Caracas.- Caribes de Anzoátegui debió luchar contra una buena cantidad de obstáculos para poder celebrar hoy su cuarto título en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.

El primero de ellos, verse impedido de jugar en su Estadio Chico Carrasquel de Puerto La Cruz y en contraparte irse a jugar al centro del país, específicamente Maracay, ciudad ubicada a 442 kilómetros de su terruño.

Caribes no sufrió la pandemia, pero sí debió afrontar sus daños colaterales, para que el campeonato 2020-2021 pudiese jugarse, había que agrupar a los ocho equipos del modo más cercano posible. Y surgió la idea de colocar una burbuja que se extendiera desde el nuevo Fórum de la Guaira en Macuto, hasta el Estadio Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto, contenida en una franja que abarcaba 376 kilómetros.

En principio, se decía que Tiburones podía jugar en su nueva casa y que Leones del Caracas se quedara en el capitalino Parque Universitario en condominio con Leones del Caracas.

Fórmulas y propuestas fueron y vinieron, hasta que finalmente Caribes quedaba emparejado en Maracay junto a Tigres de Aragua. Por esta temporada, la tribu ser separaba de su hermosa ciudad balneario en el paradisíaco oriente venezolano para mudarse a la capital aragüeña y su Estadio José Pérez Colmenares. Eso sí, sin perder su gentilicio.

Caribes -pues- quedaba condenado a no jugar un solo desafío en su linda Puerto La Cruz. Lo que era lo mismo que realizar una temporada de 40 juegos clasificatorios, junto a una eventual postemporada, siempre con la sensación de ser visitante. Aunque la pizarra del JPC señalase otra cosa.

Otros dos equipos acompañarían a Caribes en este proceso de expatriación forzada: Águilas del Zulia y Bravos de Margarita, clubes que como la Tribu quedaban fuera de la zona geográfica contemplada para manejar mejor la lucha contra la Pandemia Covid 19 y su alto contagio, sin tener que suspender la temporada de beisbol profesional.

Zulia y Margarita pelearon en la llamada División Occidental, pero no pudieron avanzar a postemporada… Caribes marcó diferencia al imponerse en la División Central, sobre Tigres de Aragua, Tiburones de La Guaira y Leones del Caracas. Sin perder de vista que sus 40 juegos clasificatorios -esto merece machacarse bien para que se entienda- técnicamente se desarrollaron en calidad de visitante.

Luis Sardiñas completó la mejor campaña de su carrera y la coronó con el Premio JMV de la Final.

La novena oriental culminó con marca de 24-16, ocho juegos por encima de los .500 puntos y tuvo 5.5 juegos de distancia sobre su más cercano rival, Tigres de Aragua. No quedaban dudas sobre quién había sido el equipo macho en ese segmento del torneo.

“El hecho de estar fuera de nuestra casa, sin el apoyo del público, fue muy difícil para los muchachos. Lo que ellos han hecho es una hazaña. Sabemos que este es un año de Covid-19 y bien complicado. Así que quiero agradecer a la organización de los Tigres de Aragua y a la ciudad de Maracay, que nos acogió y no hizo ser parte de ellos. Los muchachos se sintieron muy bien aquí”, señaló Samuel Moscatel, gerente general del equipo, entrevistado por el canal IVC.

Ahora veamos en cuáles condiciones jugó Caribes esta etapa clasificatoria.

Aparte del espacio físico, tema ya desmenuzado con amplitud en párrafos anteriores, se encontraba la configuración del equipo. Un mes antes de comenzar la campaña, dos peloteros históricos del club, se encontraban en situación de rebeldía: el utility Alexi Amarista y el jardinero central Gorkys Hernández. Ambos fueron negociados respectivamente a Tigres de Aragua y al Cardenales de Lara. También se hizo una negociación con las Águilas del Zulia para hacerse del jardinero Herlis Rodríguez, quien al igual que Gorkys, está catalogado como uno de los guardabosques de mejor fildeo en nuestro medio. Se iba una eminencia con el guante, llegaba otra. Así mismo el equipo prescindió de los servicios del veterano jardinero René Reyes, quien fue a vivir una segunda etapa de su carrera con Cardenales, la cual a sus 42 años, resultó satisfactoria.

