“En aquellos días se juntó otra vez muchísima gente, y no tenían nada que comer. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión por esta gente, pues hace ya tres días que están conmigo y no tienen nada para comer. Si los mando a sus casas sin comer, desfallecerán por el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.» Sus discípulos le contestaron: «¿De dónde podemos sacar, en este lugar desierto, el pan que necesitan?» Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Respondieron: «Siete.» Entonces mandó a la gente que se sentara en el suelo y, tomando los siete panes, dio gracias, los partió y empezó a darlos a sus discípulos para que los repartieran. Ellos se los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pescaditos. Jesús pronunció la bendición y mandó que también los repartieran. Todos comieron hasta saciarse, y de los pedazos que sobraron, recogieron siete cestos. Eran unos cuatro mil los que habían comido. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Eulalia, vivió entre los años 292 y 304, de nuestra era. fue una santa cristiana que padeció el martirio en la ciudad de Augusta Emérita, actual Mérida, bajo las persecuciones del emperador Diocleciano. Ya en la muy antigua lista de mártires de la Iglesia Católica, llamada «Martirologio romano», hay esta frase: «el 12 de febrero, se conmemora a Santa Eulalia, mártir de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo». Es la patrona de la juventud.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Marco capítulo 8, versos del 1 al 10. Donde se relata la segunda multiplicación de los panes. Recordemos que la primera la relata Marcos en el capítulo 6,30-44, y está localizada geográficamente, entre Tiberíades y Cafarnaún, es decir, en el centro de la actividad de JESÚS en Galilea. Y en esta oportunidad sus interlocutores son gente que “vienen de lejos”, expresión Bíblica que se refiere a “los paganos”.
Algunos piensan que esta segunda multiplicación de los panes sea solamente una repetición de la primera. Es evidente que el hecho mismo de haber transmitido oralmente estos relatos llevó fatalmente a contarlos según el mismo modelo, pero el sentido es diferente. Ya que, las dos multiplicaciones del pan, difieren entre sí, y no solamente por las cifras de los panes y de los participantes. Hay varios detalles que indican que la primera se realizó entre judíos y la segunda en una asamblea de «griegos», o sea, personas de cultura griega, ajenas a la fe de los judíos. De allí que las cifras quizás sean intencionadas e indiquen los “cuatro” puntos cardinales, las “siete” naciones de Canaán, o los “siete” Diáconos elegidos para servir a los griegos, tantos datos que han servido para que los expertos bíblicos saquen distintas visiones del mismo.
Pero en lo que todos coinciden, es que, la finalidad del relato es la de enseñar que JESÚS alimenta a todos los que desde lejos y de todas partes vienen a Él, y lo hace enviando a los suyos a servirlos, sean judíos o no. En efecto, ese milagro por el que JESÚS manifiesta su poder ante los judíos y los paganos, señala por su amplitud uno de los rasgos esenciales del Mesías: «colma de bienes a los hambrientos» y prepara a los hombres para acogerlo a Él, que es el Pan de vida en el Banquete de la Eucaristía.
Al confrontarnos con el texto vemos que a JESÚS le da lástima la gente, porque Él quiere que todos los seres humanos podamos disfrutar en igualdad de condiciones de las bondades de la Creación, que no pasemos hambre, ni suframos calamidades. Y comparte esa preocupación con sus Discípulos, de todos los tiempos. Ya que quiere hacernos partícipes de Su Misión, por eso nos pide que lo ayudemos, que le demos de comer a los hambrientos. Reto bastante difícil de cumplir, pero que nos permite recordar, que siempre que nos disponemos a hacerlo, se produce el milagro, porque de lo poco que tenemos, comen muchos. Y es el Señor el que nos enseña a compartir lo poco, que se hace mucho en la solidaridad y en el servicio.
Y es que, JESÚS no se conforma solo con hablar de lo que significa el Reino de DIOS, sino que quiere que se haga realidad, por eso quiere que a sus criaturas no les falte nada. Ni el alimento espiritual ni el alimento corporal. Porque la salvación de la persona es integral, no se puede separar el alma del cuerpo. De allí que hoy sea el día para preguntarnos: ¿tengo yo compasión de la gente? ¿Me preocupo por los que tengo alrededor? ¿comparto lo que tengo, sea poco o mucho? ¿Me cuesta mucho salir de mí, ir al encuentro de los otros? ¿Soy capaz de hablar de Cristo en mi entorno, en mi trabajo, en mi centro de estudio, etc.?
Señor JESÚS, ayúdanos a vencer nuestros miedos y nuestras comodidades para compartir con los que están pasando hambre, lo poco o lo mucho que tengamos, viviendo juntos la Comunión y la Solidaridad y de esta manera hacernos partícipes del Banquete de la Vida Eterna. Amén.
Luis Perdomo
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