Cientos de personas fueron captadas este jueves, 30 de octubre, al marchar contra la "amenaza real" que representa el despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, en Caracas (Venezuela). EFE/Ronald Peña

En un ambiente de tensión política y militar, el chavismo en Caracas realizó una marcha este jueves para denunciar lo que define como una «amenaza real» contra Venezuela. La protesta se centró en el despliegue de unidades navales estadounidenses en el mar Caribe, particularmente cerca del territorio venezolano, bajo la justificación oficial de combatir el narcotráfico.

Nahum Fernández, jefe de Gobierno de Caracas, y Carmen Meléndez, alcaldesa de la capital, encabezaron las críticas contra la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, acusándola de facilitar el uso de la isla como base militar para planes intervencionistas encabezados por Estados Unidos.

Fernández calificó a Persad-Bissessar como «criminal de guerra» y destacó que las maniobras militares estadounidenses, incluyendo ejercicios en Trinidad y Tobago a apenas 11 kilómetros de la costa venezolana, representan una amenaza directa a la soberanía nacional.

Trinidad y Tobago

El presidente Nicolás Maduro se sumó a las denuncias, llamando al pueblo de Trinidad y Tobago a evitar que su país se convierta en escenario de un conflicto bélico impulsado por Washington. En respuesta, el gobierno trinitense sostuvo que las actividades militares tienen como objetivo reforzar la cooperación en seguridad y combatir amenazas compartidas como el narcotráfico.

En represalia, Venezuela anunció la suspensión de acuerdos energéticos con Trinidad y Tobago, marcando un nuevo capítulo en las relaciones diplomáticas entre ambos países. Este episodio refleja las crecientes tensiones geopolíticas en la región del Caribe, donde la presencia militar estadounidense y las alianzas locales son observadas con desconfianza por el gobierno venezolano.

Con la llegada y posterior retirada del destructor USS Gravely tras cuatro días de ejercicios conjuntos con la marina de Trinidad y Tobago, la situación mantiene en alerta a los actores regionales mientras se debate entre la cooperación en seguridad y las acusaciones de provocación que podrían derivar en un conflicto más amplio.

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