Evangelio del Día. Lucas 12,35-38

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«En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela; les aseguro que él mismo les servirá, los hará sentar a la mesa y los atenderá. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.» 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Pablo de la Cruz C.P. Fue un sacerdote eremita y místico italiano fundador de la Congregación de la Pasión más conocida como Pasionistas. Su nombre real era Pablo Francisco Danei Massari.  Nació en Ovada, Liguria, Italia, el año 1694, y murió en Roma, el 18 de octubre de 1775, a los 80 años de edad. Fue canonizado en 1867 por S.S. El Papa Pío IX.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Lucas, capítulo 12, versos del 35 al 38. En el que se inserta los temas de la vigilancia y de la fidelidad. En ese contexto JESÚS, exhorta a sus interlocutores para que se mantengan en traje de faena, atentos a la llegada improvisa del Señor, que se ha ido de boda y puede llegar en cualquier momento. La retribución a esta actitud y es el propio servicio del Señor para con sus sirvientes, que los recompensará grandemente.

 El texto distingue claramente, entre estar despiertos y estar dormidos. En el estado de vigilia podemos responder a cualquier llamado, urgencia o desafío, pero cuando estamos dormidos nuestro cuerpo se olvida de las preocupaciones y se abandona a su propio ritmo. Por eso es que: «Tener ceñida la cintura y las lámparas encendidas», es una invitación urgente a la responsabilidad gozosa, amable y jovial de cada uno, para el servicio hacia los demás. La recompensa tiene algo de increíble, se cambian los papeles, ya que el mismo Señor se pone a servir a los criados, tal como lo ha hecho nuestro Señor JESUCRISTO. 

 Muy pertinente es destacar que en el tiempo en que JESÚS vivió su vida terrena, al igual que el tiempo que le correspondió vivir las primeras comunidades cristianas, fue una época de grandes cambios para la humanidad, por eso era necesario estar atentos a los signos de los tiempos, que daban pistas sobre lo que DIOS quería para ese momento particular.

  Actitud que en nuestro tiempo es necesario agudizar, ya que cuando estamos en la tercera década del inicio del segundo milenio, y que a pesar de que la transformación tecnológica había avanzado con pasos agigantados, nos sobreviene una pandemia que paralizó al mundo, y puso al descubierto las limitaciones humanas, que se ufanaba de haber conquistado el espacio sideral y de conocer al mundo y al hombre, pero después de más de un año de pandemia, millones de personas han muerto, sin que la ciencia haya encontrado su origen, mucho menos su cura, y cuando ya se cree tener el antídoto brota una cepa mucho más mortal. Lo que ha generado en muchos seres humanos, la necesidad de voltear su mirada hacia Dios, que es el único que puede curar nuestros males carnales y espirituales. Por eso es que cada uno de los seguidores de JESÚS tenemos que estar más atentos para poder asumir con eficiencia nuestra Misión de Ser Portadores de Esperanza, a toda hora y lugar.

 Al confrontarnos con el texto, vemos, que se nos hace una invitación a vivir alerta y conforme a nuestra enseñanza cristiana, para poder hacerle frente a estos tiempos difíciles. Pero teniendo claro que estar preparados, no significa que solamente tengamos que aumentar nuestros rezos o nuestras prácticas de piedad, sino que debemos ir más allá, es poner el corazón y toda la vida en manos de los designios de DIOS. Porque esta situación tan angustiante que vivimos solo podemos contrarrestarla si nos aferramos a la orientación que DIOS nos da a través de Su Palabra, presente en la Sagrada Escritura, para hacerla vida con nuestras acciones de solidaridad y de servicio hacia nuestros semejantes.

Es esa la enseñanza que nos hace el Evangelio de hoy, que es la de estar atentos a los signos de los tiempos, para comprenderlos y poder compartir esas experiencias con nuestros semejantes. Y eso solo podemos hacerlo si tenemos claro que es nuestra Fe y Confianza en DIOS, lo que nos ayudará a descifrarlos, para descubrir cuál es el rumbo, o que es lo que debemos hacer para contrarrestar este momento de incertidumbre donde pareciera que todo está perdido y cualquier propuesta se desecha o es descalificada, no solo por las que las proponen, sino porque el mundo ha venido actuando de espaldas a DIOS y si Él no podremos encontrar ninguna solución a este, ni a ningún mal que amenace a la humanidad.

Señor JESÚS, Tú nos exhortas para que estemos atentos y dispuestos para el servicio y la entrega hacia nuestros semejantes, tal como Tú lo haces. Ayúdanos a entender este mandato, para poder construir una sociedad humana, que camine Contigo, y donde no existan exclusiones, ni discriminaciones. Amén.

 

Luis Perdomo

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