Bruselas.- Activistas contra la xenofobia y miembros de organizaciones por los derechos de minorías raciales pusieron este viernes sobre la mesa el racismo estructural en la Unión Europea y advirtieron de que este continente está ante un momento histórico para tener un debate sin tabúes sobre su xenofobia interiorizada.

La Unión Europea celebró este viernes su primera cumbre europea antirracismo, justo antes del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, que conmemora cada 21 de marzo el día en 1960 en el que la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra la ley de pases del apartheid en Sudáfrica.

Junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o la comisaria de Igualdad, Helena Dalli, intervinieron en la cumbre representantes de asociaciones de personas gitanas, colectivos contra la islamofobia o iniciativas para fomentar que las personas negras hagan saber a sus representantes políticos la desigualdad racial que enfrentan en su vida cotidiana.

«Sabemos lo que es una pandemia global, lo hemos visto con el covid-19, ¿pero somos lo suficientemente valientes para admitir que el racismo ha sido una pandemia global durante más de 500 años?», planteó el líder de la organización Operación Voto Negro, Simon Woolley, también miembro de la Cámara de los Lores británica.

Woolley advirtió de que Europa no ha logrado aún empezar un debate honesto sobre la ocupación colonial. «La amplia mayoría de nuestras instituciones depende de la esclavización de africanos, del robo de recursos, de la dominación continua de un continente rico en recursos que deja naciones de rodillas mientras las democracias occidentales florecen».

El activista lamentó que no haga falta mirar más lejos que la campaña global de vacunación contra el coronavirus, después de que a finales de enero, mientras el mundo en su conjunto sobrepasaba los 40 millones de vacunados, la Organización Mundial de la Salud daba la voz de alarma: solo 25 personas se habían inoculado en África.

«No 25 millones, no 250.000, no 25.000, sino 25. Cuando hablen con palabras bonitas sobre igualdad, (piensen en) nuestro orden global que da al mundo blanco 50 (sic) millones de vacunas y 25 vacunas al mundo negro», remarcó Woolley.

CANSADOS DE DAR TESTIMONIO

También el futbolista belga Mbo Mpenza recordó cómo en su primera vez en un estadio se encontró con aficionados que se burlaron de él imitando a monos, mientras que la activista mexicana por los derechos trans Clémence Zamora-Cruz, de origen latino, narró como, al acudir a una comisaría en Europa para hacer una denuncia, la primera pregunta que recibió fue sobre si sus papeles estaban en orden.

Desde el Centro Europeo de los derechos para los gitanos, su presidente, Ðorđe Jovanović, se declaró «cansado» de ser invitado a este tipo de eventos únicamente para dar su testimonio y dijo que para eso hay «cientos y cientos de páginas de informes, documentos y sentencias que pueden leer para ver los efectos de la discriminación histórica».

«Incluso en este evento se nos pone a los activistas civiles gitanos en la caja de las víctimas para hablar de lo pobres, marginados y discriminados que somos, mientras que los asuntos importantes los deciden otros», criticó Jovanović, quien recordó que los planes comunitarios antirracismo los produce «una Comisión completamente blanca».

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien abrió la conferencia con un mensaje de vídeo grabado y no intervino después de los activistas, instó a seguir hablando sobre la xenofobia y a que Europa se mire en el espejo y reflexione sobre qué posición debe tomar en este debate histórico, a meses del octavo aniversario del nacimiento del movimiento «Black Lives Matter».

«Ninguno de nosotros es inmune y todos tenemos que responsabilizarnos. Tenemos que mandar un mensaje fuerte contra el racismo en toda la UE incluyendo, cuando sea necesario, por la vía del derecho penal. En la UE, usar la raza o el color de la piel como insulto no es libertad de expresión, es una ofensa criminal», incidió Von der Leyen.

 

EFE

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