Fotografía cedida por la ONU del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken (c), durante una sesión del Consejo de Seguridad, este jueves en la sede del organismo en Nueva York (Estados Unidos). EFE/ Loey Felipe / ONU

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, presidió este jueves la que será su última sesión del Consejo de Seguridad de la ONU soportando repetidos ataques de Rusia a cuenta en este caso de la gestión de la Inteligencia Artificial (IA) y el dominio estadounidense en este ámbito llamado a cambiar el futuro.

La sesión consagrada a la IA había sido convocada por la presidencia estadounidense del Consejo, y todos los intervinientes coincidieron en abogar por una IA dominada por el factor humano, que se use para fines pacíficos y no militares y que tenga una gobernanza internacional, pero una vez más Rusia se salió del guion.

Blinken había tomado primero la palabra para quejarse de que «regímenes represores están usando la IA para vigilar a periodistas y disidentes políticos y desestabilizar sociedades», y de que «actores estatales y no estatales usan cada vez más estas herramientas para influenciar, distorsionar la opinión pública y manipular narrativas geopolíticas».

Discriminación

No mencionó Blinken a ningún país en concreto, pero las alusiones a Rusia parecían evidentes.

Le respondió el embajador ruso, Vasili Nebenzia, quien se quejó de que en el desarrollo de la IA el llamado sur global puede «caer tras nuevas formas de discriminación y colonialismo por el agravamiento de la desigualdad tecnológica, que también es una amenaza a la paz y la seguridad mundiales».

Concretamente, Nebenzia citó «estimaciones» según la cuales las inversiones en IA sumarán 623.000 millones de dólares en 2028, capitalizados casi en su totalidad por cuatro actores: EE.UU., la UE, Japón y Corea del Sur, sin presencia de otras potencias.

Microsft, Meta, Alphabet y Amazon

Más aún, las grandes tecnológicas privadas -y citó a Microsoft, Meta, Alphabet y Amazon, todas estadounidenses- invertirán solo el año que viene un cuarto de billón de dólares en la creación de infraestructuras para la IA, añadió Nebenzia.

La exclusión de compañías de otros países no es explicable solo por razones puramente técnicas, sino también políticas, y citó como ejemplo el reciente veto a una empresa rusa de reconocimiento facial (N Tech Lab) -según el embajador, con mejores resultados que Google- de una competición organizada por la Universidad de Washington.

Nebenzia, que no desaprovecha una ocasión para atacar a EE.UU., concluyó que en la IA, como en otros ámbitos (reglas comerciales o cambio climático) Estados Unidos actúa siempre del mismo modo: imponiendo unas reglas universales a todos los demás que luego se permite saltarse.

El representante de China (la otra gran potencia tecnológica), Fu Cong, se mostró menos hostil que el de Rusia pero también lanzó un mensaje claramente dirigido a Estados Unidos: «China rechaza que se imponga a otros las reglas que formula un pequeño número de países (y) se opone firmemente a crear barreras discriminatorias basadas en diferencias ideológicas, que socavan el derecho de todos los países, y de los países en desarrollo, a usar las tecnologías en pie de igualdad».

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