Venta de melones y auyama en San Félix. Fotos. Níger.

En la confluencia del río Orinoco y el Caroní, en la Isla Fajardo, Antonio Machado comienza su ardua jornada. 

Cada semana, emprende un viaje en peñero hacia San Félix, llevando consigo el fruto de meses de trabajo en su cultivo.

Antonio es un productor de melones y auyama, y su travesía semanal en el peñero está marcada por el desafío de los costos, especialmente la gasolina.

«Lo más complicado es la gasolina. Y el tema de que obviamente trasladarme en peñero es más costoso, porque tienden a que me cobren», explicó Antonio, quien a pesar de estas dificultades, persiste en su labor. 

Costo del producto

Sus productos se ofrecen a la mitad del precio en comparación con el mercado local. 

«Aquí los melones yo los vendo en 10 bolívares, mientras que en el mercado salen a 20», acentuó.

El comercio es vital para Machado, ya que le proporciona los medios para sostenerse y apoyar a su familia. 

«Sí, sí. La diferencia es que claro, no es todo el año», indicó, describiendo las fluctuaciones estacionales en su negocio. 

Precisó que fuera de temporada, recurre a otras actividades como cortar cabello o pescar para subsistir.

Antonio Machado tiene cinco años como productor

Con paciencia y determinación, Antonio ha estado involucrado en esta labor durante casi cinco años, adaptándose a las cambiantes demandas del mercado.

«Todo es cuestión de riesgo», afirmó. 

A pesar de las incertidumbres, su dedicación le permite obtener alrededor de 150 dólares al mes en días prósperos.

Antonio Machado, productor y residente de la Isla Fajardo.

La venta diaria varía, pero Antonio se adapta, puntualizó que a medida que avanza la semana las ventas van mermando. 

Aunque los fines de semana son más concurridos, la actividad comienza temprano y finaliza alrededor de las 11 de la mañana.

Brindar apoyo a la comunidad

El compromiso de Antonio con su trabajo no solo radica en las ganancias, sino en su capacidad para brindar a la comunidad local acceso a productos asequibles. 

«Hasta se regalan», admitió con humildad, destacando la importancia de su labor para aquellos con recursos limitados.

Además, cuando no puede costear el pasaje en peñero, Antonio recorre la travesía en canalete, mostrando su espíritu luchador y su determinación para superar los desafíos económicos. 

Esta historia refleja la persistencia y el sacrificio inherentes a la vida de los productores agrícolas en esta región, así como la fortaleza y la generosidad que impulsan su labor.

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