Marcos 16,1-7: “Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?» Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy el Sábado Santo, día en que la Iglesia medita la Pasión y Muerte del Señor, así como su descenso a los infiernos y Su Resurrección. Al final del día se realiza la Vigilia Pascual, en la que se desarrollan tres actos importantes, que inician con la celebración del fuego en donde el sacerdote bendice el fuego y enciende el cirio pascual. En este acto se entona el Pregón Pascual que es un poema escrito cerca del año 300 que proclama que JESÚS es el fuego nuevo.
Se da también la liturgia de la Palabra donde se leen siete lecturas, desde la Creación hasta la Resurrección. En este momento, la lectura del libro del Éxodo es la más importante, porque narra el paso de los israelitas por el Mar Rojo cuando ellos huían de las tropas egipcias y fueron salvados por DIOS.
El tercer acto es cuando la Iglesia entera renueva sus promesas bautismales renunciando a Satanás a sus seducciones y a sus obras, se bendice la pila bautismal o un recipiente en representación, y se recita la letanía de los Santos que nos une en oración con la Iglesia militante y triunfante.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según Marcos capítulo 16, verso 1 al verso 7. en el que se narra la acción de algunas mujeres, que movidas por el amor al Maestro van a donde ha sido enterrado. Quieren horrar un cadáver, pero encontrarán la VIDA y escucharán un Anuncio de SALVACIÓN. Ya que un Joven vestido de blanco les anuncia: “Buscan a JESÚS el Nazareno, el Crucificado. No está aquí. Ha Resucitado”.
Muy oportuno es aclarar que la palabra “Resurrección”, proviene de los verbos griegos: “despertarse y levantarse”, y que en los libros del Nuevo Testamento es utilizada metafóricamente, ya que DIOS ha despertado a JESÚS del sueño de su muerte, o DIOS ha levantado a JESÚS que había caído muerto en el suelo. A JESÚS se le ha hecho salir del antro tenebroso del “sheol” o del “hades” de los infiernos. Y es que JESÚS Resucitado no pertenece ya al mundo de la muerte, porque, con Su Presencia llena el universo y con Su Poder Vivificante hace nueva todas las cosas.
El Joven también les da una exhortación a las mujeres, para que inviten a los discípulos “ir a Galilea, porque allí lo verán”. Ya que es Galilea, la patria de los pobres, donde había comenzado la vida comunitaria de JESÚS y sus amigos, el lugar para disipar los miedos y reactivar la esperanza de la comunidad discipular en lo fundamental y existencial de nuestra Fe, que es la Resurrección DE JESÚS
Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS, luego de Resucitar vuelve a llamar a los suyos para que opten por Él, para que lo sigan y den testimonio con la Fuerza del Espíritu del RESUCITADO, partiendo desde Galilea hasta alcanzar todos los pueblos. También nosotros estamos invitados a ir a la Galilea de la vida diaria, ya que a JESÚS Resucitado se le descubre cada día en la medida en que cada uno de sus seguidores se configure con Su Mandato de Servicio en los distintos espacios donde interactuemos.
Por eso es que este tiempo de cuarentena, que, por dos años seguidos, nos ha servido para experimentar una nueva forma de vivir la cuaresma, los días iniciales de la Semana Santa, y estos tres últimos días en que celebramos el Triduo Pascual, que es nuestra Mayor celebración. Nos da la fuerza espiritual necesaria para Proclamar desde lo más íntimo de nuestro corazón, y junto a toda la Iglesia, que: ¡JESÚS ESTÁ VIVO! ¡HA RESUCITADO! Y con Él venceremos al mal que se ha cernido sobre toda la humanidad.
Señor JESÚS, vencedor de la muerte, que, en el esfuerzo cotidiano de seguirte por la Galilea de nuestras vidas, experimentemos la experiencia vivificante y transformadora de Tu Triunfo sobre las fuerzas del mal. ¡ALELUYA, ALELUYA HA RESUCITADO!
Luis Perdomo
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