Madrid, España. Casi un millón de personas de la comunidad autónoma de Madrid quedarán recluidas desde el lunes en sus barrios, salvo para ir a trabajar o realizar otras actividades esenciales, una medida excepcional anunciada ayer por las autoridades sanitarias para tratar de frenar al coronavirus que ha sido recibida pos los afectados con una mezcla de enfado, escepticismo y resignación.
Treinta y siete áreas sanitarias, repartidas por seis distritos de la capital española y otros siete municipios de la región, todos en el conocido como el cinturón obrero del sur, componen el mapa del Madrid confinado, integrado en buena medida por barrios de extracción popular.
En esos barrios, además, se limitaran las reuniones de diez a seis personas, habrá una reducción genérica de los aforos al 50 % y se harán un millón de test con el objetivo de identificar a las personas infectadas por la covid-19.
Las nuevas medidas llegan después de varias semanas registrando el mayor número de contagios de toda España, con cifras que triplican las de otras zonas del país y un aumento de la presión hospitalaria preocupante, con el 64% de las UCI de los hospitales ocupadas por enfermos de COVID.
Los últimos datos oficiales publicados este viernes la sitúan a Madrid a la cabeza de las regiones españolas más afectadas por el virus, con 1.553 nuevos casos registrados desde ayer, y como una de las capitales más afectadas por la pandemia en el mundo.
UN VIRUS QUE ESTIGMATIZA
Para encontrar lo más parecido al actual epicentro del virus en Madrid hay que ir a Puente de Vallecas, uno de los 21 distritos que conforman la ciudad de Madrid, que presenta la tasa de incidencia a 14 días más elevada de la región: 1.903,96 casos por cada 100.000 habitantes.
Con cerca de 235.000 habitantes, de los cuales un cuarto son de origen extranjero, es uno de los distritos más empobrecidos de Madrid: la renta media de los hogares es de 25.527 euros anuales, la mitad del distrito de Salamanca, uno de los más ricos de la capital (57.720).
«Les falta ponernos la pulsera como a los judíos», protesta Victoria, una de sus vecinas, al salir de hacer la compra al mercado.
A Victoria le parece «una barbaridad» que se «estigmatice de esta manera» a los distritos del sur y culpa de la situación a la «nefasta» gestión de las instituciones.
Asegura, además, que el barrio «está muy abandonado desde hace muchos años» y se pregunta: «¿Si somos un foco tan importante, por qué ahora mismo no están aquí los camiones desinfectando las calles?. ¿Por qué no hay urinarios para la gente que deambula porque no tiene otro sitio donde estar?».
Mercedes, dependienta de una heladería en una de las avenidas principales, prevé que el barrio va a seguir igual», porque la gente «tiene que salir a la calle» y no espera que haya «un policía detrás de cada abuelo».
Cree que «tiene que haber medidas para todo Madrid» y que el cierre que han hecho «no es justo», porque afecta «a unos barrios que no están atendidos igual que otros» y cuyos ambulatorios y hospitales están «colapsados».
Entre tanta indignación también hay quien se resigna a la situación, como Víctor José, que considera que «hay que tratar de hacer algo para frenar el virus», o Diego, que opina que «si el barrio que sea tiene más índice de contagios pues hay que pararlo».
MÁS ALLÁ DE LA CAPITAL
El Centro de Salud Sánchez Morate, sobre el que se dibuja una de las áreas sanitarias del municipio de Getafe, también al sur de Madrid, que será aislada este lunes, cierra por las tardes desde hace meses y es muy difícil contactar con él por teléfono, según relatan a Efe algunos vecinos del barrio.
“¿Qué van a poner, al ejército para que la gente no salga?”, se preguntan, denunciando que “el metro y el tren van hasta arriba” y que “tardan un montón de tiempo en hacerte la PCR” y darte los resultados.
Paloma tiene un comercio de artículos de bebé y está “viendo si se puede ir vendiendo algo por internet”, ya que a su establecimiento acude gente también de las zonas de alrededores a la que ahora no van a dejar pasar.
Las restricciones anunciadas ayer también afectan, aunque en menor proporción, al norte de la región, a un área sanitaria a medio camino entre los municipios colindantes de San Sebastián de los Reyes y Alcobendas, separados solo por una avenida.
«Han ido a confinar, únicamente, la zona de los curritos (trabajadores)» dice a Efe, indignada, Araceli, que vive en el barrio con restricciones en San Sebastián de los Reyes y trabaja en un bar dentro del perímetro afectado en Alcobendas. Critica especialmente el cierre de la hostelería a las 22 horas, que acabará con las cenas en las mesas en la calle, “que eran la salvación tras una pésima temporada”.
Laura, vecina de Alcobendas que trabaja en Madrid, cree que las medidas son “totalmente insuficientes” para frenar al virus, porque van acompañadas de “tantas excepciones” que ella “podrá hacer su vida con total normalidad”, desplazándose a diario al centro de Madrid y pudiendo reunirse con sus amigos e ir a los bares.
Raúl, trabajador en una frutería, se queja de que hay vecinos que “no entienden nada”, sobre todo la gente mayor, “que ha ido hoy a hacer compra grande, pensando que les volvían a confinar como en marzo”.
Antonio le escucha atento mientras espera su turno y asegura que él “va a colaborar y se quedará en casa”, aunque reconoce que le costará explicar a sus hijos que no pueden ir al parque “mientras los bares están abiertos”.
EFE noticias
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