Sao Paulo.- «Si gana Lula, habrá despidos». Las denuncias por acoso electoral en el trabajo se acumulan por cientos en los cajones de la Fiscalía en vísperas de la segunda vuelta electoral en Brasil, que enfrentará a Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva.
La alta polarización entre el presidente ultraderechista y el exmandatario progresista ha contaminado también las relaciones laborales con una explosión de casos de coacción para votar el próximo domingo por el candidato que ordene el patrón.
MÁS DE MIL EMPRESAS DENUNCIADAS
Hasta este martes ya eran 1.134 empresas denunciadas en el Ministerio Público del Trabajo (MPT) frente a las 98 que lo fueron en 2018, cuando ganó Bolsonaro, que este año está por detrás de Lula en las encuestas.
Los sindicatos también están recibiendo un caudal enorme de demandas anónimas de trabajadores en esta recta final de campaña. EFE ha tenido acceso a cerca de 200 de ellas. Prácticamente todas relatan fuertes presiones, incluyendo amenazas de despido y chantajes, para votar por Bolsonaro, capitán retirado del Ejército.
Proceden de los más variados lugares: hospitales, escuelas, fábricas, cooperativas agropecuarias, restaurantes, supermercados, medios de comunicación… Hay desde empresas pequeñas hasta multinacionales, pasando por organismos públicos.
«Ese aumento se da en todas las regiones de Brasil», explica el procurador general del MPT, José de Lima Ramos Pereira, en una conversación telefónica con EFE.
Considera que ese crecimiento, agudizado en el balotaje, se debe a la «polarización política», pero también al proceso de «banalización del ilícito» que vive el país.
«El acoso electoral está siendo practicado como algo normal, hasta el empleador lo graba y lo sube a las redes sociales», apunta.
Entre los cientos de denuncias, existen amenazas a los trabajadores con el despido o directamente con el cierre del negocio, aunque también los hay que ofrecen una paga extra de hasta 100 dólares y comida gratis.
«El patrón afirmó que si Lula gana, no va a plantar más, por lo que echará a todos», narra una demanda de una hacienda agrícola de Mato Grosso do Sul.
En Sao Paulo, un trabajador de una compañía de suplementos nutricionales cuenta que el dueño los «obligó a todos a cantar el himno» de Brasil: «Dice que si Bolsonaro no gana, cerrará la empresa».
«El jefe ofreció dinero y una barbacoa si votamos por Bolsonaro. Ahora propone despedir al 50 % de la plantilla, si Lula vence en segunda vuelta», dice otra denuncia procedente de un supermercado de Paraná, uno de los estados brasileños con más casos.
En Rio Grande do Norte, el gerente de una unidad de una conocida red minorista brasileña «ha exigido a todos los trabajadores no ir a votar» el domingo y, bajo amenaza de despido, les ha pedido que entreguen el comprobante de la multa después de los comicios.
En Brasil, votar es obligatorio y no hacerlo acarrea una pequeña sanción económica.
CURSILLO PARA PRESIONAR AL TRABAJADOR
Álvaro Dias, alcalde de Natal, capital de Rio Grande do Norte, ha ido un paso más allá.
Según la Central Única de los Trabajadores (CUT), Dias se reunió con empresarios la semana pasada para darles consejos sobre cómo «intentar convencer» a los trabajadores de que voten por el actual gobernante.
En audios filtrados del encuentro, Dias recomendó compartir por WhatsApp «noticias interesantes, de credibilidad» o «pegarlas en el tablón de anuncios de la empresa» para que «las personas sientan el impacto», induciéndolos a pensar que pueden perder sus empleos con Lula en el poder.
La Fiscalía del Trabajo se está empleando a fondo para esclarecer cada denuncia. En Cascavel (Paraná), el procurador Anderson Luiz Corrêa ha implementado hasta un grupo de actuación específico.
Afirma a EFE que en esta campaña «los empleadores están realmente muy osados, creyéndose que tienen el derecho de influir o determinar el voto de sus trabajadores».
Dice que en el interior de Paraná hay varios casos en el sector agropecuario, una industria muy potente en la zona y vinculada tradicionalmente con el bolsonarismo.
«Lo que estamos viviendo es una cosa absolutamente inédita, por la cantidad y por la gravedad» de las denuncias, indica.
Sospecha además que en estos últimos días llegarán más, pues los sondeos «están muy apretados»; los ánimos, «exaltados», y «todo el mundo va a querer votos para su candidato» en el acelerón final.
Pero avisa con rotundidad: «El patrón no es dueño del trabajador, el nombre de eso es esclavitud».
Carlos Meneses EFE
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