EFE/EPA/MARTIN DIVISEK

Praga.- Un colectivo de cuidadores entregados y cariñosos, menú individualizado y gatos juguetones. Son las claves del parque zoológico checo de Dvur Kralove para reproducir con éxito al seriamente amenazado rinoceronte negro oriental.

De todos los nacimientos de esta subespecie (Diceros bicornis michaeli) en cautividad en el último año, la mitad fue en este zoo situado a 150 kilómetros al este de Praga.

Aquí nació Magashi el pasado día 4, justo un año después que Kiev Edy -que recibió el nombre en solidaridad con el país entonces recién invadido por Rusia-, y el 13 de diciembre vio la luz Mihindi, la única hembra de los tres.

Desde que comenzó la crianza de rinocerontes en el zoo checo en la década de 1970, han nacido en Dvur Kralove 60 animales, entre ellos 49 ejemplares del tipo negro oriental, cuya población en el mundo, diezmada en su hábitat natural por la caza indiscriminada y furtiva, se estima en 800.

CUIDADORES SIN HORARIOS

«Tener un grupo inicial de rinocerontes jóvenes y unos cuidadores que no conocen horarios» es una de las claves del éxito de este programa, explicó a EFE el veterinario Jan Zdarek, de 58 años, y que lleva aquí cuatro décadas

Además, los animales tienen un menú individual: en la zona reservada, los cuidadores preparan los alimentos, y cada animal tiene su caja con el nombre y distintos productos, que varían según la edad, gustos y condición en que se encuentra.

El rinoceronte negro oriental come fruta -sobre todo plátano-, vegetales -como colinabo o zanahoria-, arbustos y árboles frutales -les gustan las ramas de cerezo-, además de piensos.

El coste diario para mantener a uno de estos grandes mamíferos terrestres es de 16 euros, la mitad de lo que cuesta la comida de un rinoceronte blanco, que es herbívoro.

Como son sensibles al oído y el olfato, se acostumbran desde jóvenes a ser llamados por su nombre, y a ser acariciados, mientras que algunas hembras que paren son adiestradas para dar su leche y poder disponer así de una reserva en caso de necesidad.

Incluso por el lugar pululan varias gatas negras, como Mía, que además de cazar roedores, se prestan a jugar con los rinocerontes, algo que tiene efecto positivo en los animales, afirma Zdarek.

OTROS ÉXITOS

Además de los 49 rinocerontes negro oriental nacidos aquí, son oriundos de Dvur Kralove cinco de la subespecie blanca del norte (Ceratotherium simum cottoni), prácticamente extinguida, ya que sólo quedan dos hembras en Kenia, Najin y Fatu, ambas del zoo checo.

Dvur Kralove es el único establecimiento de su género donde se ha logrado procrear esta rara subespecie, aunque ahora depende más de la fecundación artificial y los avances en la ingeniería celular.

Mediante sofisticados procedimientos, se intenta obtener células germinales primordiales -a partir de células madre-, para que Fatu, de 23 años, no tenga que ovular.

Completan el elenco de estos grandes mamíferos nacidos en el zoo checo dos ejemplares blancos del sur, un cruce de blanco del sur y del norte, y tres rinocerontes indios.

De momento, nueve ejemplares de los rinocerontes negro oriental -casi la quinta parte- han sido ya devueltos a su hábitat natural en Ruanda y Tanzania, y también se han trasladado animales a otros socios de la red de protección, formada por quince parques zoológicos de Europa y América.

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