“En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia Universal celebra la fiesta entre otros santos en honor a los Santos Cosme y Damián. Mártires del siglo III. Eran hermanos gemelos nacieron en Arabia, en el siglo tercero. Se dedicaron a la medicina y llegaron a ser muy afamados médicos. Pero tenían la especialidad de que a los pobres no les cobraban la consulta ni los remedios. Lo único que les pedía era que les permitieran hablarles por unos minutos acerca de Jesucristo y de Su Evangelio. Estos dos santos, junto con San Lucas, son los patronos de los médicos católicos.
En la liturgia del día meditamos los textos: Esd 6,7-8.12.14-20; Sal 121; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 8, del verso 19 al 21. En el que JESÚS da a conocer un nuevo tipo de relación entre Él y sus discípulos, que supera los lazos de consanguinidad, sin excluirla, pero dándole una nueva categoría. El texto nos dice que el Maestro está predicando Su Palabra a un grupo bastante numeroso de personas, son tantas que sus familiares quieren verlo y no lo consiguen.
Alguien va con la noticia de que, su familia estaba afuera esperándole, JESÚS, como elevándose por encima de la multitud y vislumbrando a lo lejos, “la nueva creación del hombre” (2Cor 5,17), proclama una noticia tan sorprendente como maravillosa y extremadamente incluyente: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21). La frase de JESÚS reafirma su pensamiento sobre la Palabra: que hay que escucharla, asumirla, irradiarla y hacerla vida.
Muy pertinente es señalar que, en la expresión de JESÚS, no hay en absoluto, nada despectivo para ninguno de sus familiares, menos aún para Su Madre. Digamos incluso que la está enalteciendo, porque más que por sus lazos de sangre con JESÚS, María es Bienaventurada por aceptar ser la madre del Hijo de Dios y asumir las consecuencias de la maternidad, cumpliendo la Voluntad del Padre, integrándose a la gran Familia Divina, anonadándose para decir: «Hágase en mí según tu Palabra «(Lc 1,38).
Al confrontarnos con el texto, podríamos pensar que la expresión de nuestro Maestro es un desprecio hacia su familia, pero por duro que parezca, debemos entender que, para JESÚS, ante el Reino todo pasa a un segundo plano, y esas la invitación que nos hace hoy, la de centrarnos en construir la Nueva Familia del Reino de DIOS, que viene a liberar y traer vida nueva a toda la humanidad. Por eso es que, JESÚS nos Revela que nuestra familia no se limita a los lazos consanguíneos tradicionales, sino que también tenemos una familia a la cual hemos sido insertados al momento de nuestro Bautismo, que nos hace miembros o familia del Cuerpo Místico de Cristo que es La Iglesia.
El texto también nos ayuda a recordar que este hablar de JESÚS tiene un contenido similar a varias otras enseñanzas en torno al desprendimiento general de la riqueza, de los bienes y de la propia familia, que aparecen a lo largo de los Evangelios. Porque en la renuncia de todos esos apegos está el gran secreto de Configurarse con JESÚS, para poder comprender que, por muy grande que sean los problemas y las necesidades Él siempre estará con nosotros para asistirnos y consolarnos.
De allí que sea el día para hacernos hermanos de JESÚS y miembros de su nueva familia por el compromiso que asumimos de hacer realidad Su proyecto de Vida, que, es la construcción del Reino de DIOS, con una actitud profética que proclame a los cuatro vientos la novedad Radical que JESÚS nos trae, siendo Dios se hizo uno de nosotros para Salvar al mundo. Y aunque nuestros interlocutores nos miren despectivamente, o indiferentemente, nosotros seguiremos adelante, porque es lo único cierto que tenemos.
Señor JESÚS, Tú nos dices que: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”, ayúdanos a asumir nuestro rol de ser Tu verdadera familia escuchando Tu Palabra y poniéndola en práctica en el Amor, el servicio, y la comunión con nuestros semejantes. Amén.
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