París, Francia. El reinado de Rafa Nadal sobre tierra batida resiste a los ataques de muchos rivales, pero ninguno tan insistente como el del serbio Novak Djokovic, su rival de este viernes en semifinales de Roland Garros en el capítulo 58 del duelo más repetido de la historia del tenis.
Por el momento, el español ha logrado mantener la plaza frente a los embistes del serbio, que un año más busca destronarle en su imperio, en el lugar de su máxima gloria, un bombazo en el mundo del tenis que le colocaría en su quinta final sobre la arcilla francesa, donde solo ha levantado un título.
Nadal tratará de mantener a salvo el castillo, preservar su dominio sempiterno, celebrado y odiado, brillante y monótono, en busca de su decimocuarta final, penúltimo escalón hacia su 21 Grand Slam que le situaría, en solitario, en la cima del tenis masculino, desembarazado del empate con el suizo Roger Federer.
La maquinaria parece lanzada y el español ha ido regulando todos los elementos para llegar en su momento de éxtasis a Roland Garros. «Venimos de menos a más, la progresión de Montecarlo aquí ha sido muy buena», afirma su entrenador, Carlos Moyá, que el culmen en el tramo final del duelo contra Diego Schwartzman de cuartos.
La moral está de su lado, porque no pierde ante el serbio sobre arcilla desde 2016, acaba de derrotarle en la final de Roma y ha dejado mejores sensaciones en los cinco duelos que cada uno ha disputado en París.
Nadal se dejó un set ante Schwartzman, el primero que se le escapa en Roland Garros desde 2019, y salvo ese contratiempo y un bajón que sufrió ante el italiano Jannik Sinner en octavos, su participación ha sido perfecta.
«No nos preocupan demasiado esos momentos, sabemos de lo que es capaz. Si puede jugar todo el partido a un nivel alto mejor, pero atravesar dificultades en el camino no viene mal», señala su entrenador.
CAUTELA PESE A LOS ANTECEDENTES
Pese a que los antecedentes más recientes benefician al español, el tenista mantiene la cautela y repite su mantra favorito: «Para ganar a Djokovic tengo que dar mi mejor nivel».
«Esperamos que él mueva ficha. En los últimos años ve que lo que intenta no le ha funcionado en tierra batida», asegura Moyá, consciente de que el serbio tiene recursos para imponerse: «El que pueda implantar su esquema de juego va a tener más opciones de ganar».
Además de la victoria de Roma, sobre la moral del serbio pesará también el recuerdo de la final del año pasado, una «clase magistral de tenis sobre tierra batida» en el que la apisonadora Nadal aplastó a Djokovic.
«Ese nivel será difícil de superar, firmo igualarlo», asegura el extenista, que agrega: «»su nivel se lo vemos muchas veces en el entrenamiento, no fue una sorpresa para nosotros».
Los números están a su favor. Nadal se ha impuesto a Djokovic en 19 de los 26 duelos sobre tierra batida y en 7 de los 8 en Roland Garros.
Si gana este viernes igualará a 29 triunfos con el serbio en todos los partidos incluidos.
«No es un partido como los demás, es especial, pero al final, para ganar, tienes que hacer lo mismo, ser mejor que el rival», asegura Nadal.
Ni él ni nadie de su equipo quiere escuchar que se trata de la final anticipada, cultivando siempre una prudencia que se ha convertido en santo y seña de la escudería.
EL MAYOR RETO DEL TENIS
Tampoco el serbio abunda en ese discurso, aunque sí se permite asegurar que afrontar a Nadal en Roland Garros es «el mayor reto que se puede tener» en el tenis, un desafío que afronta confiado: «El nivel de tenis que juego desde hace tres o cuatro semanas en tierra batida, en Roma, Belgrado y aquí, me permiten tener sensaciones positivas para este duelo».
«Creo que puedo ganar, si no, no estaría aquí», asegura el serbio, que no duda en calificar de «histórica» la rivalidad que mantiene con el español.
Pese a que lleva el cartel de número 1 del mundo, Djokovic sabe que no inicia como favorito. Su juego ha dejado alguna laguna en París, donde se dejó dos sets ante el joven italiano Lorenzo Musetti, un debutante en Grand Slam, y otro ante el también transalpino Matteo Berrettini.
Nada que asuste al serbio, que sabe que tiene calidad suficiente para doblegar a cualquiera y que tiene, entre ceja y ceja, sumar una segunda corona en París para convertirse en el primer hombre que gana al menos dos veces cada uno de los cuatro grandes.
EFE noticias
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