En una ocasión, algunos le contaron a Jesús una matanza de galileos. Pilato los había hecho matar en el Templo, mezclando su sangre con la sangre de sus sacrificios. Jesús les replicó: ‘¿Creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que los demás porque corrieron semejante suerte?’ Yo les digo que no.

Y si ustedes no renuncian a sus caminos, perecerán del mismo modo. Y aquellas dieciocho personas que quedaron aplastadas cuando la torre de Siloé se derrumbó, ¿creen ustedes que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Yo les aseguro que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, todos perecerán de igual modo.

Jesús continuó con esta comparación: «Un hombre tenía una higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo entonces al viñador: «Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca encuentro nada. Córtala. ¿Para qué está consumiendo la tierra inútilmente?». El viñador contestó: «Señor, déjala un año más y mientras tanto cavaré alrededor y le echaré abono. Puede ser que así dé fruto en adelante y, si no, la cortas».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Juan de Capistrano. Fue un fraile franciscano napolitano que predicó de forma ambulante por casi toda Europa, sobre todo en el Este, y es uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica. Nació en un pueblecito llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386 y murió el 23 de octubre de 1456. Fue canonizado en 1690 por el papa Alejandro VIII. Ha sido llamado el «Santo de Europa».

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 13, versos del 1 al 9. En el que al igual que otros episodios anteriores, el evangelista nos presenta un planteamiento hecho por alguien de la comunidad, buscando respuestas y el Maestro aprovecha para darle una enseñanza en torno a Su Misión. El planteamiento del problema gira en torno a un motín de los galileos en el patio del Templo y la intervención inmediata de la guardia romana apostada en la fortaleza vecina. Los romanos violaron el campo sagrado, estrictamente reservado a los judíos, y derramaron sangre en el lugar santo.

Muy oportuno es señalar que, en la mentalidad judía, rondaba una creencia de que la gente que moría por un accidente o por un enfrentamiento tal como el planteamiento señalado, le sucedía esto porque eran pecadores. JESÚS, hace hincapié, que tanto lo que le estaban planteando, como el derrumbe de la torre de Siloé, se evidencia una interpretación religiosa equivocada.

Y por eso es duro con ese sector de la población que se cría bueno y libre de pecado, a los cuales les dice que la bondad y la rectitud no se consiguen señalando y acusando a las demás personas de pecadoras, sino reconociendo humildemente las propias limitaciones y las grandes debilidades para asumir integralmente el compromiso de vivir de acuerdo a los designios de DIOS. Por lo que hay que hacer una conversión, para poner a producir los dones regalados por El CREADOR, al ciento por ciento.

Y una vez que les da esta estremecida, el Maestro aprovecha para compartirles la parábola de la higuera que no da fruto y a la cual el cuidador le da otra oportunidad de tres años para ver si con sus cuidados y sus riegos comienza a dar frutos. Esta parábola de la higuera, es interpretada de manera alegórica por los expertos bíblicos, que relacionan a la higuera con el pueblo de Israel al cual se le da una nueva oportunidad y que JESÚS, parece recordarles lo dicho por el profeta Oseas: “Yo soy como el ciprés, siempre verde, y gracias a mí se te haya fruto” (Os 14,9b).

Al confrontarnos con el texto, vemos que la enseñanza dada por el Maestro en la parábola de la higuera se asemeja mucho al desarrollo de nuestras vidas cristiana, ya que la semilla sembrada por DIOS en nuestras vidas, la cual hay que regarla, abonarla y ponerla a producir buenos frutos, de lo contrario nuestras vidas se irán marchitando por falta de hacer la Obra de DIOS en nuestros prójimos. Sin embargo, hay un tiempo de Gracia, una oportunidad para rectificar el camino, simbolizada en aquella acción de cavar y abonar. Cavar y abonar simbolizan el proceso de nuestra Conversión para acoger la voluntad de DIOS. Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Estoy dando fruto de acuerdo a la voluntad de DIOS, o asumo humildemente que necesito ese tiempo de Gracia para poder enmendar mi vida?

Señor JESÚS, danos la sabiduría necesaria para entender que el dolor y la muerte no son un castigo Divino, sino la consecuencia de nuestra limitación humana, por lo que tenemos que configurarnos Contigo a fin de vivir lejos del pecado y hacer realidad el Reino de Dios en medio de nosotros, con nuestro proceder hacia nuestros semejantes. Amén.

Luis Perdomo

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