La Paz.- La senadora opositora Jeanine Áñez es desde este martes presidenta interina de Bolivia, dos días después de la renuncia de Evo Morales, quien denuncia desde el exilio una «autoproclamación» golpista.

Jeanine Áñez llega al poder de forma provisional en un país convulso, con los militares en las calles, ocho muertos y cerca de quinientos heridos desde las fallidas elecciones del 20 de octubre, en una de las peores crisis de la historia reciente de Bolivia.

ÁÑEZ ACTIVA EN MINUTOS LA VÍA SUCESORIA

Áñez llegó a La Paz desde la región amazónica de Beni como la única salida al vacío de poder dejado por la renuncia de Morales el domingo, que sumió al país en el caos hasta el punto de que tuvo que salir el Ejército a la calle en apoyo de una Policía desbordada.

Ni siquiera estaba claro que el Parlamento boliviano pudiera reunirse, máxime teniendo en cuenta la mayoría de dos tercios del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales.

Pero esta abogada de 52 años activó el mecanismo sucesorio que dejó roto el oficialismo, puesto que con Morales habían renunciado todos los que constitucionalmente podían sucederle.

De ser segunda vicepresidenta del Senado pasó a presidir la cámara y así acceder a la vía sucesoria.

La Constitución que Evo Morales promulgó en 2009 establece que el presidente del Senado es el segundo en la línea de sucesión, tras el vicepresidente del país.

La parlamentaria, que lleva en política desde 2010, pertenece a Unión Demócrata, un partido con solo nueve de los 36 senadores, pero en pocos minutos se presentó en la Asamblea, que aglutina a Senado y Congreso, y sin apenas capacidad de reacción se hizo de forma interina con la jefatura de Estado.

La mayoría oficialista del MAS estaba ausente, pero en cuanto vuelva al Parlamento, tendrá en frente una presidenta en minoría.

¿FIN DEL VACÍO DE PODER?

Bolivia volvía a tener una presidenta por primera vez en casi cuarenta años, avalada rápidamente por el Tribunal Constitucional del país frente la voces del oficialismo denunciando una autoproclamación ilegítima, la primera la de Evo Morales desde su exilio en México.

El Constitucional emitió un comunicado explicando que aunque Áñez no tuviera el quórum necesario en el Parlamento, está respaldada por una interpretación del texto constitucional para casos de vacío de poder.

La nueva jefa provisional de Estado salía al balcón del Palacio Quemado para su foto para la historia, como en tres ocasiones anteriores lo había hecho Morales desde su primera victoria en 2006.

Desde otro balcón, el de Twitter, el que fuera el presidente con más tiempo en el poder en la historia de Bolivia clamaba desde México que su país «sufre un asalto al poder».

Morales tuvo que dejar el poder tras catorce años de mandato entre denuncias de la oposición de que no respetaba su propia Constitución.

El texto limita a dos los mandatos consecutivos, pero iba por el cuarto, hasta que se demostraron graves irregularidades en las recientes elecciones de las que había salido ganador, lo que desembocó en su renuncia entre una ola de protestas en el país.

La «autoproclamación», denuncia en la distancia, atenta contra artículos que exigen «la aprobación o rechazo de una renuncia presidencial».

Áñez no ha esperado a que el Parlamento cumpla el trámite de pronunciase sobre la carta en la que su antecesor comunica su decisión de dejar el poder, por lo que está por ver si podrá ejercerlo con un Parlamento oficialista en contra.

OCHO MUERTOS EN UNA VIOLENCIA INCONTROLADA

Mientras unos la vitoreaban bajo el balcón en la céntrica plaza Murillo, con la imagen de fondo de la torre presidencial construida por Evo Morales como símbolo de su etapa al frente de Bolivia, cerca se escuchaba como la Policía dispersaba con gases a los incondicionales del líder indígena.

Muchos habían llegado a la carrera al centro de La Paz enarbolando la whipala, la bandera multicolor de los indígenas, al grito de «ahora sí, guerra civil».

La violencia suma en las últimas horas nuevos muertos en estos 23 días de enfrentamientos entre quienes siempre defenderán a Morales y quienes querían impedir que se perpetuara en el poder convirtiendo a Bolivia en una especie de Venezuela.

La incertidumbre ahora está en que la mayoría oficialista no acepte su renuncia y Bolivia tenga un presidente en el exilio y una presidenta provisional en La Paz.

En La Paz la tensión aún se siente, con calles casi desiertas, sin apenas transporte, con el comercio cerrado, sus escaparates blindados, mientras que en la oriental Santa Cruz se desató una fiesta tras conocerse que Áñez asumió la Presidencia interina.

Son al menos ocho muertos y 476 heridos, incluidos de bala, en una crisis que aparentemente aún no ha llegado a su final.

La llegada al poder de la segunda mujer en la historia de Bolivia, tras Lidia Gueiler entre 1979 a 1980, «se consuma sobre la sangre de hermanos asesinados por fuerzas policiales y militares usadas para el golpe», fue el epitafio del asilado Morales.

Luis Ángel Reglero EFE

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