“En aquel tiempo, los fariseos planearon la manera de acabar con él. Jesús lo supo y se alejó de allí, pero muchas personas lo siguieron, y él sanó a cuantos estaban enfermos. Pero les pedía insistentemente que no hablaran de él. Así debían cumplirse las palabras del profeta Isaías: Viene mi siervo, mi elegido, el Amado, en quien me he complacido. Pondré mi Espíritu sobre él, para que anuncie mis juicios a las naciones. No discutirá, ni gritará, ni se oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña resquebrajada ni apagará la mecha que todavía humea, hasta que haga triunfar la justicia. Las naciones pondrán su esperanza en su Nombre”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal, celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor al Beato Pablo Gojdič, «Obispo mártir del comunismo en Checoslovaquia, murió en prisión por causa de la fe, defensor de los judíos, reconocido ‘Justo entre las Naciones’ por el Yad Vashem» Nació el 17 de julio de 1888 en Ruské Peklany, localidad cercana a Prešov, Eslovaquia. Murió en la prisión eslovaca de Leopoldov el 17 de julio de 1960, justamente el día de su 72 cumpleaños.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 12, del verso 14 al verso 21. El cual consta de dos partes, la primera describe las diferentes reacciones de los fariseos ante la predicación de JESÚS; y la segunda parte describe cómo Mateo ve en esta reacción la realización de la profecía del Siervo de Yahvé, anunciado por Isaías. Estas dos partes están unidas con una narrativa literaria, en donde cada escena es la consecuencia de un hecho anterior, y donde los protagonistas: JESÚS, fariseos y pueblo, marca la pauta para entender claramente el mensaje.
Seguidamente la narrativa nos presenta una reacción normal y una extraordinaria, la normal es que, cuando JESÚS supo de la decisión de los fariseos, se fue de ese lugar. La extraordinaria es que la gente, aun sabiendo que las autoridades religiosas decidieron matar a JESÚS, no se aleja de Él, y le sigue. Le siguieron muchos y curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran. Contraste grande. Por un lado, el conflicto de vida y muerte entre JESÚS y las autoridades religiosas. Por otro lado, el movimiento de la gente deseosa de encontrarse con JESÚS. Eran sobre todo los excluidos y los marginados que venían donde Él con sus males y sus enfermedades. Ya que, los que no eran acogidos en la convivencia social de la sociedad y de la religión, eran acogidos por JESÚS.
Al confrontarnos con el texto y ver la decisión de JESÚS de guardar silencio ante los milagros y sanaciones, y asumir estoicamente la persecución injusta de los poderosos sólo por hacer el bien, y que, con la entrega de Su vida, con Su muerte y con Su Gloriosa Resurrección, se sobrepone a la barbarie de la maldad y del pecado que ha esclaviza al mundo. Este comportamiento bastante incomprensible de devolver bien por mal solo puede venir de un DIOS que AMA profundamente a la humanidad. Comportamiento que sólo puede ser entendido por quienes de manera libérrima acepten el llamado de ser sus discípulos para configurarse con Él.
Porque indudablemente que quienes sean dócil al Espíritu Santo y asuman con profunda convicción la propuesta de JESÚS, de mantenerse como Profetas de la esperanza la llama encendida de la justicia, de la paz y del AMOR, aun en las circunstancias más difíciles, tal como la estamos viviendo ahorita, esos serán “los dignos de Él”. Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo para contrarrestar las acciones del mundo que se empeña en ir contra los designios de DIOS? ¿soy un verdadero profeta dispuesto a mantener encendida la llama de justicia, habiendo tantas amenazas de muerte y de opresión?
Señor JESÚS, danos un corazón ardiente que sepa obedecerte a TI, un corazón incardinado de manera vertical hacia los designios de la PADRE, obedeciendo como el siervo todo lo que Él decida para nuestras vidas y de manera horizontal, aceptando y amando a nuestros semejantes tal como son. Amén.
Luis Perdomo
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