Madrid.- Lo que le quita el sueño a Seth es, sin dudarlo ni un minuto, «el fin de la vida» y Donald Trump, una persona «execrable» que provocó en el mundo un cambio que el historietista canadiense, que presenta estos días su cómic «George Sprott», jamás hubiera vaticinado.

Pero Seth, o Gregory Gallant (Canadá, 1962), no es un activista político, sino un artista preocupado por el legado y que tiene en su vida una máxima: que le recuerden como una persona que ha vivido su vida «a su manera».

Y así es como la vive George Sprott, el protagonista de esta novela gráfica publicada en Estados Unidos en 2019 y que ahora se publica en español de la mano de Salamandra Graphic.

Un personaje «conflictivo», dice a Efe en una entrevista, que está basado en la figura de su padre y al que a lo largo de las páginas vamos conociendo a través de la voz de un narrador omnisciente y de las entrevistas que se le hacen a todos los que le rodearon, le quisieron y le odiaron.

Un cómic en el que el lector asiste tanto al nacimiento como a las últimas horas de vida de Sprott, un periodista de ego insuperable, misógino y altivo, que no mide las consecuencias ni de sus palabras ni de sus actos profesionales y personales.

«Ahora que voy envejeciendo veo que lo malo no es cometer un error, sino no analizarlo y generar empatía con los que nos rodean. Y George no es que no entienda esto, sino que no le quiere prestar atención y él es consciente. No es que sea una mala persona, y quizá éste sea el problema que subyace en la sociedad actual», afirma el autor de «Ventiladores Clyde», una de sus obras cumbre.

Pero en este cómic de «transición», como así lo califica, Seth vuelve a ahondar en la importancia que en su vida tiene el «legado», lo que dejamos. Algo que dice que en la actualidad no dura en la memoria de la sociedad más allá de 50 o 100 años.

«Como artista te cuestionas hasta cuándo te recordarán, pero igual esto no significa nada. Gran parte de mi obra aborda esto, pero de una manera poética», dice al tiempo que se cuestiona que en esta época de Internet hay muchas familias que ni siquiera recuerdan la historia de sus abuelos.

Por eso él presume de «vivir una vida auténtica»: «Soy consciente de ello, y estoy agradecido de ser un privilegiado. En Estados Unidos vivimos en la mayor burbuja del éxito jamás conocida, vivimos mejor que los reyes de Europa»

Pero reconoce que hay dos cosas que le quitan el sueño: «el fin de la vida» y Donald Trump.

«He trabajado muy duro y siento que no tengo tiempo para hacer todas las obras que quiero hacer. Pero en mi vida me preocupa también Donald Trump; no es que sea una persona muy política, pero durante los 8 años de Obama desconecté porque no tenía preocupaciones, y cuando llegó Trump, una persona execrable, hubo un cambio en el mundo que jamás pude vaticinar», lamenta.

Vestido con un elegante traje color crema recién salido de los años 50, Seth reconoce que esta es su estética porque esa década, la que vivió la Guerra Fría, le resulta «bella» y, pese a que estamos viviendo unos días que recuerdan a aquellos tiempos, no se plantea vestir como un «hippie».

«Odiaba a los hippies -dice mientras sonríe-; mis hermanos lo eran, pero yo era más rockero, me gustaba la actitud de los punkies».

Pilar Martín EFE

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