
El tercer visitante interestelar confirmado en nuestro sistema solar, el cometa 3I/ATLAS, ha vuelto a ser el centro de una revolución astronómica.
Tras meses de exhibir un comportamiento que lo hacía único, una serie de imágenes recientes de la NASA han revelado una transformación dramática y desconcertante: la desaparición de su enigmática «anti-cola» y el despliegue abrupto de una cola tradicional de decenas de miles de kilómetros de longitud, acompañada de cambios físicos sin precedentes.
El cometa, descubierto en julio de 2025 desde Chile y viajando a 60 km/s, había desafiado desde un principio todas las expectativas. Su característica más notable era una estructura nunca antes vista en un cometa: una «anti-cola» que se dirigía hacia el Sol, en lugar de alejarse de él como dicta la física convencional. Esta peculiaridad llevó a algunos investigadores a calificar su orientación como una posible «maniobra deliberada», dada su naturaleza tan atípica.
El misterio se profundizó con el análisis químico de esta anti-cola. Los datos revelaron una mezcla desconcertante de dióxido de carbono, agua, trazas de cianuro y, lo más sorprendente, una aleación de níquel que solo se ha identificado en procesos industriales humanos. Este hallazgo, confirmado en septiembre por el Telescopio Óptico Nórdico, dejó a la comunidad científica sin una explicación natural clara.
Las últimas observaciones combinadas del Telescopio Espacial Hubble y el James Webb mostraron que la anti-cola había desaparecido por completo. En su lugar, el cometa había desarrollado una cola gigantesca y completamente convencional en su orientación, extendiéndose en la dirección opuesta al Sol.
Las mediciones cuantitativas han añadido más capas al enigma. Los instrumentos detectaron que el cometa perdió aproximadamente el 13% de su masa después de su paso cercano al Sol (perihelio), una cifra extremadamente alta. Además, registraron una aceleración anómala que no puede ser explicada únicamente por el proceso de «desgasificación» típico de los cometas, lo que sugiere la intervención de otro mecanismo físico desconocido.
Los astrónomos reportan una alteración notable en el color del cometa, que ahora exhibe tonos azulados, un fenómeno asociado con la presencia de monóxido de carbono ionizado. Junto a esto, se ha detectado una polarización extrema de la luz que refleja, un rasgo que no tiene precedentes en los cuerpos celestes de este tipo.
La combinación de estos eventos, la inicial anti-cola, la composición química con aleaciones industriales, la transformación morfológica abrupta, la pérdida masiva de masa y las propiedades ópticas anómalas ha llevado a una reevaluación urgente de la naturaleza de 3I/ATLAS.
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