Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco denunció hoy «la religión del yo, que sigue hipócrita con sus ritos y oraciones, olvidando que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo», en la misa de clausura del Sínodo sobre el Amazonas, que ha recibido las críticas de los ultraconservadores.
Francisco celebró hoy en la basílica de San Pedro una misa en la que participaron además de los obispos, algunos de los representantes indígenas que han participado en este sínodo y que hoy se ocuparon de las lecturas, de las ofrendas o encabezaron la procesión de apertura.
Un sínodo en el que los grupos de católicos ultraconservadores han criticado y denigrado sus símbolos al considerar que se estaba adorando a iconos paganos, como las estatuas de madera que representaban la Pachamama o la fertilidad y que dos desconocidos robaron de la iglesia romana donde habían sido colocadas y las arrojaron al río Tíber.
«Está en el templo de Dios, pero practica la religión del yo. Y además de olvidar a Dios, olvida al prójimo, es más, lo desprecia», dijo Francisco en su homilía y añadió que «tantos grupos ilustrados de católicos van por este camino».
«Cuántas veces quien está delante, como el fariseo respecto al publicano, levanta muros para aumentar las distancias, haciendo que los demás estén más descartados aún», expresó.
O también, añadió «considerándolos inferiores y de poco valor, desprecia sus tradiciones, borra su historia, ocupa sus territorios, usurpa sus bienes. ¡Cuánta presunta superioridad que, también hoy se convierte en opresión y explotación!».
«La religión del yo, sigue hipócrita con sus ritos y oraciones, olvidando que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo», agregó.
El pontífice recordó que «los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonía», recordó citando los asuntos abordados en estas tres semanas de sínodo.
El pontífice argentino pidió para que los católicos no se consideren superiores y no se conviertan «en cínicos y burlones». «Pidamos a Jesús que nos cure de hablar mal y lamentarnos de los demás, de despreciar a nadie: son cosas que no agradan a Dios», aseguró.
Recordó a los católicos que «el primer paso de la religión de Dios» es «la misericordia hacia quien se reconoce miserable», mientras que «la raíz de todo error espiritual» es «creerse justos».
Explicó que en este sínodo se han escuchado las voces de los pobres y «se ha podido reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores».
«Y, sin embargo, aun en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don, habitando la creación no como un medio para explotar sino como una casa que se debe proteger», explicó.
Denunció entonces que muchas veces, «también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas».
«Recemos para pedir la gracia de saber escuchar el grito de los pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia. Haciendo nuestro su grito, también nuestra oración atravesará las nubes», concluyó su homilía.
Con esta misa concluyó el Sínodo sobre la Amazonía cuyo documento final se aprobó este sábado y que además de tener propuestas como la de ordenar sacerdotes a hombres casados para las zonas más aisladas incluye el compromiso de la Iglesia de ser la aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra ellos y sus territorios.
Cristina Cabrejas EFE
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