En un significativo hallazgo arqueológico en Lchashen, Armenia, científicos internacionales han exhumado los restos de dos infantes bajo una estela prehistórica de basalto, llamada piedra de dragón, datada del siglo XVI a.C.
Este descubrimiento, que podría redefinir las prácticas funerarias de la Edad de Bronce en el Cáucaso, se destaca por la excepcional conservación de los restos y la revelación de datos genéticos.
Las piedras de dragón, o Vishapakar, son monolitos con figuras animales, típicos de Armenia y zonas aledañas, que capturaron el interés arqueológico por su enigmática iconografía y su uso continuo a través del tiempo.
La asociación directa de un entierro con una piedra de dragón es un evento sin precedentes en la región, sugiriendo un posible valor ritual o simbólico aún por descifrar.
Los estudios de ADN antiguo indican que los infantes, de entre 0 y 2 meses de edad, eran familiares cercanos con secuencias mitocondriales idénticas, y comparten perfiles genéticos con otros individuos de la Edad del Bronce del área, aportando información crucial con respecto a la composición genética de las comunidades antiguas del Cáucaso.
El hecho plantea la hipótesis de que las piedras de dragón podrían haber servido para fines funerarios o rituales, más allá de su función decorativa o conmemorativa.
Los restos infantiles debajo de tales monumentos invitan a reflexionar sobre las costumbres funerarias y las creencias en torno a la muerte en la sociedad de la Edad del Bronce armenia.
La investigación la realizó un consorcio internacional de expertos de instituciones renombradas, incluyendo la Academia Nacional de Ciencias de Armenia, la Universidad de Copenhague, el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, entre otras.
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