Mientras en Washington los tribunales deciden si se mantiene o no el Título 42, norma sanitaria que permite la expulsión inmediata de migrantes y tenía que haber finalizado este miércoles, la frontera de EEUU con México queda en un limbo y migrantes se ven expuestos a situaciones de mayor riesgo.

Después de haber cruzado miles de kilómetros y haber sorteado el peligro de los carteles, soportado hambre y atravesado algunos la hostil selva del Darién, los migrantes se enfrentan a una decisión: esperar en México o arriesgarse a cruzar de manera irregular.

Con la norma sanitaria en pie, entregarse a la Patrulla Fronteriza no es una opción inmediata para muchos migrantes que son expulsados como parte de acuerdos entre el Gobierno mexicano y estadounidense.

Activación del «Título 42»

Título 42 entró en vigor durante el mandato de Donald Trump con la excusa de la pandemia, se mantiene en vigor después de una medida cautelar del Supremo, evita que las personas de países como Venezuela y los llamados Triángulo Norte de Centroamérica puedan solicitar asilo en EEUU.

Desesperados deciden arriesgarse, buscando hueco o compuerta abierta en el muro, o bien pagando a coyotes para que los guíen a través de caminos para no que no los capturen por la Patrulla Fronteriza.

Con sus dos hijos, uno de 3 y otros de 6 años, y junto a otra migrante que conoció en México, Samira saltó el muro fronterizo hace varios días y llegó a la ciudad de El Paso, en Texas.

«Lo hice por ellos», contó la salvadoreña, mientras esperaba sentada en la acera, con su hijo más pequeño en brazos, a las puertas de uno de los varios albergues en la ciudad fronteriza que da refugio a los migrantes.

Samira había intentado cruzar antes a EEUU hace un mes, cuando se entregó a la Patrulla Fronteriza con la intención de pedir asilo, pero deportada de vuelta a México.

El papá de sus hijos está en otro estado de EEUU y espera poder reunirse con él, pero tiene el dinero necesario para un boleto de bus y teme que la arresten por el camino y la expulsen de nuevo.

En un recorrido por El Paso, en diferentes sitios donde los migrantes pernoctan en la calle o refugios y más de una docena de personas que entraron a EEUU.

Cruzar una y otra vez hasta pasar a EEUU

Título 42, mantenido por la actual Administración de Joe Biden, no ha disminuido el número de aumentos de migrantes en la frontera, alcanzado cifras récord en los últimos meses.

Sin embargo, estas cifras se inflaron por la cantidad de personas que, como Samira, cruzan la frontera más de una vez.

Entre 2020 y 2021, se llevó a cabo más de 1,8 millones de devoluciones de migrantes bajo el Título 42, aunque más de la mitad de las personas detenidas y expulsadas a México, según datos del American Immigration Council.

Como explicó Nicolás Palazzo, abogado del Centro de Defensa de los Inmigrantes Las Américas, con sede en El Paso, la restricción en la frontera «crea una situación absurda donde la gente trata muchas veces de entrar (…) y se genera un boom económico para los coyotes».

Pago a coyotes

Para esquivar a agentes fronterizos y tener indicación por dónde atravesar sin ser detectados, migrantes como Jenifer y Roxana, pagaron más de 500 dólares a coyotes en México.

Las venezolanas se entregaron a la Patrulla Fronteriza en Piedras Negras, México, y deportadas después de haber pasado tres días en un centro de detención. Las autoridades estadounidenses las entregaron a oficiales mexicanos, que las llevaron hasta Mazatlán, Sinaloa, más de 1.000 kilómetros en el suroeste del país.

Desde ahí, con el deseo de cruzar a EEUU aún presente, emprendieron un viaje de nuevo a la frontera, esta vez a Ciudad Juárez, donde pagaron a un coyote para que les enseñara por dónde podían cruzar.

Su principal motivación para seguir, aseguraron, fue el miedo: Roxana violada y secuestrada y Jenifer extorsionada en su natal Venezuela.

«Sentimos que este país es más seguro y en México sentía que nos iban a dar el apoyo, pero tampoco nos sentíamos seguras del todo allí», explicó Roxana, de 33 años.

Políticas migratorias disuadidas

Las políticas que buscan disuadir la migración, tienen un gran fallo y es que no comprenden en su profundidad el motor que mueve a las personas a dejar sus hogares y atravesar países, muros y peligros, explicó Palazzo.

«No se entiende bien la desesperación que la gente tiene para entrar. Aun sabiendo que hay una política de expulsión, aun sabiendo el riesgo y los peligros de cruzar de esta manera, la gente lo sigue haciendo», destacó el abogado.

En esto coincide Dylan Corbett, activista por los derechos de los migrantes de la organización Hope Border Initiative: «Pensar que este muro va a funcionar para que no entren al país no es razonable».

El Tribunal Supremo decidió mantener en pie de manera preliminar el Título 42, mientras una corte en menor instancia estudia la apelación ante un fallo que ordenaba al Gobierno Biden suspender la norma sanitaria.

Un grupo de fiscales de 19 estados, incluyendo Texas, habían pedido ese día que la norma se mantenga alegando que su suspensión provocaría «un daño masivo e irreparable» en materia migratoria.

Desde que entró en vigencia en 2020, la normativa ha permitido la expulsión acelerada de más de 2,7 millones, según datos del International Rescue Comittee.

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