Fotos: Andrés Camacaro

En medio de una sociedad hiperconectada y cambiante, el rol del docente ha evolucionado. Va más allá de enseñar, se trata de diseñar experiencias de aprendizaje que inspiren a los estudiantes a descubrir, pensar, crear y transformar.

La educación necesita de un docente que esté consciente de que la información está al alcance de un clic y que lo fundamental es acompañar el proceso de aprendizaje, para que los estudiantes encuentren sentido y aplicabilidad a lo que descubren, además sean capaces de cuestionar y proponer nuevas ideas para descubrir soluciones innovadoras.

En este escenario, el docente se convierte en acompañante y mediador entre la información, la comprensión y la tecnología.

El docente que innova es el que se atreve a explorar nuevas posibilidades, se forma, aprende mientras enseña, es capaz de potenciar las habilidades de sus estudiantes.

Además, entiende que la innovación educativa va más allá de los recursos con los que cuenta, se trata de la actitud con la que asume retos y enfrenta nuevos desafíos. Explora, prueba, se equivoca y lo vuelve a intentar.

Ideas prácticas que demuestran que un docente es innovador:

Cuando un docente usa la tecnología para personalizar el aprendizaje, pero al mismo tiempo promueve la reflexión crítica sobre su uso.

En una clase, el docente puede sugerir que los estudiantes hagan consultas en diferentes fuentes de información, entre ellas a la Inteligencia Artificial, les propone a sus estudiantes que redacten un buen prompt para conducir la interacción entre ellos y esta herramienta.

Luego, les pide a los estudiantes que cuestionen y validen la información obtenida, al mismo tiempo que la contrasten con las otras fuentes informativas. De modo que, utilicen esta tecnología de manera apropiada y activen el pensamiento crítico.

Este ejemplo muestra que la innovación nace desde la intención, no de la herramienta. Se convierten a los estudiantes en protagonistas de su propio aprendizaje.   

Ser docentes en este tiempo implica desarrollar nuevas competencias, entre las cuales se pueden resaltar:

  • Diseñar experiencias de aprendizaje activas.
  • Comunicar en entornos digitales.
  • Promover el trabajo colaborativo.
  • Fomentar el pensamiento crítico y la autonomía.
  • Despertar el deseo de aprender de manera intencionada.

Más allá de las herramientas y su manejo apropiado, hay algo fundamental. Se trata de la conexión emocional, ya que un docente que conecta con sus estudiantes es capaz de obtener de ellos gran potencial. Disponer el aula para el aprendizaje requiere preparar el camino, que inicia con la cercanía y el conocimiento de los estudiantes.

Educar en tiempos de cambios es un gran reto que requiere de un docente empático, resiliente y flexible. Esto requiere de formación, acompañamiento y valoración, ya que cuando un docente se siente reconocido puede inspirarse e inspirar a otros a crecer.

Enseñar desde la esencia es mantener la chispa encendida y cada vez que un docente inspira, conecta y transforma, deja una huella que ninguna tecnología puede reemplazar, esa conexión emocional que eleva la enseñanza.

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