El anuncio este fin de semana de la junta birmana de la imposición del servicio militar a hombres y mujeres jóvenes ha suscitado confusión y miedo en el país por su vaguedad e implicaciones, en un momento en el que el Ejército está debilitado por las pérdidas frente a una ofensiva prodemocrática y multiétnica.
«Cuando escuché la noticia mi corazón se hundió. Nos están vigilando, pero, si me piden que me ponga el uniforme (del Ejército, el Tatmadaw), no lo haré, yo solo podría unirme a las PDF (las prodemocráticas fuerzas patrióticas de defensa)», afirma a EFE por mensaje un empleado de 30 años de una empresa de Rangún, la mayor ciudad del país, que pide preservar el anonimato.
Las autoridades militares de Birmania (Myanmar) anunciaron el sábado por la noche que la ley de servicio militar, aprobada en 2010, ha sido activada, por lo que todos los birmanos y birmanas adultos pueden ser llamados a filas y, de negarse, se enfrentan a penas de cárcel de hasta cinco años.
Según la ley, todos los civiles, de entre 18 y 35 años en el caso de los hombres y de entre 18 y 27 años en el de las mujeres, pueden ser llamados para cumplir el servicio militar bajo un comando del Ejército por un periodo de hasta dos años.
En el caso de que tengan titulaciones como ingeniería o en otros campos, la edad para los hombres asciende hasta 45 años y hasta 35 en cuanto a las mujeres.
Falta de información
La junta, que detenta el poder desde el golpe del 1 de febrero de 2021, no ha detallado cuándo comenzará a convocar a la población ni si el servicio militar implicará ir al campo de batalla, con dos tercios de Birmania sumidos en el conflicto, según la ONU, y se ha limitado a indicar que divulgará información más adelante.
«Cuando salió la noticia ni mi mujer ni yo pudimos dormir, pues tenemos un hijo de 18 años y estamos muy preocupados por él. Mi mujer no permitirá que luche con el Ejército, solo dentro de las PDF», dice a EFE desde Mandalay, la segunda mayor ciudad del país, un ciudadano de 45 años.
El golpe militar sumió a Birmania en una profunda crisis y ha abierto una espiral de violencia que ha exacerbado la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas, con más de 4.500 muertos en manos de las fuerzas de seguridad desde la asonada, según la Asociación para la Asistencia de Prisioneros Políticos (AAPPB).
El Ejército, bajo mínimos
Tres años después, el régimen castrense se encuentra en sus horas más bajas debido en parte a la Operación 1027 -bautizada así por su fecha de origen, el pasado 27 de octubre- lanzada por una alianza de tres poderosas guerrillas en el estado norteño de Shan y que se ha expandido de forma inesperada por casi todo el país, sumándose a ella las PDF y otras milicias de minorías étnicas.
Formadas tras el golpe por jóvenes sin experiencia en el campo de batalla, las PDF son otro de los motivos por los que el Ejército birmano ha perdido terreno y efectivos progresivamente, y a las bajas mortales se añaden las numerosas deserciones de los últimos años.
Ante el nuevo anuncio se espera que aumenten asimismo las huidas de civiles. Es el caso de una profesora de Rangún de 27 años, quien también protege su identidad y afirma a EFE que se está preparando «para salir de aquí lo antes posible, a Tailandia o el destino más cercano».
«Estoy confundida y asustada. Tenemos miedo de que alguien llame a nuestra puerta por la noche», afirma la mujer.
«Su compatriota de Rangún agrega: «No sé qué va a pasar, tendremos que esperar. Pero sí sé algo. No voy a servir al Ejército bajo el régimen militar», subraya.
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