En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, un hombre corrió hacia él, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, y dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Agustín de Cantorbery, que es considerado como el apóstol de Inglaterra, fue un monje benedictino y primer arzobispo de Canterbury.

Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.

En la liturgia diaria meditamos los textos de: 1Pe 1,3-9; Sal: 110; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 10, desde el verso 17 al 27. Donde se relata el encuentro de JESÚS con un hombre rico, que había corrido para encontrarse con el Maestro Bueno, porque busca con sinceridad a DIOS y la Vida Eterna.

Él se acerca a JESÚS para preguntarle: ¿qué debo hacer para ganar la Vida Eterna? JESÚS le responde con claridad, uniendo el cumplimiento de los mandamientos de la Ley con la ruptura que tiene que ver con lo social y religioso de su tiempo, de inmediato va más allá de esta ética mínima, y mirándolo con AMOR, le pide que se libere de sus bienes materiales y se los regale a los pobres y marginados. solo así podrá tener libertad y autonomía para convertirse en un discípulo de JESÚS y a la postre ganar la Vida Eterna.

La Propuesta de JESÚS excede las expectativas del hombre rico, que con toda seguridad esperaba indicaciones para alcanzar la perfección de vida por medio de la ejecución de preceptos rituales u ofrendas especiales en el Templo. Y por eso es que la respuesta del hombre rico contrasta con la de los niños que se sienten felices al ser abrazados por JESÚS, en cambio, el hombre rico se va triste porque en vez de dejarse abrazar por el Mesías, elige seguir abrazado a sus riquezas.

Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS no presenta un desafío de revisar nuestro comportamiento sobre lo que está escrito en el libro del Éxodo, referente a los Mandamientos de la Ley de DIOS, Desafío que va más allá del simple cumplimiento de preceptos particulares, por lo que JESÚS no hace énfasis en los primeros tres Mandamientos dedicados a la Relación con DIOS, sino que pregunta sobre los otros siete Mandamientos, donde se pone en evidencia lo prioritarios que es para el Maestro la relación con nuestros semejantes: «no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Los cambia de su orden tradicional, y añade uno nuevo: «no estafarás».

Será porque «la estafa», es la falta que ha perdurado en el tiempo, y es un delito que pareciera insignificante, pero es la falta más acrecentada, porque casi todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas hemos estafado al fisco, a nuestra familia teniendo infinidades de vicios y haciendo ver que no los tenemos, a la sociedad viviendo de apariencias, a nuestra comunidad religiosa, ya que somos unos fieles practicantes de rituales, pero que lejos estamos de vivir la Misericordia.

Esas es la razón por la que las relaciones de poder, de riqueza, de status social o de falsas posturas, no va acorde con el comportamiento y la mentalidad de todos aquellos que forman parte de la comunidad de JESÚS, ya que hay que desprenderse de todos los obstáculos que nos impida cumplir y hacer la Voluntad de DIOS y que no nos permitan vivir la experiencia de los Valores de Fraternidad y de Solidaridad.

Porque los Valores del Reino de DIOS no están establecidos por los elementos monetarios, ni por los intereses mezquinos de los bienes personales, sino por la vivencia de la fraternidad y el servicio de los unos a los otros.

Señor JESÚS, ayúdanos a no amarrarnos a los bienes transitorios y efímeros, teniendo el desprendimiento necesario, para ser fraternos y solidarios con las necesidades de nuestros semejantes y de esta manera vivamos el advenimiento de Tu Reino en medio de nosotros.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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