Brasil.- Otra Amazonía es posible, sin deforestación, ni incendios. Es lo que busca una iniciativa colectiva en Brasil a partir del apoyo a negocios capaces de aprovechar el potencial de la selva, sin destruirla, como producir miel con «abejas indígenas» en mitad de la jungla.
El modelo extractivista salvaje es el que históricamente ha imperado en la región y actualmente promueve el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Pero una revolución sostenible y silenciosa se intenta abrir paso en paralelo.
Desde hace cuatro años la Alianza Bioversity y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), en conjunto con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid), impulsan un programa (CAL-PSE) en el que la economía y la sostenibilidad van de la mano.
La idea es impulsar la participación del sector privado en la conservación de la biodiversidad.
Así nació la Plataforma Socios por la Amazonía (PPA, por sus siglas en portugués), por medio de la cual se creó una «red de empresas y organizaciones de la sociedad civil» con objeto de «fomentar proyectos sostenibles» en la región, según explicó el director del CAL-PSE, Fábio Deboni.
«Involucramos a las empresas en la búsqueda de soluciones innovadoras de impacto (positivo) y, al mismo tiempo, hacemos un seguimiento de ese trabajo», apuntó.
Ello ha desembocado en una fuente de apoyo financiero y técnico para negocios amazónicos sostenibles.
«Los brasileños de la región amazónica necesitan ayuda y están abiertos a soluciones», declaró Alexandre Alves, especialista en plataformas de acción colectiva de la Usaid.
En los dos últimos años, la plataforma ha invertido casi cinco millones de reales (alrededor de un millón de dólares) en pequeños negocios de la región, algunos de ellos dedicadas a dar a conocer los auténticos sabores de la Amazonía.
Miel de «Abajas Indígenas», un manjar que conserva la selva
Ese fue el caso del Instituto Peabiru, en el estado de Pará. Esta organización ha creado un proyecto para apoyar la comercialización de productos tradicionales amazónicos y así dar una fuente de ingresos a las humildes comunidades ribereñas de la zona.
Uno de esos productos es la miel de abejas sin aguijón, también conocidas como «abejas indígenas». Su producción se desarrolla en armonía con la selva y su sabor está repleto de matices por la enorme biodiversidad del bioma.
Además, por ser excelentes polinizadores, la presencia de estos insectos es beneficiosa para el ecosistema.
En una pequeña isla de Belém bañada por el río Guamá, Abimael Teles Teles, auxiliar técnico de meliponicultura, vigila en mitad de la selva un ejército de pequeñas cajas de madera ancladas al suelo con un tubo. Dentro están las colmenas.
«Sin esas abejas es imposible que haya vida aquí», expresó este joven de 26 años.
El ideólogo de expandir la miel amazónica y otro productos, como licor de bacuri hecho a partir de frutas nativas, es Hermógenes de Oliveira, director ejecutivo del Instituto Peabiru.
«Es una actividad inherente a la conservación», pues las familias perciben que para la fabricación de miel «se necesita tener la selva intacta», explicó. Ya son veinte familias de la zona las que han instalado estos rudimentarios panales en sus hogares.
La plataforma PPA dio soporte a De Oliveira en la estructuración comercial y con él pudo abrir una pequeña tienda en Belém «Peabiru Produtos Da Floresta» y asociarse con el gigante argentino Mercado Libre para llevar las delicatessen de la selva a todo Brasil.
Cadenas de producción justas y sostenibles
Con la misma filosofía de difundir la exótica culinaria amazónica, Manioca nació en 2014 a partir de una historia familiar que empezó con el chef Paulo Martins y su madre, Anna Maria, fundadores de restaurante «Lá em Casa», en Belém.
Fueron los grandes exponentes de difundir los sabores del mayor bosque tropical del planeta en el ámbito hostelero. La hija de Paulo, Joana Martins, fue un paso más allá y ahora está llegando al consumidor final.
Para ello ha creado cadenas productivas justas, sin intermediarios. Directamente trata con pequeños agricultores locales, a los que brinda asistencia técnica y monitora para que sigan unos patrones de sustentabilidad.
Ahora el caldo de tucupí condimento esencial de la cocina amazónica extraído a partir de la raíz de la yuca fermentada o la mermelada de jambu planta con efectos analgésicos- dan trabajo a medio centenar de familias de la región.
«En la amazonía no solo hay árboles y animales, también hay gente. Son 25 millones de personas y son ellas las que preservan el bosque. Si no tienen ingresos, no lo van a preservar», señaló Martins, quien ya exporta sus productos a Estados Unidos, Francia y muy pronto a Japón.
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