Evangelio del Día. Juan 15,26-16,4

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 «En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Protector que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio de mí, pues han estado conmigo desde el principio. Les habló de todo esto para que no se vayan a tambalear. Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquiera que los mate pensará que está sirviendo a Dios. Y actuarán así porque no conocen ni al Padre ni a mí. Se lo advierto de antemano, para que cuando llegue la hora, recuerden que se lo había dicho. No les hablé de esto al principio porque estaba con ustedes».  

  Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta en honor a San Juan de Rossi. Nació en 1698, en un pueblecito cerca de Génova, Italia. A los trece años se estableció en Roma, en casa de un primo canónigo en Cosmedin, para poder estudiar en el colegio romano de los jesuitas. En el Colegio Romano hizo estudios con gran aplicación, ganándose la simpatía de sus profesores y compañeros, y fue ordenado sacerdote, a los 23 años. El Sumo Pontífice le encomendó el oficio de ir a confesar y predicar a los presos en las cárceles y a los empleados que dirigían las prisiones. Y allí consiguió muchas conversiones. El 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años.

  Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Juan del verso 26 del capítulo 15, al verso 4 del capítulo 16, en el que, habiendo invitado a los discípulos a permanecer en Su Amor, JESÚS, les advierte sobre las persecuciones que sufrirán de parte de los poderosos de este mundo, Y es que, en el cuarto evangelio, los discursos de JESÚS, después de la última cena, presentan una gran tensión. Por un lado, está la Paz dada por JESÚS, la unión de Amor con Él y con el Padre y la participación en la Vida Eterna ofrecida a los discípulos. Por el otro lado, está el odio de los poderosos del mundo, las persecuciones y el acecho de una muerte inminente, para todo aquel que asuma la condición de discípulo.

  Por eso es que en este diálogo de despedida JESÚS adelanta a los discípulos las consecuencias que tendrá su seguimiento. De igual manera que a Él lo han rechazado y llevándolo a la Cruz, los discípulos compartirán la misma suerte. Las razones son claras: el desconocimiento del PADRE y del mismo JESÚS llevan a posicionarse en contra de cualquiera que se tome en serio la propuesta cristiana. Por eso les dice que, no estarán solos, ni abandonados a su suerte, sino que les enviará un defensor que hablará por ellos y les dará fuerza en los momentos de amenazas de parte de sus perseguidores.

  Y es que, en esta dinámica de vida y muerte, estará presente el Defensor, el Espíritu de la Verdad y del Amor, que dará testimonio de JESÚS. Ese testimonio sobre JESÚS lo darán también, los discípulos, que permanezcan como fieles seguidores suyos, a lo largo de la historia, perseverando en su Misión, aun ante las intimidaciones y seducciones de los poderosos que, muchas veces, pretenden actuar en nombre de DIOS.

 Al confrontarnos con el texto, vemos que la advertencia que recoge este pasaje proclamado hoy tiene como objetivo consolidar el seguimiento de los discípulos. El cual, lleva al cumplimiento de un itinerario, ya que, la misión de JESÚS fue comunicar el AMOR del Padre al mundo. Y una vez que JESÚS vuelve al Padre, envía a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, El Espíritu Santo, que además de ser portador de la Paz, conducirá a los discípulos en la Misión de comunicar al mundo, el Amor transformado de DIOS. Itinerario que, en nuestra vida particular, la iniciamos con nuestro Bautismo donde aparte de comenzar a formar parte de la Comunidad Cristiana, recibimos al Espíritu Santo, cuya Gracia es fortalecida en el Sacramento de la Confirmación, que es nuestro Pentecostés.

 Teniendo claro, que la Misión de Anunciar los Valores del Reino en un mundo plagado de maldades y de iniquidades, no es una tarea nada fácil, tal como nos lo advierte el mismo Maestro. Pero frente al desaliento que puede amenazar a sus seguidores, JESÚS nos ofrece la certeza de Su Presencia siempre alentadora a través del Espíritu Santo, que hablará por nosotros y nos ayudará a levantarnos de las caídas y de las dificultades. Y es esa fuerza la que nos da la posibilidad de testimoniar la Presencia del AMOR de DIOS en el mundo, y que nos ayuda a enfrentar de una mejor manera, las estructuras del mal enquistadas en nuestra sociedad y en todos los conglomerados humanos.

  Señor JESÚS, envía a nuestros corazones Tu Espíritu de la Verdad, para que nos ilumine y nos fortalezca y de esta manera podamos dar testimonios de Tu AMOR, y enfrentar con valentía a todos aquellos que pretendan callar la Voz de la Verdad y de la Justicia. Amén

 

Luis Perdomo

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