“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”.
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela
La Iglesia Católica, muchos grupos protestantes y ortodoxos celebran hoy la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, ya que este día es el aniversario de la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en el año 335. También se dice que ese día se conmemora la recuperación de la Cruz por Heraclio en el año 628 de manos de los persas, que la tenían en su poder desde un tiempo después de la muerte de Jesús. Felicitaciones a la feligresía de la Parroquia Santa Cruz, ubicada en el Barrio la Unidad del centro de San Félix.
En la liturgia del día meditamos los textos: Nm 21,4-9; Sal 77 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan, capítulo 3, del verso 13 al verso 17. En el que se narra parte de la conversación sostenida por JESÚS, con Nicodemo, uno de los grandes maestros de la Ley de aquella época. En este coloquio JESÚS, alude al episodio de la serpiente de bronce, que se relata en el libro de los Números. Y afirma que Él mismo de manera parecida sería “levantado”.
Expresión muy significativa, porque el verbo “levantar”, en la narrativa Juanica, tiene un doble sentido, el primero es el de la crucifixión, cuando queda elevado en el patíbulo de la Cruz y el segundo es el de la Glorificación, ya que quien la mire con Fe, adhiriéndose a Él, tendrá la Vida Definitiva. Así la exaltación se da precisamente en la Cruz, donde JESÚS, proclama: “todo se ha cumplido” (Jn 19,30). Ese es el momento cumbre de la Manifestación del Amor del Padre, entregando al Hijo por nuestra Salvación.
También es importante destacar que, la cruz y la serpiente eran el antiguo Israel, símbolos de maldición y destrucción, y que el pecado que representa la serpiente es el de negarse a abandonar la servidumbre de Egipto y empeñarse en vivir en la esclavitud, en lugar de aceptar la libertad que ofrece la tierra prometida. Sin embargo, Moisés y JESÚS, a través de sus acciones y palabras les dan un nuevo significado. Moisés transforma la serpiente castigadora en un símbolo de Sanación. Y JESÚS, convierte el patíbulo de los sediciosos en un símbolo de Redención.
Al confrontarnos con el texto y ponernos en el lugar de Nicodemo, al tener sus mismos prejuicios, al no entender porque el Mesías no hace uso de Su Poder para castigar a los malos y acabar con tantas perversidades que pasan en el mundo, sin acordarnos lo que DIOS nos dice a través del Profeta Isaías: “nuestras maneras de pensar y de obrar, no son las misma de Él” (Is 55,8). Por eso es que JESÚS nos dice que DIOS, ha enviado a su propio Hijo al mundo, que es inmolado en la Cruz, no para condenarlos, sino para Salvarlo puesto que la Creación y particularmente el Hombre es Su Obra de AMOR.
Sacrificio que después de dos mil años de historia nos cuesta bastante entender por nuestros inmediatismos, o por las propias realidades de amenazas a la vida terrena generadas por las ambiciones desmedidas de unos pocos en contra de la mayoría de la humanidad. Son los mismos escenarios que describió San Pablo en su carta a los Corintios, al decir que la Cruz es locura para la sabiduría mundana del disfrute egoísta de la vida y es escándalo para la gente religiosa que tiene una imagen del dios del poder terrenal, que debe resolver la maldad con más violencia. Por eso es que la Cruz al igual que la serpiente de bronce, reciben en la tradición cristiana un nuevo significado y se convierten en símbolos de Redención y Sanación, porque DIOS vence la violencia con Su Amor y con Su Mansedumbre.
De allí se desprende que, como cristianos de este tiempo, con un discernimiento profundo y una confrontación con la Palabra de DIOS, estamos llamados a dar un nuevo significado a muchas situaciones negativas que padecemos diariamente, y la mejor manera que hacerlo dando un ejemplo correcto de vida cristiana en los distintos entornos donde nos desarrollamos. Vivamos pues, con exaltación del Espíritu y busquemos responder nuestras inquietudes en Cristo, El Crucificado, que Murió y Resucitó por todos nosotros.
Señor JESÚS, gracia por convertir las cosas negativas de los hombres en símbolo del encuentro de la humanidad Contigo, de tal manera que la Cruz, que antes era el patíbulo de los sediciosos, ahora es un Símbolo de Redención y Sanación, en la que venciste la violencia con Amor y Mansedumbre.
Amén
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