Lucas 2,15-19: “Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.»  Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían. María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior” 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Venezolana, celebra hoy la fiesta en honor de nuestra querida Madre María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, si bien fue un 8 de septiembre, que la Virgen se le apareció por segunda vez al indio Coromoto en 1652 y le entregó un pedazo de corteza de árbol con su imagen. El 11 de septiembre fue tomado por la Iglesia Católica para la veneración de “la Celeste y Principal Patrona de Venezuela”, porque su coronación canónica se realizó el 11 de septiembre de 1952 por los tres siglos de su aparición. Felicitaciones a la feligresía de la Parroquia Coromoto de Los Olivos por estar celebrando sus fiestas patronales, Dios siga derramando muchas bendiciones sobre todos ellos.

  Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 2, versos del 15 al 19. Es un relato bien corto, pero muy rico en contenido y en el desbordamiento del gozo, por el advenimiento del Redentor del mundo y cuya noticia es experimentada en primer lugar por los humildes pastores, que no se extrañan de verlo en un pesebre, ya que, ese era un lugar muy significativo para ellos, porque allí iban a guarecerse del sol y de las noches de los fríos inviernos.

 Los otros testigos de este acontecimiento fueron José y María, que, como madre primeriza, se maravillaba de las cosas que habían dicho los pastores, y “guardaba estos acontecimientos en su corazón”. Se extrañaba, se admiraba, pero no se desconcertaba. Su Fe estaba más allá de cualquier vacilación, ya que, también a Ella le correspondía descubrir lenta y penosamente los caminos de la Salvación. Porque cualquier hecho de su vida era para Ella una manera que DIOS tenía de comunicarle sus intenciones. Y es que, Ella en su “anonamiento”, se ha hecho grande por acoger en su seno no solo al Redentor, sino también a todas las noticias que tenían que ver con Su Vida Terrenal.

 Al confrontarnos con el texto, queremos resaltar tres palabras claves: oír, ver y meditar. Ya que, como los pastores nosotros también estamos llamados a oír la Voz de DIOS, en nuestras vidas cotidianas, y al escucharla sentirnos interpelados por Ella, para estar dispuesto a dejar una vida de poco compromiso, para convertirnos en unos verdaderos cristianos, cuyo compromiso es la de asumir el servicio y la lucha por la justicia, que es el leitmotiv de todo discípulo de JESÚS.

 Ver es también clave en la actitud de los pastores. Ellos vieron y anunciaron la Buena Noticia del Niño DIOS. Ver y contemplar el gran regalo de DIOS, en la Persona de Su Hijo, debe convertirnos en Testigos de esta Buena Noticia y debe animarnos a Proclamar con Pasión esta alegría de ser parte de este Gran Acontecimiento.

  Finalmente está la acción del meditar. Y es que, sin lugar a dudas, que no es fácil comprender el misterio que nos regala DIOS en este Acontecimiento, porque nuestra comprensión es muy limitada. Por eso es que necesitamos meditar y orar con Fe, al estilo de María, Nuestra Madre Celestial, para poder aceptar con humildad y con mucha esperanza cristiana, los designios de DIOS, tanto personales como comunitarios.

 Y también para pedir con insistencia la instauración de un mundo terrenal justo y solidario. Que producto de tantos sinsabores la damos como una causa perdida, pero no es así, ya que tenemos como garantía las mismas Palabras de JESÚS que nos dice: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Mt 7,7-8).

 Señor JESÚS, queremos oír Tú Palabra, para configurarnos contigo y no ser indiferentes ante el drama que vivimos los venezolanos, y junto al pueblo de Venezuela expresar con júbilo: “con amor y devoción a la Coromoto le oro por mi nación”. Amén.

Luis Perdomo

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