Andrés: Gracias a Dios y al desperdicio podemos sobrevivir

Todos los días hurga en la basura, busca plástico, hierro, aluminio y otro tipo de material que luego vende, de esta manera sustenta a sus cinco hijos, todos menores de edad

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Ciudad Guayana.-Andrés Vicente Villarroel, tiene cinco hijos, todos menores de edad, dice que vive por la misericordia de Dios y gracias a los desperdicios que encuentra entre la basura.

Para este hombre no es fácil salir todos los días de su casa a hurgar en el desperdicio. Tiene que pelearse muchas vece con las aves carroñeras que llegan en busca de alimentos.

Cansado y lleno de penurias no se desanima. Diariamente camina la vía Caracas de extremo a extremo. Hay días que no consigue ni siquiera una tuerca, llega a su rancho con las manos vacías.

Momentos de ser abordado por el periodista de Soynuevaprensadigital.com, estaba acompañado de su hijo de seis años. Atrás, en su hogar quedaron cuatro menores, uno de 5 años, 11, 12 y 16 años, “el de 16 estudia en el liceo”, lo dijo con mucho orgullo.

Cuenta que para él, no existen días feriados, menos días de descansos, tampoco puede quedarse un domingo en su casa, o ir a la iglesia, “no tengo ese privilegio que tienen otros. Un día que dejó de visitar el bote, otro lo hace por mí y se lleva lo que me corresponde”.

La vía Caracas de Puerto Ordaz, detrás del aeropuerto Carlos Manuel Piar, los mortales, la convirtieron en un verdadero basurero que frecuentan humanos en la búsqueda de alimentos, ropa y chatarra para la venta.

Andrés, me miró cuando le pregunté, ¿en qué andas?…, sonríe y me responde pausadamente: “busco la vida. Plástico, chatarra, ropa y otras cosas que me puedan servir y dar de comer”.

Cuenta que después que el gobierno regional y municipal, eliminaron el relleno sanitario en Cambalache, ellos tuvieron que migrar de este lugar y salir a los botaderos improvisados más cercanos a su comunidad.

Sale a pies, diariamente a la cinco de la mañana de su casa en Cambalache. “Antes de coger la calle, lo primero que hago es orar a Dios y después de cruzar la puerta me encomiendo nuevamente al Todopoderoso. Siempre le digo que me limpie el camino y que me provea del pan necesario”.

Todo es un problema

Explicó que cada día la situación se torna más difícil. “No creas que mantener cinco muchachos es fácil. Pienso en cómo conseguir para comprarles los uniformes del colegio, zapatos y alimentos”.

Un kilo de chatarra está en 150 bolívares y el aluminio vale un poco más, “hay personas que pasan y me regalan algo de comida, pero eso no es todos los días”.

Andrés, obtuvo una infección en el ojo izquierdo. Su hija menor le puyó el globo ocular y toda el área se le infectó, asegura que puede ver pero un poco borroso.

Visitó un oftalmólogo en el hospital Raúl Leoni y el médico lo hizo huir del consultorio cuando le vio las intenciones, “quería que fuera a una consulta privada con él, eso consistía en que tenía que pagar, gracias a un médico cubano que me curó la infección, aún me falta un tratamiento y no tengo como comprarlo”.

Villarroel, andaba acompañado de Víctor López,  su vecino y compañero de trabajo. López, estaba con su hija de 10 años, tiene cuatro niños y todos son menores de edad, también hace de tripa corazón para sobrevivir.

La jornada de trabajo para ambos, es larga y agotadora. Esperan que llegue la gente a botar los desperdicios, generalmente echan basura doméstica, muy pocas veces desechos de los restaurantes o supermercados.

No son los únicos que viven de la basura. Existen muchas personas que visitan los botaderos que están en la ciudad.

Ellos, tienen esperanzas que las cosas mejorarán en cualquier momento. “No debemos perder la confianza… es lo único que nos queda y que no podrán quitarnos”, acotó Villarroel.

Para estas personas no hay días feriados, tampoco descanso

Bladimir Martínez ladera

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