Bogotá, Colombia. La Copa América de 1975 fue la primera de Willington Ortiz, tenía entonces 23 años y marcó dos goles que fueron claves para que Colombia llegara a la final, anotaciones que el exfutbolista confiesa a Efe que fueron «para la historia», pero cree que lo mejor «hubiese sido ser campeón».
El rival en la final fue Perú. El primer partido se disputó en El Campín de Bogotá el 16 de octubre y los colombianos ganaron por 1-0 con un tanto del volante Ponciano Castro.
El segundo partido se jugó seis días después en el estadio Nacional de Lima, donde los anfitriones se impusieron por 2-0 con goles de los delanteros Juan Carlos Oblitas y Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez.
La división de victorias en una época en que no contaban la cantidad de goles anotados ni su diferencia obligó a que se jugara un tercer partido en un campo neutro para lo cual se escogió el estadio Olímpico de Caracas, el 28 de octubre.
«Tenía que jugarse a las 48 horas (del segundo partido) y se volvió a jugar como una semana después. Se jugó una semana después en Caracas y allá perdimos por 1-0 con Perú. No pudimos ser campeones», lamentó Ortiz, el mejor delantero de Colombia de su generación.
En ese encuentro, ganado por Perú con un gol de Hugo ‘el Cholo’ Sotil, fue titular Ortiz, en quien confió el seleccionador Efraín “El Caimán” Sánchez, fallecido este año, a pesar de que tenía una molestia en su codo derecho.
«Estaba un poquito lastimado de un codo. No estaba al 100 % pero en esos momentos yo sentí que podía ayudar, que podía aportar a la selección y con mi presencia podía culminar ese sueño que era ser campeón. Las cosas no se dieron pero bueno, lo intentamos», dijo Ortiz, que jugó 49 partidos con Colombia y anotó 12 veces.
«El viejo Willy» confesó entre risas, que ese día se puso el vendaje en el codo que tenía sano para engañar a sus rivales: «ellos sabían que yo venía lastimado, si me halaban del brazo yo podía hacer el movimiento de que me dolía y en realidad no me dolía y yo podía seguir en el partido».
A pesar de la derrota, el prodigio colombiano -que ganó seis títulos de liga en su país, dos con Millonarios y cuatro con el América de Cali- recordó que en esa época había «una muy buena selección» con la que anotó dos tantos en el torneo, uno a Ecuador y otro a Uruguay.
«Yo creo que son goles para la historia, pero más historia es haber quedado campeón. Yo creo que la mayor historia hubiese sido ser campeón. Uno compite para ser campeón y lastimosamente no se dio pero esos goles ayudaron para que pudiésemos llegar a esa instancia final», dijo.
Ortiz tampoco olvida la derrota de la final de la Copa Libertadores de 1987 con América de Cali ante Peñarol, la tercera en línea tras las decepciones en las finales de 1985 y 1986.
«Ese equipo se había preparado como cuatro o cinco años, soñando y pensando con ser campeón de Copa Libertadores. Teníamos hasta unos ‘stickers’ en los que decía ‘Tokio y yo’ (en referencia a la sede de la Copa Intercontinental). Los poníamos en todo lado, en los camerinos, en los hoteles a los que íbamos», asegura.
En 1987 y bajo la dirección de Óscar Washington Tabárez, Peñarol venció en tres partidos al América de Cali y conquistó así la que hasta hoy es su última copa continental.
El último encuentro se jugó el 31 de octubre de 1987.
Al América le bastaba el empate para coronarse campeón, pero llegó Diego Aguirre y en el último minuto del tiempo extra anotó el tanto que sepultó las esperanzas de un equipo que además de Ortiz, contaba en sus filas con figuras como los argentinos Julio César Falcioni y Ricardo Gareca y el paraguayo Juan Manuel Battaglia.
«Esa era una campaña que se había diseñado para ser campeón de Copa Libertadores y ese equipo se armó para eso. No se armó para los torneos nacionales, se armó para ganar la Copa Libertadores, se ganaban los torneos nacionales para poder llegar a una instancia final y ser campeón de Copa Libertadores, entonces eso para mí fue doloroso», declaró.
Admitió que la época en la que fue profesional estuvo marcada por la bonanza y «en el fútbol colombiano había recursos, había dinero para poder hacer contrataciones. Y cuando venían los jugadores eran los mejores o eran de los equipos grandes de los otros países sudamericanos y de Europa».
A uno de los que recuerda con cariño es al centrocampista del Estrella Roja de Belgrado y de la selección yugoslava Dragoslav Sekularac, con quien compartió vestuario en Millonarios en 1972.
«Jugó en Millonarios, jugó conmigo. Sekularak era un jugador excepcional, tenía la pelota en el pie y para quitársela era un problema. La protegía muy bien, sabía poner el cuerpo para proteger la pelota», recordó sonriente.
Sin embargo, lamenta que todo haya cambiado y ahora, en su opinión, los equipos colombianos tienen que contratar «a los (jugadores) más económicos».
«A los más económicos tenemos que buscarlos en Centroamérica o aquí en nuestro vecino país, Venezuela», concluye Ortiz, con más de 200 goles como profesional y que además de jugar en Millonarios y América lo hizo en el Deportivo Cali.
EFE noticias
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