer Leverkusen de Xabi Alonso fue goleado en la final de la Liga Europa por el Atalanta, el Manchester City perdió la final de la FA Cup contra el denostado Manchester United de Erik Ten Hag y el Fiorentina cedió su segunda final de Liga Conferencia contra un equipo como el Olympiacos de José Luis Mendilibar que nunca había ganado un título continental.
Todo el viento corre a favor del equipo de Carlo Ancelotti, que ha llegado con el grupo al completo y disponible, a excepción de Andriy Lunin, con gripe, y Aurelien Tchouameni, lesionado desde hace semanas.
El técnico italiano podrá poner un once prácticamente de gala, comandado desde la portería con el héroe de la final de París hace dos años, Thibaut Courtois, que se ha recuperado de dos lesiones graves esta temporada para llegar en forma a la cita clave de Wembley. El belga ha disputado cuatro partidos en la Liga, como preparación, y ha demostrado seguir siendo el arquero más seguro del mundo.
Dani Carvajal, desde el lateral derecho, lidera un grupo de futbolistas que puede sumar este sábado su sexta ‘Champions’, igualando al mítico Paco Gento, junto a Nacho Fernández, Luka Modric y Toni Kroos, que ganó su primera con el Bayern de Múnich y dirá adiós al fútbol quizás con una última ‘Orejona’ bajo el brazo.
¿Kross o Reus?
La despedida de Kroos, en uno de los mejores momentos de su carrera, opaca la de Marco Reus en el Dortmund, héroe de los alemanes desde su llegada en 2013, pese a su mala fortuna —se perdió el Mundial de 2014 por lesión— y su maldición con los títulos.
Kroos estará acompañado en el medio por Camavinga, Fede Valverde y Jude Bellingham, estando este último bajo lupa, por el escenario, el rival y la oportunidad de coronar su primer año en el Real Madrid con el trofeo más preciado de todos.
El centrocampista inglés, que ha irrumpido por la puerta grande en Chamartín, dio el salto a la élite con tres temporadas en el Dortmund que cimentaron su estatus de promesa europea. En el Madrid no ha hecho sino seguir confirmando su progresión y mostrar un carácter y una personalidad atípicos para un chico de 20 años. Tras unas pobres semifinales contra el Bayern de Múnich, lastrado por los problemas físicos y el cansancio, Bellingham ha tenido tres semanas para recuperarse y estar a punto. En Wembley, donde ya ha brillado con la selección inglesa, muchas miradas estarán puestas sobre él.
Con Vinícius Júnior y Rodrygo Goes arriba, el Real Madrid se asegura tener a uno de los mejores del mundo, si no el mejor, y que ya sabe lo que es anotar en una final, y a un Rodrygo que es especialista en esta competición.
Inesperada, pero no nueva
Para el Dortmund esta es una final inesperada, pero no así una situación atípica. En 1997, cuando levantaron su primera Copa de Europa, lo hicieron contra un Juventus glorioso, que jugaría tres finales seguidas, con futbolistas como Zidane, Deschamps, Del Piero y Vieri. Nadie esperaba su triunfo, pero en un partido dramático para los italianos, a los que anularon un gol dudoso y se estrellaron dos veces en la madera, los tantos de Riedle y Ricken sirvieron para que los alemanes tengan un título en sus vitrinas.
La sorpresa no se repitió 16 años después, en Wembley, cuando tras apear al Real Madrid en semifinales, el Bayern de Arjen Robben, con un gol en el ocaso del partido, decidió la final alemana.
Este Dortmund, sin las grandes estrellas de aquella época, como Robert Lewandowski, Mario Götze e Ilkay Gündogan, es un equipo entregado al grupo y que superó la fase de grupos gracias a ser el segundo equipo menos goleado de la misma.
A partir de ahí, su fiabilidad defensiva se fue al traste y los seis palos que dio el PSG en semifinales, además de los cuatro tantos que le metió el Atlético de Madrid, confirman que es un equipo que ha tapado las carencias atrás con los goles arriba.
Los alemanes han encontrado un filón en la altura de Füllkrug, un delantero de otro tiempo, que ha estado bien rodeado de jugadores rápidos e inteligentes como Adeyemi, Maatsen y Sancho. La velocidad por banda, los centros y el desborde de estos jugadores es el principal peligro de un equipo al que Terzic ha convertido en mejor peleador de eliminatorias que de regularidad.
En la Bundesliga, el Dortmund quedó quinto por detrás de Leverkusen, Bayern, Stuttgart y RB Leipzig.
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