Pese a tener la posibilidad de colocar en la dirección a Ramón Borrego, el equipo prefirió repetir a Jackson Melián, quien, sin ninguna experiencia previa como manager, había llevado al equipo al subcampeonato la temporada anterior.

La filosofía del conjunto era depender casi exclusivamente de sus criollos, a excepción de dos lanzadores importados y de nacionalidad dominicana: el relevista Henry Martínez y el doble propósito Emmanuel Ramírez. Este último tuvo bastante mala suerte. Antes de su primera apertura en los inicios de la segunda semana del torneo, fue diagnosticado con cierta enfermedad que obligaba a mantenerlo aislado. Unas semanas después reapareció como relevista y lo hizo bien. Eventualmente abrió juegos y mostró recursos para sobrevivir en esta liga. Lamentablemente, se presentaron molestias de índole físico y hubo que regresarlo a su país. Empero, dejó notable efectividad de 1.50, guarismo que muy seguramente le ayudará a regresar. Si no sucede con Anzoátegui, tal vez con otro club.

Niuman Romero volvió a demostrar su liderazgo e importancia como figura histórica de la Tribu

Afortunadamente para Caribes, Andrés Machado y David Martínez, lanzadores que llegaron respectivamente en las negociaciones por Gorkys y Amarista, pudieron robustecer la rotación abridora, a la cual se unió Liarvis Breto, zurdo que en los años anteriores había dejado constancia de saber resolver situaciones conflictivas, al llegar desde el bullpen.

“Cuando terminó la temporada pasada (después de perder la Serie Final en siete juegos contra Cardenales de Lara), la analizamos Otto Padrón (gerente deportivo), Tony Mérola (gerente de medios), el resto de la gerencia. Y había que buscar cambios, había que buscar alternativas. Sabíamos el problema que teníamos con Amarista y Gorkys. Así que tratamos de conseguir grandes piezas por ellos y creo que trajimos presente y futuro. Muy orgulloso que todos los involucrados en el cambio fueron los pitchers uno y dos de esta serie (David Martínez y Andrés Machado) de la Final (ganada en cuatro desafíos a Lara). Pienso que trabajamos bien”, abundó Moscatel.

El citado trío, Machado, Martínez, Breto, se unía un eficaz Wilfredo Ledezma, quien tejió una campaña de 1.91 de efectividad.

Pero no todo resultó sonrisas. El camino presentó fuertes baches para sortear.

El infield del equipo estaba diseñado para que Niuman Romero cubriera la antesala, Luis Sardiñas la grama corta, Andrew Monasterio y César Valera se alternaran en la intermedia y Balbino Fuenmayor defendiera la inicial. Jesús Sucre y Tomás Telis se turnarían en la receptoría, mientras que los jardines, de izquierda a derecha, quedaran para Willians Astudillo, Rafael Ortega y Herlis Rodríguez, con Oswaldo Arcia en plan principal de bateador designado.

En los albores de la segunda semana, un pelotazo le provocó fisura de antebrazo izquierdo a Balbino Fuenmayor, quien quedaría prácticamente anulado para el resto de la campaña.

Monasterio también fue pasto de las lesiones, lo mismo que Rodríguez, quien más que un problema muscular debió afrontar una cirugía de apendicitis, que le hizo perder media temporada.

Mientras esto ocurría entre los jugadores de posición, en el pitcheo, el hombro de Mayckol Guaipe, as de la rotación, obligaba al exgrandeliga a tomar reposo.

La ausencia de Guaipe, obligó al entonces manager Melián a probar brazos nuevos como los de Ángel Guillén, Yeizo Campos y el del zurdo Jorge Martínez. De los tres, Guillén demostró que en la 2021-2022 merecerá mayores oportunidades en ese rol.

Mientras tanto el bullpen rezumaba solidez, principalmente con los brazos de Jean Toledo, Andrés Pérez, el zurdo José Quijada, José Ascanio y el joven Iván Medina, quien sorprendió al llevarse el premio de Set Up del Año.

