Abiyán.- En la localidad de Alépé, a hora y media en coche al sur de Abiyán, capital económica de Costa de Marfil, Ernest Odjé es propietario de 18 hectáreas de cacao desde hace 20 años. Cuando empezó, su plantación estaba rodeada de un bosque de enormes árboles, pero hoy solo son troncos que yacen en el suelo; una visión que resume el desastre ecológico que enfrenta este país.

Costa de Marfil es el primer productor mundial de cacao, ya que produce en torno al 40 % de esta materia prima, según el Banco Mundial (BM). El país cuenta, no en vano, con 920.000 productores y unas 2,4 millones de hectáreas dedicadas al cultivo de cacao.

Sin embargo, la ampliación de los cacaotales acarrea la tala de bosques, que en la plantación de Odjé se evidencia también en un rastro de serrín en las hojas de cacao de los árboles cortados para «usos múltiples».

«Esta parte, por ejemplo, es una extensión de la plantación al otro lado de la carretera, donde el propietario va a replantar allí los árboles de cacao porque tenían un problema de crecimiento y casi ya no producían», explica a Efe el granjero, señalado una zona.

QUEDA UN 10 % DE BOSQUE ORIGINAL

La extensión de los cultivos de cacao ha permitido a miles de familias aumentar sus tierras, su principal fuente de ingresos, en un país donde unos cinco millones de personas, es decir, una quinta parte de la población, viven de ese producto, que contribuye en un 14 % al productor interior bruto (PIB) marfileño.

Pero este monocultivo, según el BM, ha provocado una disminución de la cubierta forestal del país, que ha pasado de 12 millones de hectáreas de bosque en 1960 a menos de 3 millones en 2020, lo que supone que solo existe alrededor del 10 % del bosque original.

El cultivo del cacao se introdujo en Costa de Marfil en 1895 y se desarrolló con rapidez, especialmente después de la independencia de Francia en 1960, tras la que el país se convirtió en el mayor productor mundial, superando a Ghana a partir de la década de 1970.

La degradación del suelo en las zonas donde tradicionalmente se ha producido cacao (este y centro-este) ha ocasionado el desplazamiento de los cultivos, expandiendo la desforestación masiva que ya sufren las plantaciones pioneras, una situación que preocupa cada vez más al Gobierno y a los responsables del sector.

«El sistema de cultivo del cacao ha alcanzado sus límites ecológicos», admitió recientemente el director general del Consejo para la Regulación, Estabilización y Desarrollo del Sector del Café y el Cacao en Costa de Marfil, Yves Koné Brahima.

Para Jean Kouassi, un plantador de la localidad de Abengourou (este), «el daño ya está hecho» y se deben «encontrar soluciones que funcionen para todos».

«Somos conscientes del problema de desforestación vinculado a nuestras plantaciones, por lo que estamos dispuestos a apoyar al Gobierno en proyectos de renovación de la cubierta forestal», asegura a Efe Kouassi.

REVERTIR LA TENDENCIA

Para frenar la espectacular evolución de la deforestación, el sector se propone «devolver al bosque lo que generosamente le ha dado», en palabras del ministro de Agricultura de Costa de Marfil, Kobenan Kouassi Adjoumani.

A ese efecto, el Gobierno marfileño quiere poner a disposición de los productores 60.000 plántulas de árboles para reforestar las plantaciones en un período de tres años, 15.000 de ellas durante la temporada de cacao 2020-2021.

Desde 2014, las autoridades buscan revertir la tendencia de desaparición de los bosques del país y, entre otras medidas, se ha promulgado un nuevo código forestal, en el que uno de los objetivos es recuperar al menos el 20 % de la cubierta forestal nacional.

No obstante, a los productores de cacao no solo les preocupa la deforestación, sino también la crisis climática que en las últimas décadas afecta a la producción, de la que depende más de 800.000 hogares.

Con voz tímida e inquieta por el futuro, Jeanne Kouadjo, productora de cacao, advierte a Efe de la situación: «La producción ha disminuido mucho debido al fuerte calor y a los períodos secos, incluso en la temporada de lluvias».

Emma Agnini EFE

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