Cuatro Leyes de Amor para el Fortalecimiento del Sistema Familiar

A propósito del Día Internacional de la Familia, el especialista Gregorio Torres nos habla del sistema más importante para que una sociedad sea sostenible

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Gregorio Torres Odreman

 

¿Cuántas veces hemos usado la frase “La Familia es lo primero”?

Ciertamente es así, debido a que juega un papel fundamental en el individuo; es la organización madre de la sociedad.

En la familia aprendemos a socializar y acatar órdenes de convivencia. Todo niño nace en un contexto social. Se puede decir que la familia es la primera y principal fuente de socialización del ser humano, porque potenciamos las relaciones interpersonales.

Esta es «un holón», es decir, la parte y el todo a la vez. Son personas en interacción. El sistema familiar es más que la suma de sus partes individuales. Por tanto, la familia como sistema está vitalmente afectada por cada unidad, de manera que lo que le ocurre a un miembro, de inmediato tiene sus repercusiones en todos los demás. Y viceversa.

Nuestro Sistema Familiar es cien por ciento amoroso, no admite exclusiones de nadie independientemente de los conflictos que dentro de su ciclo vital puedan generarse entre sus miembros.

Esto nos lo dice el psicoterapeuta alemán y creador del método terapéutico conocido como Constelaciones Familiares y Terapias Sistémicas Bert Hellinger. Él además nos enseña acerca de las cuatro “Leyes de Amor”, las cuales fortalecen a la familia.

Pertenencia

La primera Ley es  “El Derecho a la Pertenencia”, es decir, todos tenemos el derecho de pertenecer a una familia, independientemente de cómo seamos.

Ninguna persona se divorcia de la familia ni pueden divorciarla de ella, porque ese A-mor Sano y Ciego la vuelve al encuentro en los momentos más cruciales.

Una vez que nacemos dentro un Sistema Familiar, tenemos el beneficio de que nos pertenezca y pertenecer a cualquier dinámica, tan amorosa como se suscite. La participación tiene que ser constante.

Jerarquía

La segunda Ley es “El Orden Jerárquico”, que se refiere a que quienes nacieron primero, están primero. Aquí entran nuestros ancestros, a los que siempre hay que respetarlos y reconocerlos con una honra por la Fuerza y el Amor que le aportan a nuestro Sistema Familiar, así como honrar a nuestros padres.

Ellos son los grandes y nosotros los pequeños; son la fuente y nosotros el río. De igual forma  nuestros hermanos mayores.

Es importante resaltar que para que haya una buena relación entre hermanos, es necesario que cada uno ocupe el LUGAR que le CORRESPONDE.

El Amor Crece con el Orden. Cuando no ocupamos el orden que nos corresponde, se generan fenómenos familiares en los que ninguno construye la historia que le concierne realmente, y se nos va la Vi-da resolviendo temas que no son nuestros, mientras que adormecemos lo propios.

En el desorden es imposible que se acreciente el A-mor, dado que quien no está donde le corresponde, no se siente pleno para amar.

Compensación

La tercera Ley es “La Compensación”, que refiere el equilibrio entre el Dar y Recibir; es decir, tenemos que dar tal como recibimos, “ni más ni menos”, en la misma medida, ya que el Dar engendra al Recibir y el Recibir engendra al Dar.

Todos, como miembros, tenemos que dar en la familia. El estar compensados relacionalmente en el Sistema Familiar, fortalece a cada miembro. Quien da demasiado, debilita a quien recibe mucho y quien recibe mucho se siente menos, anulado, en desventaja, sumiso; es allí donde surgen relaciones en déficit.

Reconciliación

La cuarta y última Ley de Amor es “La Reconciliación”, esa  capacidad de integrar las historias de nuestros familiares con sus sombras y luces, aprender a manejar eso que no nos gusta de ellos.

Tenemos que saber mirar con respeto a cada miembro, tanto a los vivos como a los muertos, dado que por el hecho de nacer dentro del Sistema Familiar siempre estaremos ligados a las dinámicas ocultas y no ocultas de ellos.

Este proceso se da debido a la vinculación que tenemos con nuestros familiares mediante hebras invisibles. Vale resaltar que aún después de muertos seguiremos implicados porque nuestro puesto en el Sistema siempre será de nosotros y de ellos también.

Estamos llamados a hacernos la relación familiar más agradable mientras estemos en este viaje de la vida.

Valoremos a nuestra familia, respetándola y reconociéndola, tal como es, así como tomándola aún con los secretos psicológicos más guardados y sus historias, por muy drásticos que sean, en ocasiones incestos, violaciones, asesinatos, robos.

Tengamos presente que el amor consiste en respetar su grandeza, tomar lo que recibe y mostrar gratitud ante lo que nos correspondió vivir.

Cuando amamos, comprendemos e iluminamos a nuestro Sistema Familiar, buscando siempre resolver temas que han sido repetitivos de generación en generación.

Iluminar al Sistema Familiar consiste en armonizar con amor, sin que cada tema nos afecte en negativo.

La clave está en decirle sí a todos como son y a todos como fueron.

Constelador Familiar

Coach Ejecutivo – Profesional

Internacional

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