Entre ellos sorprendía el novato Jaison Vilera, quien terminó la rueda clasificatoria con invicta marca de 3-0, más efectividad de 2.16. Toda una revelación. En la Serie Semifinal, como abridor de emergencia silenció al Magallanes por tres innings en el cuarto juego, que al final resultó conquista indígena.

El novato Iván Medina fue un gran hallazgo para el bullpen de Caribes.

Y si los problemas mencionados no eran pocos, el lunes 28 de diciembre se produjo un roce entre el piloto Melián y parte de la directiva. Se tomó la decisión de prescindir del estratega y se promovió al puesto de manager interino, al coach de pitcheo, el cubano Evelio «Mike» Álvarez.

Menuda tarea le tocaba al nativo de Pinar del Río, a las puertas de una postemporada.

La Serie Semifinal tocaba contra Navegantes del Magallanes, segundo clasificado de la División Occidental y conjunto que dio bastante guerra a la Tribu, que dos veces estuvo abajo en la serie, con balances contrarios de 2-1 y 3-2.

Precisamente, Magallanes salió en ventaja de su hogar valenciano para tratar de rematar en Maracay, ciudad a la cual llegó para el sexto juego con ventaja de 3-2. Y casi la mitad de este sexto juego llegó a estar bajo control navegante. Pero la figura del abridor Machado y el grupo de relevistas, asfixiaron a la toletería valenciana.

En aquel sexto juego comenzaría una reacción de seis triunfos al hilo, que terminaría por concederle a Caribes su cuarto título en la LVBP.

Dentro de esa reacción estuvieron los juegos seis y siete de la Serie Semifinal, que terminaron con fáciles triunfos para Caribes con sendas pizarras de 8-2 y 10-4 en Maracay.

Para esta instancia del campeonato, Caribes adicionó en el Draft de la misma a Alí Castillo, utility de las Águilas del Zulia y quien terminó como campeón bate, con puntaje récord de .430.

Aunque en estos siete juegos no llegó a tanto promedio, pues “solo” bateó para .333, el zuliano se estableció en la segunda base, posiciónm la cual se combinó con el torpedero Luis Sardiñas para confeccionar oportunas -y algunas espectaculares- dobles matanzas.

Y ahora que nombramos este tipo de jugada, diremos que Caribes dominó el rubro en cada instancia de la temporada. En la rueda regular comandó con 64, en la Serie Semifinal con 12 y en la final con nueve. En total, la defensiva de Caribes manufacturó la bicoca de 85 dobles matanzas, bien llamadas las mejores amigas de un lanzador.

Andrés Machado fue la gran revelación de la postemporada, tras dejar marca de 1-1 y 2.07 PCL

Y llegó la Gran Final, donde reeditaría la definitoria del año anterior, ganada por Cardenales de Lara. Por supuesto, el aroma de revancha estaba en el ambiente.

Cardenales salía con favoritismo casi unánime, pues los entendidos consideraban que la posibilidad de lograr un tricampeonato se erigía como un gran aliciente.

En consecuencia, Caribes debía jugar su mejor beisbol para cortarle las alas al cardenal… Y así lo hizo.

En los dos primeros juegos realizados en Barquisimeto, los pájaros rojos no pudieron anotar en su casa. Les colgaron 20 ceros seguidos y los barrieron en casa, en esos dos juegos para iniciar la final.

La llegada a Maracay aclaró un poco la mente del Cardenales, que recordó cómo se hacía para anotar carreras… Pero igual perdió 9-6, contra un Caribes que sacudía a abridores y relevistas.

El cuarto juego, con Lara 3-0 contra la pared, parecía abrir esperanzas para el elenco dirigido por José Moreno. Cobraba ventaja de 3-0 en la pizarra. Por primera vez en la serie, anotaba primero que el contrincante.

Pero la Tribu estaba dispuesta a no ceder terreno. Y pronto golpeó la moral cardenalera con dos carreras.

El encuentro fue un toma y dame hasta su final. Para el noveno, con ventaja de 7-6, Caribes tenía lista la celebración. Pero el cerrojo Lester Oliveros -quien se vio muy mal durante esta fase decisiva, falló nuevamente y Lara igualó 7-7.

