En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, un hombre corrió hacia él, se arrodilló y le preguntó:

“Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”

Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”.

Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño”. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, y dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme”.

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”.

Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: “Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”.

Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor al Beato Don Carlos Gnocchi, como se le conoce popularmente en Italia, es muy querido por la misión cumplida en favor de los niños mutilados en la guerra como consecuencia de las bombas ocultas o de estar en los sitios de enfrentamientos. Vivió los horrores de la primera y segunda guerra mundial. Fue Capellán en el frente ruso, labor que ejerció con mucho heroísmo.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Marcos, capítulo 10, del verso 17 al 27. Donde se relata el encuentro de JESÚS con un hombre rico, que había corrido para encontrarse con el Maestro Bueno, porque busca con sinceridad a DIOS y la Vida Eterna.

Él se acerca a JESÚS para preguntarle: ¿qué debo hacer para ganar la Vida Eterna? JESÚS le responde con claridad, uniendo el cumplimiento de los mandamientos de la Ley con la ruptura que tiene que ver con lo social y religioso de su tiempo, de inmediato va más allá de esta ética mínima, y mirándolo con AMOR, le pide que se libere de sus bienes materiales y se los dones a los pobres y marginados. solo así podrá tener libertad y autonomía para convertirse en un discípulo de JESÚS y a la postre ganar la Vida Eterna.

La Propuesta de JESÚS excede las expectativas del hombre rico, que con toda seguridad esperaba indicaciones para alcanzar la perfección de vida por medio de la ejecución de preceptos rituales u ofrendas especiales en el Templo.

Y por eso es que la respuesta del hombre rico contrasta con la de los niños que se sienten felices al ser abrazados por JESÚS, en cambio el hombre rico se va triste porque en vez de dejarse abrazar por el Mesías, elige seguir abrazado a sus riquezas.

Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS no presenta un desafío de revisar nuestro comportamiento sobre lo que está escrito en el libro del Éxodo, referente a los Mandamientos de la Ley de DIOS, desafío que va más allá del simple cumplimiento de preceptos particulares, por lo que JESÚS no hace énfasis en los primeros tres Mandamientos dedicados a la Relación con DIOS, sino que pregunta sobre los otros siete Mandamientos, donde se pone en evidencia lo prioritarios que es para el Maestro la relación con nuestros semejantes: “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”.

Los cambia de su orden tradicional, y añade uno nuevo: “no estafarás”.

Será porque “la estafa”, es la falta que ha perdurado en el tiempo, y es un delito que pareciera insignificante, pero es la falta más acrecentada, porque casi todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas hemos estafado al fisco, a nuestra familia teniendo infinidades de vicios y haciendo ver que no los tenemos, a la sociedad viviendo de apariencias, a nuestra comunidad religiosa, ya que somos unos fieles practicantes de rituales, pero que lejos estamos de vivir la Misericordia.

Esas es la razón por la que las relaciones de poder, de riqueza, de status social o de falsas posturas, no va acorde con el comportamiento y la mentalidad de todos aquellos que forman parte de la comunidad de JESÚS, ya que hay que desprenderse de todos los obstáculos que nos impida cumplir y hacer la Voluntad de DIOS y que no nos permitan vivir la experiencia de los Valores de Fraternidad y de Solidaridad.

Ya que los Valores del Reino de DIOS no están establecidos por los elementos monetarios, ni por los intereses mezquinos de los bienes personales, por eso es que JESÚS declara con firmeza: ¡qué difícil es para los ricos entrar en el Reino de los Cielos!.

Señor JESÚS, ayúdanos a no amarrarnos a los bienes transitorios y efímeros, teniendo el desprendimiento necesario, para ser fraternos y solidarios con las necesidades de nuestros semejantes y de esta manera vivamos el advenimiento de Tu Reino en medio de nosotros. Amén.

Luis Perdomo

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