Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Reflexión de Luis Perdomo, animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal celebra hoy el día de la Santísima TRINIDAD, con la que se puede decir que marca el final de las celebraciones más importantes del año litúrgico. Adviento y Navidad traen consigo la Primera Pascua: el Nacimiento de JESÚS, cuaresma y Semana Santa nos llevan a la Segunda Pascua: la Resurrección de JESÚS y los cincuenta días de Pascua nos guían hacia Pentecostés, la Tercera Pascua, la venida del Espíritu Santo.

Se ha culminado así el proceso de la revelación de DIOS, que se nos ha manifestado en JESÚS. A través de sus palabras, de sus acciones y de su estilo de vida, nos ha revelado al PADRE. Y cuando Él desaparece de este mundo, nos envía su Espíritu Santo para que siga alentando en nuestros corazones el mismo fuego que nos dejó Su Presencia Física.

En la liturgia del día meditamos los textos: Ex 34,4b-6.8-9; Sal: Dn 3,52-56; 2Cor 13,11-13 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 3, del verso 16 al verso 18, en el que, se nos da un mensaje claro y contundente de que DIOS se ha Encarnado en el mundo, en la persona de JESÚS, no para condenarlo, sino para Salvarlo, pero que hay una condición esencial para hacerse beneficiario de esta Gracia, que es la de Creer en JESÚS, Cuyo nombre significa: DIOS SALVA.

Por eso es que, DIOS establece el juicio de manera clara y sencilla, así lo Enuncia el Evangelio: “El juicio consiste en esto: en que la Luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la Luz” (Jn 3,19).

Entonces el juicio se resuelve si sabemos ubicarnos en la historia, si vivimos según el instinto o si lo hacemos según el Espíritu, esto nos hace definirnos en la historia de manera clara, ya que estar de parte de DIOS y de su obra, exige ubicarnos del lado del Espíritu, caminar bajo su lógica y ser fiel a sus designios.

Esa fidelidad nos permite entender que siendo los seres humanos las criaturas favoritas de DIOS, Él quiere que todos seamos felices y vivamos a plenitud las alegrías de este mundo y las del mundo venidero, actuando según Sus Designios de AMOR.

Por eso es que en JESÚS se nos Revela el AMOR del PADRE y del ESPÍRITU, que nos ayuda a reconocerlo con nuestra mente y con nuestro corazón, y es esta Confianza lo que nos permite tener la opción de ser SALVADOS.

Al confrontarnos con el texto, vemos como la Palabra de DIOS, nos muestra la imagen de un DIOS, lleno de ternura que nada tiene que ver con la del DIOS castigador del que hemos oído hablar desde niños.

Por lo que es una incongruencia pensar que DIOS pueda tener planificada nuestra condenación o que pueda tener pensada la destrucción de este mundo, ya que tal como lo dice el Evangelio de hoy “DIOS, quiere que el mundo se Salve” (Jn 3,17).

Es que DIOS en Su Profundo AMOR nos llama a todos a una vida en abundancia de Felicidad, tanto en esta vida transitoria, como en la Vida Eterna, y solo nos pide Creer en Su Hijo JESÚS, y que nuestra experiencia de conversión se vaya verificando en nuestras vidas de creyentes, a medida que entremos en una lógica comunitaria y de solidaridad.

Por eso es que la invitación es dejarnos tocar por DIOS, para que comencemos a vivir como JESÚS, entendiendo que la Misión del Hijo, no es de condenación. Ya que, cada quien se juzga y se condena, si cree o no en Él, cerrándose a la vida y al Amor, que en Él se han Revelado Plenamente.

De allí, que hoy sea el día, para entender claramente, que obrar de acuerdo a la Verdad, que JESÚS nos transmite, es la consecuencia de haber hecho una opción de vida por la Luz y no por las tinieblas, que llevar una vida auténtica y coherente con el mensaje que llevamos a nuestros semejantes, no solo es fruto, sino también fortalecimiento de nuestra Fe en la Palabra de Cristo, que es la LUZ del mundo.

Señor JESÚS, en estos momentos de profunda aflicción que vive la humanidad, ayúdanos a entender que Tú te has Encarnado en el mundo no para condenarlo, sino para salvarlo y que cada uno de Tus seguidores tenemos que dar Fe de eso con nuestro Testimonio de vida. Amén.

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