En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. Por qué me llaman «¿Señor, Señor» y no hacen lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, les voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no la pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose».
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Nicolás de Tolentino, fue miembro de la orden de los Agustinos Ermitaños, fundada un año antes de su nacimiento y a la que accedió en 1256, tras una infancia y juventud de fervor religioso. Fue ordenado sacerdote en 1269 en Cingoli, y pasó a dedicar su vida al apostolado desde Tolentino. Nació en San Angelo (Italia) en 1245, y partió a la Casa del Padre el 10 de septiembre de 1305, fue enterrado en la iglesia de su convento en Tolentino. Es el patrono de las almas del purgatorio.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 6, del verso 43 al verso 49. En el que JESÚS les proporciona una enseñanza a sus discípulos, utilizando dos imágenes bien conocidas por todos ellos: el árbol y la roca. De la primera imagen dice que, de calidad del árbol será el fruto que produzca, ya que, las zarzas y los espinos no pueden dar higos u otros frutos comestibles. Semejanza que aplica al comportamiento de sus discípulos, pues, si albergan bondad en su corazón, van a dar cosas buenas para todos
Y es que las personas no son buenas o malas por la fama de lo que se rodea, ni por lo que cada uno puede decir de sí mismo. Ya que la maldad o la bondad se deja ver por las obras que cada uno realiza y estas serán buenas, si proceden de un corazón puro que busca amar a DIOS por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. De esa manera el cuerpo entero del discípulo estará iluminado, por lo que podrá iluminar a otros con la enseñanza de JESÚS.
La otra imagen con la que JESÚS finaliza su enseñanza de hoy, es la de edificar sobre roca. Y es que no basta con conocerlo y decirle: «¡Señor, Señor ¡», si no se hace lo que Él pide, ya que confesar que JESÚS es «el Señor», es comprometerse a poner en práctica Sus Enseñanzas. Porque solamente el que escucha la Palabra de JESÚS y la lleva a término es el que pone su vida sobre unos fundamentos firmes. Tan firmes que son más fuertes que una crecida gigante del río Orinoco que arremete contra las estructuras de una casa y no puede derrumbarla.
Y aquellos que se contentan con escuchar Las Palabras de JESÚS y no la pone en práctica, arruina su vida y se expone a un desastre final estruendoso, tal como le ocurrió a aquel que construyó su casa sobre la tierra, sin cimiento alguno, y al venir la crecida del río, fue arrasada. Por eso es que, en la vida del cristiano, no basta el orden de las intenciones y sentimientos, ya que estos tienen que reflejarse en las acciones concretas de la vida cotidiana, porque es allí donde se debe llevar a cabo la Voluntad de DIOS.
Al confrontarnos con el texto, vemos que reconocer a JESÚS como el SEÑOR, implica para los discípulos de todos los tiempos, un llamado exigente a la coherencia entre lo que decimos sobre la importancia de observar lo que dice la Palabra de DIOS y lo que practicamos en nuestra vida cotidiana. Porque la bondad del corazón es un Don, Sembrada como una semilla por DIOS, que debemos alimentar y cuidar todos los días, para que los frutos de la Misericordia y del Servicio puedan brotar de nuestros corazones y con nuestras acciones podamos contagiar a nuestros familiares y amigo y todos aquellos que vean con agrado nuestra manera de proceder.
Y para poder dar esos frutos de Bondad, tenemos que alimentarnos de la Palabra de DIOS, que es «la Roca» o fundamento, que nos permite tener una vida cristiana solidaria y comprometida con nuestros semejantes. De lo contrario, serán palabras que se llevará el viento, sin tiempo de dar fruto, ni de sostener la vida de nadie. Ya que, a la maldad, como una cizaña, también le gusta abrirse paso en nuestro corazón, y si le damos oportunidad, se enquista y nos hará cometer actos egoístas y malvados contra nuestros semejantes.
Por eso es que construir nuestras vidas sobre «la Roca» o sobre la arena, es una decisión muy personal y existencial, y que dependerá de nuestra decisión el poder tener una vida de satisfacción o de sinsabores, que pueda ayudarnos a permear los distintos entornos donde interactuamos, y alcanzar la Vida Eterna.
Señor JESÚS, no permitas que la cizaña de la maldad florezca en nuestro corazón, sino que pongamos nuestro corazón junto al Tuyo, para que broten sentimientos de bondad y de solidaridad, que son los que pueden cambiar esta situación tan difícil que estamos viviendo los venezolanos. Amén.
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