“En aquel tiempo, Jesús les mostró a sus discípulos, con una parábola que debían orar siempre, sin desanimarse jamás: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario. Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza.»  Y el Señor dijo: «¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

En este Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a Santa Eduvigis, religiosa, que antes de profesar sus votos, fue una viuda con tres hijos y tres hijas, que se dedicó a restaurar conventos y repartir ayudas con gran generosidad a los pobres. En Polonia ha sido siempre muy estimada por los católicos. Nació en Baviera, Alemania en 1174 y murió el 15 de octubre de 1243 a los 65 años de edad. Hoy también celebramos la Jornada Mundial por las Misiones.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 18, versos del 1 al 8. En el que JESÚS, les narra a sus discípulos, la parábola de una mujer viuda que acude a un juez, para que este le haga justicia, acotando que frente a la demanda que ella ha hecho, el juez, en un principio da largas a sus reclamaciones, pero finalmente, ante la insistencia de la mujer, decide tomar cartas en el asunto.

Es importante destacar que JESÚS, hace hincapié en que esta mujer no desmaya en su objetivo, ya que, día tras día acude ante el administrador de justicia. Es esa la Enseñanza que el Maestro quiere dar a sus discípulos de todos los tiempos, la de animarlos a orar con insistencia, ya que la insistencia debe de formar parte de la confianza que se tiene en DIOS para lograr la solución a los problemas planteados.

La parábola también nos sirve para hacer una interpretación tipológica y sacar una enseñanza sobre la trama que gira en torno a los dos personajes de la parábola, que, al compararlos con realidades de distintos tiempos, se revela el caos que desde siempre ha habido en la administración de justicia. El juez representa el aparato de justicia de todos los tiempos, que son capaces de postergar las demandas de una justicia pronta y favorable a las personas más vulnerables, mientras que favorecen a los grandes criminales y corruptos de la sociedad. Y la persistencia de la viuda al buscar justicia para su causa, representa a los sectores excluidos de la sociedad, que no se casan de clamar a DIOS, para que Él reivindique sus derechos, y es Quien siempre hace Justicia.

Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS, nos recalca nuestra responsabilidad frente al mundo, y nos invita también a pedir a DIOS de día y de noche. Porque si sabemos orar perseverantemente, descubriremos poco a poco que todo lo que nos acontece, no es tan absurdo como parece; y llegaremos a reconocer, a través de los acontecimientos de la vida, el rostro de un DIOS que nos Ama y que Su Justicia, más temprano que tarde se impone por encima de las desviaciones humanas, y de nuestros propios pareceres.

Por lo que hay que tener claro que cada uno de los seguidores de Cristo, somos los brazos operativos de DIOS, y que nuestra oración también debe llevarnos a la disposición de reclamar la aplicación con equidad de las normas legales existentes en nuestra sociedad. Y que debemos trabajar afanosamente para que la aplicación de la justicia no se realice porque alguien aburra o soborne a un funcionario, sino porque haya una convicción ética, humana y cristiana de los funcionarios públicos de servir a la justicia y de respetar el debido proceso y la dignidad de todos los privados de libertad.

Señor JESÚS, Tú eres el Señor de las horas y de los tiempos, concédenos la suficiente perseverancia en la oración y confianza necesaria, para entender los designios del PADRE, ya que Él sabe darnos oportunamente lo que necesitamos.

Amén

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