Un grupo de neurocientíficos consiguió develar la forma en que los peces pueden detectar fuentes de sonido bajo el agua, una capacidad que los humanos no presentan. La investigación, publicada en la revista Nature, describe el mecanismo auditivo de un diminuto pez bautizado como ‘Danionella cerebrum’.
En comparación a los humanos, que establecen la dirección de un sonido examinan la diferencia de tiempo entre su alcance a cada oído, los peces han manifestado en investigaciones de comportamiento su habilidad para ubicar fuentes sonoras como presas o depredadores bajo el agua.
No obstante, el mecanismo preciso detrás de esta capacidad se mantuvo como un enigma hasta la fecha.
Pez ejemplar
Los especialistas escogieron a ‘Danionella cerebrum’ como modelo de investigación por su diminuto tamaño (de aproximadamente 12 milímetros), su gran transparencia y su amplia recopilación de comportamientos, comprendiendo la comunicación por sonido.
La transparencia de su cabeza y cuerpo brindan a los neurocientíficos la oportunidad de analizar directamente su cerebro, siendo el ejemplar ideal para el estudio neurobiológico.
A través de la implementación de altavoces submarinos especiales y el estudio del comportamiento de los peces, el grupo halló que ‘Danionella’ logra determinar la dirección del sonido a raíz de un mecanismo auditivo único.
La realidad es que los peces consiguen ubicar la velocidad de las partículas en el agua. En las proximidades de una fuente sonora, las partículas de agua se trasladan de un lado a otro alrededor de un núcleo orientado hacia y desde el altavoz.
Aunque, este movimiento oscilatorio no ofrece datos sobre la dirección precisa del sonido. Para solucionar tal hecho, los peces estudian la velocidad de las partículas a raíz de la compresión sonora.
Esta presión sonora consigue mover la vejiga natatoria comprimible de los peces, que al mismo tiempo es determinada por las células ciliadas del oído interno.
Dicho canal secundario auditivo indirecto ofrece a los peces la referencia necesaria para la audición direccional, corroborando una investigación teórica presentada en el año 1970.
Repercusión científica
Tal hallazgo presenta implicaciones en la neurobiología y la acústica subacuática. Entender cómo los peces ubican sonidos en el agua podría tener aplicaciones en el avance de tecnologías de sonar y sistemas de comunicación subacuática.
Asimismo, resalta lo esencial que es la ‘Danionella cerebrum’ como un organismo ejemplar para el estudio del cerebro de los vertebrados.
El grupo de neurocientíficos planea seguir indagando en los mecanismos neuronales vinculados a la audición direccional en peces y cómo dicha capacidad interviene en su comportamiento y ecología.
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