En el cierre del décimo inning, se cosecharía lo sembrado a lo largo de la campaña. El relevista Vicente Campos sacó los dos primeros outs, pero luego permitió sencillo del noveno bate Jesús Sucre. El raudo Christian Pedroza -conocido como “Balín” en las chozas de la Tribu- entró a correr en la inicial y el capitán Niuman Romero, quien arribó a 36 primaveras a comienzos de semana, vino a batear. Soltó un cable que fue a dar a lo más profundo del jardín derecho, mientras Pedroza prendía el turbo para llegar hasta el plato con la carrera del cuarto título aborigen.

Caribes celebró así, de la mejor manera. los 30 años de su fundación del equipo. Y era la primera novena en ganar por barrida una final de LVBP, desde que las Águilas del Zulia hicieron lo propio para coronarse en la temporada 1992-1993.

Samuel Moscatel volvió a demostrar por qué es el gerente más exitoso de la LVBP, en más de una década.

Muchos fueron los héroes. Porque este equipo es tan versátil, que se da el lujo de tener varios especialistas en el arte de definir encuentros. Willians Astudillo, Oswaldo Arcia, Rafael «Balita» Ortega, Luis Sardiñas y el propio Niuman Romero, se encargaron en varias ocasiones de ponerse la capa de héroes. Lo mismo aplica para lanzadores como Andrés Machado, Wilfredo Ledezma – quien brilló en la regular, no así en la postemporada, donde se vio bien mal -, David Martínez, Liarvis Breto, José Quijada – ausente de la final por órdenes de los Angelinos de Los Ángeles y Anaheim – y los jóvenes Jaison Vilera, Ángel Guillén e Iván Medina. También desde la banca hay que hacer mención a los aportes del novato Fernando Kelli, Gabriel Lino y Eduardo Sosa, quien bateó de 6-6 como emergente en la serie regular.

Lamentablemente, Guillermo Moscoso, lanzador tomado desde Aragua como adición para la Gran Final, se lesionó mientras dejaba en blanco al Lara en el tercer desafío.

Finalmente, mencionaremos el obstáculo ulterior en el sendero victorioso de Caribes. Para la Serie Semifinal, la directiva tenía asegurados a los relevistas dominicanos Fernando Abad y Werner Madrigal. Al final, ninguno de los dos se uniformó de indígena.

La directiva se movilizó y consiguió a dos lanzadores en la Liga Mexicana del Pacífico: Jake Sánchez y Jesús Cruz.

Lamentablemente, Cruz no cumplió con las expectativas, caso contrario de Sánchez, a quien se extrañará durante la Serie del Caribe.

Relevista corajudo y de recursos, no tardó en encontrarle la vuelta a la liga. Estupenda contratación de última hora.

Así llega la hora de dedicarle unas líneas al estratega Mike Álvarez. Se apegó fuertemente al librito y su dirección fue muy acertada. No en balde el récord de 18-6, observado desde que relevó en el cargo a Jackson Melián. Es decir, que de cada tres juegos ganó dos, incluidas las instancias de postemporada.

Además, defendió la vieja filosofía que reza: “Alineación ganadora no se cambia”. Fue con la gente que le hizo vencer al Magallanes y no la alteró durante la final. Así Balbino Fuenmayor, Andruw Monasterio y César Valera, estuvieran prestos en la banca. Aparte de ello, no perdió que el equipo se desmoralizara con la salida de Melián.

Mike Álvarez asumió las riendas del club y lo guió a un récord global de 18-6.

Por último, será muy difícil olvidar esta versión de Caribes, porque de veras ha marcado un hito. El único campeón de la LVBP que no conectó un batazo ni realizó un lanzamiento en su propio estadio. Razón de más para retirarse el sombrero y exclamar: Honor y gloria para Caribes de Anzoátegui. Ahora, desde el próximo domingo, a rematar la obra en la Serie del Caribe, evento que se celebrará en la bella Mazatlán, México.

“Creo que todos los muchachos van a viajar, a menos que haya una restricción de MLB a última hora”, destacó Mosctel. “Los cuatro abridores, los relevistas, todos los jugadores de posición. Pero entiendo que Lara tienes buenas. Vamos a tratar de armar el mejor equipo posible, porque ahora somos Venezuela».

Redacción SNPD con

información de prensa Lvbp.com

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