“En aquel tiempo, se les apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les, acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»   

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta de la Conversión de San Pablo. Como se recuerda, camino a Damasco Saulo fue derribado, por el mismo JESÚS a través de una Luz del cielo que brilló sobre él y sus compañeros, cegándolos. De esta manera Saulo tuvo su primer encuentro con JESÚS, quien luego de unos días de reflexión tuvo un cambio de vida y de nombre: Pablo, y así el antiguo perseguidor de Cristo se convirtió en su Apóstol y fue elegido por DIOS como uno de sus principales instrumentos para la conversión del mundo pagano.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 16, versos del 15 al 18, En el que se relata el envío de los discípulos, por parte del Señor a proclamar las Buenas Nuevas, de Cristo Resucitado. Advirtiéndoles, que, de su aceptación o rechazo depende la salvación o condenación de los seres humanos. También se resalta las señales que acompañarán a misioneros y creyentes, que son las mismas de JESÚS: “echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos” (Mc 16,17-18).

Por eso es que, Anunciar a Cristo Resucitado es la misión de todos los que creemos en Él. Acción que tiene que brotar de la alegría del Kerigma, es decir del primer encuentro con JESÚS.  Ya que, quien cree en JESÚS y lo busca en la oración, en la Palabra y los sacramentos, poco a poco se transforma en un apóstol misionero. Y cuanto más cultive el encuentro con JESÚS más sentirá el deseo y la necesidad de evangelizar y de imitarlo, tal como lo hizo el Apóstol San Pablo.

Por eso es que el documento de Aparecida nos dice que: “discipulado y misión, son como dos caras de una misma moneda; ya que cuando el discípulo está enamorado de Cristo, “no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva” (Hch 4,12). En efecto, el discípulo sabe que, sin Cristo, no hay Luz, no hay Esperanza, no hay Amor, no hay futuro.” Porque Cristo, el Verbo Hecho Carne, es la Roca de nuestra Salvación y la razón de nuestra existencia”.

Debemos recordar que el Papa Francisco nos repite insistentemente que los cristianos somos “discípulos misioneros”. Esa es nuestra identidad más profunda y nuestra forma de vivir la fe que hemos recibido. También el Papa Pablo VI decía y repetía: “un cristiano que no es misionero, no es cristiano”, es decir no vive como le pide su vocación bautismal. Y si “la Fe mueve montañas” (Mt 17,20), no habrá peligro, demonios, lenguas nuevas, serpientes, venenos, que no pueda ser vencido y superado.  Porque nada resiste a la Fe y nada la hace vacilar o volver atrás, siempre y cuando esté bien fundamentada.

Al confrontarnos con el texto y con lo que ha enseñado la Iglesia desde los primeros tiempos, sobre el seguimiento y el testimonio que cada seguidor de JESÚS, tenemos que anclar el barco de nuestras vidas, en un mundo donde el escepticismo, la intolerancia y la indiferencia es una constante y por consiguiente saber que esta Misión no es nada fácil y que no la podemos asumir solos.  Lo que nos permite tener argumentos para decir que hoy más que nunca, debemos fijar nuestra mirada suplicante en el Maestro, dejarnos interpelar por Él, y con Su Fuerza Espiritual asumir con valentía Su Mandato de transformar el odio en AMOR, y la indiferencia en solidaridad.

De allí que hoy sea el día, para comprometernos con más ardor, en leer Su Palabra y ponerla en práctica, constituyendo en nuestras familias, vecinos y amigos, grupos de Lectio Divina, y con la Fuerza de Su Palabra, cada uno de nosotros podamos sentirnos y seamos realmente discípulos misioneros de JESUCRISTO en todos los espacios en que nos interrelacionamos con nuestros semejantes.

Y al confrontar nuestras vidas personales y comunitaria con la Palabra de DIOS presente en las Sagradas Escrituras, DIOS nos dé la fortaleza y las respuestas más adecuadas con las que podamos hacerle frente a las tentaciones y amenazas que sufrimos diariamente por la difícil situación política, económica y social que nos ha tocado vivir.

Señor JESÚS, Hoy queremos pedirte, que, así como transformaste a San Pablo en Luz de los gentiles y orientador de comunidades, nos concedas también a nosotros la Bendición ser Tus Testigos para llevar la Luz de Tu Evangelio a la gente de nuestro tiempo.

Amén

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