“Por aquel tiempo, la fama de Jesús había llegado hasta el virrey Herodes. Y dijo a sus servidores: «Éste es Juan Bautista; Juan ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él poderes milagrosos.» En efecto, Herodes había ordenado detener a Juan, lo había hecho encadenar y encerrar en la cárcel, a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «La Ley no te permite tenerla como esposa.» Herodes quería matarlo, pero tenía miedo de la gente, que consideraba a Juan como un profeta. En eso llegó el cumpleaños de Herodes. La hija de Herodías salió a bailar en medio de los invitados, y le gustó tanto a Herodes, que le prometió bajo juramento darle todo lo que le pidiera.
 
La joven, a instigación de su madre, le respondió: «Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista.» El rey se sintió muy molesto, porque se había comprometido bajo juramento en presencia de los invitados; aceptó entregársela, y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, quien a su vez se la llevó a su madre. Después vinieron los discípulos de Juan a recoger su cuerpo y lo enterraron. Y fueron a dar la noticia a Jesús”.
 
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
 
 La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Ignacio de Loyola, quien fue un militar y luego religioso español, surgido como un líder religioso durante la Contrarreforma. Nació en Loyola, el 23 de octubre de 1491 y murió en Roma, el 31 de julio de 1556. Fundador de la Compañía de Jesús, mejor conocida como los JESUÍTAS. El papa Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622. Felicitaciones a todos los Jesuitas, al colegio Loyola, a la UCAB, y a sus egresados por su fiesta.
 
 Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 14, del verso 1 al verso 12. En la que se relata, que, ante la fama de JESÚS, por sus milagros y predicaciones, el rey Herodes estaba muy confundido, ya que creía que era Juan el Bautista que había resucitado. Y es que el rey Herodes tenía respeto a Juan, pero era prisionero de su ambiente y de sus vicios. Como rey de Galilea, su mala conducta constituía un mal ejemplo público, por lo que Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad.
 
 Hay otro aspecto en la historia de hoy: Herodías influye en la decisión de Herodes por un tercero interpuesto: su propia hija. La madre ha sabido aguardar el momento y, entre bastidores, mueve los hilos de un drama que se consuma en la muerte del Bautista. Muy pertinente, es resaltar que con este pasaje el Evangelista denuncia la red de complicidades que se dan en esta muerte y anticipa la que se tejerá en torno a la muerte de JESÚS.
 
Matar al mensajero, he ahí la consigna de Herodía, que está como agazapada esperando el momento oportuno. Ese momento llegó con ocasión del cumpleaños de Herodes, su concubino, no su esposo, ya que vivían en una situación de infidelidad. Por eso quería hacer desaparecer a Juan el Bautista, ya que este se había convertido en un mensajero muy incómodo, por someterlos al escarnio público.
 
Se le presentó la ocasión y Herodía tuvo su hora de gloria, nada más que una hora. La gloria que satanás ofrece a los suyo y que también tuvo la osadía de ofrecerle a JESÚS (Mt 4,8-9). Como ya lo han dicho grandes expertos bíblicos, es una gloria con fecha de caducidad. En cambio, la Gloria que alcanzó Juan Bautista, es Eterna. Porque si viene es cierto que, pudieron cortar la cabeza del Mensajero más no consiguieron apagar su Mensaje.
 
 Al confrontarnos con el texto y ver la fragilidad del rey Herodes que a pesar de ser malo tenía un respeto por Juan Bautista, y sin embargo cede ante la presión de su consorte. Lo que nos hace inferir que, seguramente también nosotros hemos cedidos ante la presión de la gente y nos hemos dejado arrastrar para hacer lo que no es correcto. Sin pensar que, por nuestro Bautismo somos llamados a ser profetas, que anuncien las Buenas Nuevas de JESÚS, pero también que renunciemos y denunciemos lo que nos aparte de ese Camino. Y por eso no debemos permitir nunca que por quedar bien con los demás actuemos mal, poniéndonos de espalda a los designios de DIOS.
 
De allí que hoy sea el día para vivir la grandeza del BAUTISTA y no la hora efímera de Herodía. Hagamos lo correcto sin importar cuán vergonzoso o doloroso sean. Y seamos como Juan Bautista, hombre fiel que no empleó categorías acomodaticias para decir la verdad y nadie pudo acallar sus denuncias contra todo aquello, que violara la ética de la vida y de la justicia de DIOS para los hombres.
 
 Señor JESÚS, ayúdanos a ser unos discípulos a la manera de Juan Bautista que no empleó categorías acomodaticias para decir la verdad y nadie pudo acallar sus denuncias contra todo aquello, que violara la ética de la vida y la justicia de DIOS para los hombres. Amén.
 
Luis Perdomo

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