“En aquel tiempo, dijo el Señor ¿Con quién puedo comparar a los hombres del tiempo presente? Son como niños sentados en la plaza, que se quejan unos de otros: »Les tocamos la flauta y no han bailado; les cantamos canciones tristes y no han querido llorar.» Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y dijeron: Está endemoniado. Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe y dicen: Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Sin embargo, los hijos de la Sabiduría la reconocen en su manera de actuar.»
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta, entre otros santos, en honor a San José María de Yermo y Parres. Nació en la Hacienda de Jalmolonga, municipio de Malinalco, México el 10 de noviembre de 1851, y murió el 20 de septiembre de 1904 en la ciudad de Puebla. Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe en la Ciudad de México, y santificado, por el mismo Pontífice, en la Ciudad de Vaticano, el 21 de mayo, del 2000 durante el Año Santo.
En la liturgia del día meditamos los textos: 1Tim 3,14-16; Sal 110 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas, capítulo 7, del verso 31 al verso 35. En el que JESÚS, lanza una reflexión en voz alta sobre la actitud que habían tomado la mayoría de los hombres y mujeres de su tiempo frente a Su Predicación y a la de Juan el Bautista. Ya que rechazaron el Bautismo y la penitencia predicada por Juan y también rechazaron el Plan presentado por JESÚS, porque les parecía muy concesivo abierto a los pecadores y publicanos. Por lo que echaron a un lado el Plan de Dios: “ni lloran, ni danzan”, y prefirieron seguir con sus propios criterios de espalda a la auténtica sabiduría.
Ciertamente que la novedad suele suscitar reacciones encontradas, algunos por principio la rechazamos, basándonos en que las cosas siempre han sido así, y los que la acogen, la encasilla en los viejos modelos, por lo que hacen es un maquillaje de lo existente. En ambos casos triunfa el anquilosamiento y se prefiere seguir con los propios ritmos de vida, sin pararle a quienes proponen algo distinto.
La otra actitud que podemos experimentar frente a los acontecimientos del día a día es la de pensar que hemos nacido en el tiempo equivocado y nos figuramos que, si hubiésemos nacido un siglo antes, viviéramos en un ambiente más tranquilo y si hubiéramos de nacer en el futuro, la tecnología remediaría las angustias que hoy padecemos. A los contemporáneos de JESÚS, les pasaba lo mismo, se imaginaban que, si hubiese nacido en el glorioso pasado del pueblo de Israel, no hubiese cometido los mismos errores de sus antepasados, y si nacieran en el futuro ideal verían al Mesías que todavía ellos siguen esperando. Sin embargo, ambas suposiciones desconocían algo fundamental: “Dios se Revela en el aquí y en el ahora de nuestra existencia”.
Al confrontarnos con el texto y cotejar con el dicho popular: “no se puede tener contentos a todos”, que, es una expresión muy común de nuestra vida cotidiana, ante la reacción que genera nuestras acciones en favor de nuestros semejantes, ya que algunos las aprueban y otros las rechazan contundentemente. Por eso es que es necesario una Conversión real, para tener una Configuración con nuestro Maestro JESÚS, y así actuar firmemente de acuerdo a nuestras convicciones cristianas, dejando a un lado las críticas destructivas, las descalificaciones y los rechazos.
Por es que, tenemos que tener bien claro que la historia o el desarrollo de nuestras vidas, no es un cristal transparente donde miramos el éxito o el fracaso de nuestras acciones, sino el escenario donde realizamos o dejamos de cumplir el Plan de vida que DIOS ha planificado para nosotros. Por lo que de manera sencilla podemos decir que el cristiano debe aprender a vivir, tal como lo dice otro dicho popular: “bailando al son que le toquen”, teniendo en sus mentes y sus corazones la Partitura de la vida, que es la Palabra de DIOS, presente en la Sagrada Escritura.
Señor JESÚS, Danos el discernimiento necesario para entender que Tú Te Revelas en el aquí y en el ahora de nuestra existencia, para dotarnos de la suficiente fuerza Espiritual con la que podemos hacerle frente a las adversidades y problemas de cada día.
Amén
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